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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO

 

Mientras los perredistas todavía luchaban contra el fraude electoral de 1999, que arrebató el triunfo a Félix Salgado Macedonio, y mantenían su protesta en el Palacio de Gobierno, Armando Ríos Piter era nombrado subsecretario de Asuntos Políticos por René Juárez Cisneros.

Esa fue la primera decisión política, pública, del ahora senador: sumarse a un gobierno defenestrado, cuyo triunfo en las urnas era seriamente cuestionado no solo por el PRD, sino por amplios sectores de la población. Trabajaría, en esa posición, con quien era (y es ahora, en la administración de Héctor Astudillo), secretario de Gobierno, Florencio Salazar Adame.

Cuando poco tiempo después, Salazar Adame renunció al PRI y se fue a la campaña y luego al gobierno de Vicente Fox en 2000, Ríos Piter lo siguió al partido blanquiazul y se desempeñó en un cargo de jerarquía dentro de la Secretaría de la Reforma Agraria que encabezaba Salazar Adame. El de Fox, ya se sabe, es el gobierno que prometió el cambio y regresó a lo peor de lo mismo.

Fue su segunda decisión. Luego, ya cuando Zeferino Torreblanca era gobernador, según relata Alberto López Rosas, se encontraron los dos nuevos panistas y el mandatario guerrerense en la sede de la SRA en el entonces Distrito Federal y Torreblanca le ofreció trabajo en Guerrero, como secretario de Desarrollo Rural. Desde esa posición, según denuncias de la época, apoyó a la candidatura del panista Felipe Calderón.

La decisión importante de Ríos Piter en este caso, no fue regresar a Guerrero y seguir operando para el PAN. La tercera decisión importante fue cuando, en busca de la diputación federal, y con todo el empuje de Torreblanca Galindo para ser su sucesor en la gubernatura, decidió afiliarse al PRD.

Detrás de estas tres decisiones no hubo, en ningún caso, una propuesta de servicio público y sí, en cambio, un movimiento estratégico en busca del poder. Cuando Ríos Piter vira hacia el PAN, el PRI estaba en decadencia, con un partido a punto de perder la presidencia y que, en Guerrero, se avizoraba que no lograría, ni con todo el fraude del mundo, volver a llevarse la gubernatura.

Cuando vira al PRD, lo hace en un momento específico: el partido del sol azteca ganaba, de todas, todas. Las 10 diputaciones federales, la mayoría en el Congreso local; tenía la gubernatura y auguraba que para la siguiente la volvería a tener. Su ahora mentor, Zeferino Torreblanca, controlaba todo: el partido, el Congreso, los ayuntamientos. Era un triunfo asegurado.

Después de eso, sus movimientos eran dentro del PRD, pero la tónica siguió siendo la misma: en 2012, cuando ya era Ángel Aguirre gobernador, y Ríos Piter senador, el asesinato de dos estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa amenazó por primera vez los cimientos del mandatario.

En el Congreso, Ríos Piter se movió, medianamente discreto, para operar la caída del gobernador y sucederlo él en el cargo. Narran políticos afines al mandatario, que Aguirre Rivero se dio cuenta y, en cuanto sobrevivió a la crisis, marcó distancia con el tecpaneco y puso en marcha la maquinaria para no dejarlo llegar a la candidatura. Para ello hizo crecer tanto a Luis Walton como a Sofío Ramírez, a los cuales les prometió lo mismo. Incluso impulsó a su secretario de Salud, Lázaro Mazón, y a su secretaria de Desarrollo Social, Beatriz Mojica Morga.

Habría que analizar muy bien el momento en que Ríos Piter decide salirse de la contienda interna por la candidatura a gobernador. Ya Aguirre Rivero había dejado el gobierno, pero aún no se definía quién encabezaría la lucha por sucederlo. Él seguía siendo el favorito en las encuestas, pero, denunció, la dirigencia nacional pretendió que Aguirre Rivero opinara sobre quién sería el candidato o la candidata. Y renunció públicamente a participar. Su decisión fue un gran enigma. ¿Qué exactamente le pidieron los dirigentes? ¿Recibió algún tipo de amenaza para retirarse?

La vida pública de Ríos Piter está llena de decisiones extrañas o, en todo caso, fallidas.

La candidatura a gobernador (y prácticamente la gubernatura) se le fue de las manos cuando Zeferino Torreblanca gobernaba. El asesinato de Armando Chavarría le allanó el camino de una manera tan clara, que a Torreblanca casi le da el infarto cuando aparece Ángel Aguirre y se la arrebata en sus narices. En la siguiente ocasión, dado que Aguirre Rivero parecía que era su único obstáculo, su caída le allanó otra vez el camino. Y entonces el propio Ríos Piter renunció.

Ahora, tras su renuncia al PRD, dice que se va a dedicar al Movimiento Jaguar. Lo hará partiendo de cero, en la capital del país, porque la estructura que creó en Guerrero con el apoyo de Zeferino Torreblanca, se ha desvanecido. Entre otras cosas, ese decaimiento ocurrió por otra de las decisiones extrañas de Ríos Piter: alejarse de Guerrero. Cuando los líderes de este movimiento se fueron al Grupo Guerrero, que encabeza David Jiménez Rumbo, dijeron que lo hacían porque no tenían comunicación con el senador, quien tenía mucho tiempo sin visitar Guerrero.

La única vez que se le vio en público en la entidad fue cuando acompañó a Rosario Herrera, quien hacía campaña para una diputación.

Habrá que ver en qué consistirá la próxima decisión del senador, y de qué estrategias se vale para abortarla él mismo.

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