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MANUEL NAVA    /

 

La diversificación de la economía de Guerrero ha sido un sueño largamente acariciado. Desde el periodo de  Gerardo Rafael Catalán Calvo se trazó un primer mapa de ruta que solo quedó en un ejercicio intelectual del mandatario en turno.

Ese primer trazo, contempló y ponderó el potencial de Guerrero como una opción de inversión. No atendió a la estructura del poder económico y a las debilidades que como secuencia se derivan de ello.

En aquel entonces, década de los 40, lo que vivía Guerrero era una violencia sociopolítica. Los cacicazgos impusieron un orden productivo a base la violencia y el crimen impune. Creció  la marginación, descendieron los índices de desarrollo humano.

Hoy la violencia está impactando a la economía del estado, ahuyentando convenciones y congresos de Acapulco e Ixtapa, sus principales baluartes económicos, lo que ha regresado es una proporción mínima con respecto a lo número importancia de las convenciones.

La otra causa es la baja promoción, el deterioro de las instalaciones en que se efectuaban, los impactos inflacionarios entre otras.

Su tasa de empleo formal es de apenas 10 por ciento de la PEA y otros indicadores son también bajos: en PIB per cápita es el lugar 31 de los 32 estados, en agua potable es el 32, en alcantarillado es el 31.

La diversificación de la economía de esta entidad suriana difícilmente podrá ocurrir si únicamente se anuncian proyectos de inversión limitados y sin un impacto positivo en las condiciones de vida de los habitantes; sin modificar las estructuras de poder económico y el actuar político dominado por la corrupción que vuelve aún más compleja la situación de inseguridad pública y las limitaciones para diversificar a la economía.

La corrupción existe en todos los niveles de gobierno pues se percibe desorden, falta de obra pública o hecha con múltiples deficiencias y anomalías, falta de servicios y a su vez esto se traduce en mayor pobreza, en deterioro de las condiciones de vida.

Lo que hoy se ostenta como un gran triunfo en materia de ocupación hotelera, son victorias efímeras. Guerrero necesita diversificar su economía y ello no implica renegar del turismo, sino saberlo usar como palanca del desarrollo, pero no se logra limitándose a celebrar altos niveles de ocupación sin una visión integral.

Sin certidumbre no hay inversión, sin inversión no hay desarrollo, pero inversión con corrupción se traduce en riqueza concentrada en pocas manos. A la fecha se nos han anunciado inversiones, programas y actividades sin un objeto claro.

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