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Manuel Nava /

 

En el periodo reciente los casos de corrupción se han multiplicado de manera exponencial se han hecho profusas exhibiciones de los mismos. Durante semanas han sido un tema principal en los medios de comunicación, pero terminan diluyéndose sin que se apliquen las sanciones de rigor. A lo sumo llegan a separarse del cargo a los señalados sin que sufran las consecuencias de sus actos.

La corrupción es una acción humana que transgrede las normas legales y los principios éticos. Proviene del adjetivo corruptus que en latín significa descompuesto o destruido.

La ausencia de ética impulsa la corrupción, pero también la expande la incapacidad para hacer valer las normas, reglamentos y leyes para sancionar este tipo de actos. El quebranto del estado de derecho es el mejor caldo de cultivo para su desarrollo.

Es común asociar la corrupción con los delitos que se cometen en el ejercicio de un cargo público, para conseguir una ventaja ilegítima, acto que se comete de manera secreta y privada. Pero no es el gobierno el único medio a partir del cual se comete dicho ilícito, aunque es el más visible.

La corrupción tiene un fuerte impacto en la economía, pues afecta a las finanzas públicas, a la distribución de la riqueza y al espacio físico en que se desarrolla la actividad económica.

La actual administración municipal no es la única que ha incurrido en actos de nepotismo y corrupción, pero hablamos se han comportado de la más manera más burda y descarada.

El daño no solo lo recibieron los recursos públicos, se acusaron también en una baja en la calidad de vida de los habitantes por las deficiencias de los servicios públicos y la infraestructura urbana además de la capacidad de la actividad económica principal que es el turismo.

Se vuelve una fantasía reposicionar a este destino de recreo a nivel internacional cuando las hospederías carecen del abasto de agua suficiente, cuando la basura se desborda en las calles, cuando la vialidad se entorpece ante la carencia de un cuerpo de tránsito, cuando la policía preventiva es la principal fuente de inseguridad.

Cuando Evodio Velázquez, presidente municipal busca defenderse con el endeble argumento de que está siendo objeto de ataques por motivos electorales, en realidad está mostrando que no puede justificar la ausencia de valores éticos en un cuerpo de gobierno que buscó enriquecerse a costa de un puesto de responsabilidad pública. Es decir, ante la ausencia de un programa de gobierno buscaron saciar su hambre de riqueza empobreciendo a la sociedad. Proceder incompatible con un instituto político que se jacte de ubicarse a la izquierda en la geometría política.

Insinuar que otros fueron más o igualmente corruptos, pone de manifiesto la pobreza de su ética y un razonamiento simplista: la corrupción de los otros justifica la mía.

Evodio Velázquez no supo ser congruente con sus lemas de campaña: lo nuevo no fue mejor, sino la peor expresión de los viejos. Tampoco se construyó un nuevo Acapulco, las consecuencias de la corrupción y el nepotismo mandaron al municipio a la decrepitud. Fue el gobierno de un joven que sintetizó las peores actitudes de lo viejo.

 

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