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* Autoridades militares le negaron el auxilio a Antonio Julián Chepe; la agresión, en Acapulco, a la altura del entronque a Barra Vieja

REDACCIÓN   /

 

Acapulco, 02 de enero de 2017. El director de Diario Alternativo, Antonio Julián Chepe, quien cuenta con medidas cautelares de protección por la Secretaría de Gobernación, fue levantado por individuos armados, quienes lo retuvieron, lo golpearon y finalmente lo dejaron con vida, tras despojarlo de su camioneta.

En un relato pormenorizado de los hechos, Julián Chepe denunció que tras la agresión pidió el auxilio en el retén militar que se encuentra en el entronque a Barra Vieja, pero los soldados se lo negaron y solo le pidieron llamar al 911, donde tampoco le contestaron. También dijo que se comunicó a los teléfonos de emergencia que tiene por parte de la Segob, pero tampoco le respondieron.

“Me es imposible reconocer si fui objeto de una agresión directa a mi persona para meterme miedo y debilitar mi trabajo periodístico, o fui un caso más de violencia en México; lo que sí puedo decir es que ahora tengo más temor y siento claramente que mi vida corre peligro”, expuso.

Por su trascendencia, se reproduce a continuación, íntegro, el relato del periodista sobre la forma en que ocurrieron los hechos:

“La tarde del sábado 23 de diciembre, a las 14:00 horas aproximadamente, viajaba en una camioneta Nissan NP300 doble cabina, color azul marino, modelo 2017, sobre la carretera federal 200 Acapulco-Pinotepa Nacional, con dirección a Marquelia, y aproximadamente en el kilómetro 35, (dos kilómetros antes del crucero que comunica con el poblado Barra Vieja, perteneciente al municipio de Acapulco) me interceptaron dos camionetas con hombres armados con armas largas y cortas, una camioneta tipo Jeep Liberty, color negra u oscuro, se me emparejó para sonar su claxon. Volteando a ver la camioneta observé que dos de sus tripulantes me apuntaron con sus armas, haciéndome señas para que detuviera la marcha de la camioneta, para, inmediatamente, cerrarme el paso, bloqueando la carretera federal en ambos carriles.

“Alcancé a ver que de la camioneta tipo Jeep Liberty se bajaron cuatro hombres, todos armados, por lo que, estando dentro de la camioneta, levanté mis manos en señal de rendición; ellos, al llegar frente a mí, inmediatamente me insultaron y me empezaron a golpear, pidiendo que me bajara de la camioneta, pasándome hacia los asientos traseros de la misma, golpeándome en todo momento, manteniéndome con la cabeza agachada y amenazándome con quitarme la vida.

Ya, estando en los asientos traseros, me dijeron que me acostara en el piso boca abajo, y siguieron con los golpes.

“A la camioneta se subieron por lo menos tres hombres armados e hicieron maniobra para girar y dirigirse hacia Acapulco, en un tramo de unos 800 o mil metros; de allí se introdujeron en una brecha de terracería, a unos 300 metros.

“En este trayecto sufrí violencia física y psicológica. Al detenerse la camioneta, todos los hombres armados me empezaron a golpear y, amenazándome en todo momento con quitarme la vida, aseguraron que les dijeron que ya sabían quién era y que yo traía una fuerte cantidad de dinero.

“Después de unos minutos de tortura física y psicológica me introdujeron a un terreno, donde, con más golpes, me quitaron toda mi ropa, amarrándome de las manos hacia atrás y los pies también, sentenciando mi muerte nuevamente.

“Cuando me dejaron de golpear, y ya estando amarrado boca abajo, un hombre me interrogó preguntándome de dónde venía, para dónde iba, si venía con otro carro acompañándome, cuánto dinero traía, si traía pistola en la camioneta.

“Al responder todas sus preguntas, dijeron que me dejarían con vida en esta ocasión, pero se llevaron todas mis pertenencias, asegurando que si los denunciaba acudirían a mi domicilio a terminar el trabajo, interpretando yo que me matarían si fuera el caso.

“Una condición más para dejarme con vida fue que no gritara durante tres horas y después pidiera ayuda; si no, ellos me matarían, pues uno de ellos se quedaría cerca, vigilándome.

“Después de un rato, logré escapar de donde me dejaron amarrado, saliendo a la carretera federal a pedir auxilio, dos taxis se detuvieron y uno de los choferes me regaló una playera, al mismo tiempo que me indicó el carril con dirección a Pinotepa Nacional, diciéndome que el retén del Ejército y de la Policía Estatal estaba cerca, negándose a llevarme, pues iba en dirección opuesta (haciendo referencia al retén que se encuentra en el crucero que comunica con Barra Vieja).

“Poco después conseguí que una camioneta tipo Urvan, del servicio público de la ruta San Marcos-Acapulco, me llevara al crucero de Barra Vieja, en la misma carretera Acapulco-Pinotepa Nacional, donde está instalado un retén permanente del Ejercito mexicano, en conjunto con la Policía Estatal.

“Al llegar con ellos me identifiqué de palabra con los oficiales, enfatizando que cuento con medidas cautelares, notificándoles lo sucedido; sin embargo, los oficiales presentes me dijeron que nada podían hacer y sólo se dedicaron a tomar mis datos, por lo que me retiré del lugar al no encontrar apoyo de las autoridades mencionadas, quienes al final me dijeron que debía denunciar lo sucedido en el servicio telefónico de emergencias 911.

“Al llegar a Marquelia seguí haciendo varias llamadas a los teléfonos de emergencia que tengo, por las medidas cautelares, los cuales nunca respondieron; asimismo, acudí con el médico legista para que certificara mis las lesiones.

“Más tarde llamé al número 911, donde se negaron a tomar mi reporte por no contar con los datos totales de la camioneta que me fue robada.

“En este asalto y levantón me fue robada una camioneta Nissan NP300, mi teléfono celular, tarjetas de débito, mis credenciales y un portafolio con documentación personal y de trabajo.

“Por lo anterior, temo por mi vida, debido a que los maleantes tienen todos mis datos personales, siendo un blanco ahora más fácil ante cualquier agresión que pretenda perpetrarse contra mí.

“Me es imposible reconocer si fui objeto de una agresión directa a mi persona para meterme miedo y debilitar mi trabajo periodístico, o fui un caso más de violencia en México; lo que sí puedo decir es que ahora tengo más temor y siento claramente que mi vida corre peligro.

“Digo lo anterior porque en Guerrero, y particularmente en Acapulco, reina la impunidad, y las corporaciones policiacas y agencias del Ministerio Público, en su mayoría, son controladas por bandas de la delincuencia organizada o están al servicio o en colusión con ellas, por lo que, al presentar la denuncia correspondiente en la agencia del MP en Acapulco, prácticamente estaré dando aviso del hecho a las personas armadas que me hicieron esto.

“Ante estos hechos exigimos a las autoridades municipales, estatales y federales intervención para dar con los responsables quienes como dijimos trabajan en conjunto con los delincuentes”.

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