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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO  /

 

Acapulco, 10 de noviembre de 2019

Las próximas elecciones –federales y locales- van a estar marcadas por varios factores de incertidumbre, en escenarios complejos donde los actores de los últimos tiempos no necesariamente van a ser los que ocuparán la escena política.

Lo primero que salta a la vista, es que no se va a repetir en automático el resultado de las elecciones pasadas, donde Morena arrasó la votación. La ausencia del líder moral de este partido -el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ya no estará en las boletas-, sin duda va a tener algún impacto en el partido que gobierna el país y el municipio más importante del estado, Acapulco.

Entre los factores que podrían pesar para los morenistas, se encuentra el de la confrontación interna que no ha podido ser superada, pues en el plano estatal es visible la existencia de varias facciones que se disputan el control del partido y, por ende, de las próximas posiciones políticas; pero también pesa el desgaste de los municipios donde Morena gobierna, por la situación crítica, en términos financieros, que estos enfrentan, como es el caso de Acapulco.

La falta de recursos, por necesidad genera falta de resultados. Eso lo saben y lo viven todos los alcaldes morenistas, que se han aglutinado en torno a la acapulqueña Adela Román Ocampo. Hasta el momento, en Morena dos personajes lideran con miras a la candidatura para el gobierno estatal, según sea el escenario: si por cuestiones de género se define que será candidata mujer, la más visible es la alcaldesa de Acapulco, Adela Román, seguida, aunque de lejos, por la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros; y si es hombre, según la mayoría de las encuestas, es el senador Félix Salgado Macedonio, seguido, también de lejos, por el delegado federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. Desde luego, eso no implica que no puedan cambiar los escenarios.

Las dificultades que viven los morenistas, es algo que la oposición, tanto del PRI como del PRD, MC y PAN, están tratando de aprovechar al máximo.

Pero tampoco estos partidos la tienen fácil. En principio, porque los problemas que enfrentan Morena y sus gobiernos, no significan que este partido no pueda ganar. Al contrario: sus adversarios tendrían que hacer un buen trabajo para recuperar el espacio que perdieron en la última votación.

Pero sobre todo, también los opositores enfrentan sus propias crisis internas. En el PRD, por ejemplo, se mantiene la doble crisis que sufrió en la elección pasada: la del socavón que le significó el traslado de sus militantes y no pocos dirigentes a Morena; y la de la cruda moral de tener que seguir enfrentando al presidente Andrés Manuel López Obrador y al movimiento social más importante de los últimos tiempos, bautizado por este último como La Cuarta Transformación.

Mantener la oposición a la 4T le sigue costando mucho al PRD. Aparte están sus consecuentes desgajamientos. Por ejemplo, Beatriz Mojica Morga, quien fuera su candidata a gobernadora en la elección pasada y presidenta interina del Comité Ejecutivo Nacional, acaba de desprenderse del sol azteca. No ha anunciado nada al respecto, pero ya algunos la colocan como aspirante a la candidatura a gobernadora… por Morena, partido al que se enfrentó en la elección presidencial, de la mano con el panista Ricardo Anaya. En este mismo partido amarillo está el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, que se ha convertido en aglutinador de las corrientes y fuerzas perredistas, pero que hace una campaña de afiliación a su corriente, IPG, donde es evidente la distancia que pone con el sol azteca, al grado de que hay quienes no saben si Aguirre va a jugar con el PRD, con el PRI o con Morena en la próxima elección.

En Movimiento Ciudadano y el PAN las cosas están para llorar. La salida de Luis Walton del primero y la colocación de Ricardo Mejía Berdeja en el gobierno federal han dejado a este partido en el desamparo. Los panistas no logran mejorar su posición de últimos lugares en el estado.

En el PRI, las esperanzas parecen estar puestas en el senador Manuel Añorve, dado que ha demostrado, en experiencias anteriores, que puede obtener buenos resultados en escenarios adversos; pero la incursión de Mario Moreno como otro visible aspirante abre esperanzas para otro sector de priistas, que son identificados con el ex gobernador Aguirre Rivero, aunque, en días pasados, Aguirre y Añorve sostuvieron un significativo encuentro en la Ciudad de México.

Para el PRI, el hecho de que el gobierno federal y una tercera parte de la población del estado, estén bajo un gobierno de Morena, sin duda es un factor de incertidumbre: significa que tiene que redoblar sus esfuerzos para revertir lo que haya quedado del tsunami morenista.

Faltan casi dos años para la elección, pero ya los movimientos están acelerados. Priva la incertidumbre, pues además, las alianzas muestran que la renovación del poder ya no pasa necesariamente por los partidos: todos van contra todos, y a la vez, todos son botín de todos. Ya no se tiene certeza de que un priista vaya a ir con los del PRI o un perredista con los del PRD, por poner un ejemplo.

Lo único seguro, es que no hay nada seguro para el 2021.

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