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GABY CARMONA ASTUDILLO   /

 

Acapulco, 08 de diciembre de 2019

“Acapulco está de rodillas ante el crimen organizado». A un año de esas declaraciones emitidas por la alcaldesa electa de Acapulco Adela Román Ocampo, “el crimen organizado tiene de rodillas a Acapulco». Parece un juego de palabras, pero por donde se le quiera ver, la edil reveló una gran verdad.

Hay quienes la critican por decir lo que miles de acapulqueños viven diariamente en colonias de la zona rural y urbana del puerto, ahí donde la delincuencia organizada ha sentado sus reales y en donde las autoridades parecen no darse cuenta de la grave situación que los ciudadanos viven en el día o la noche.

Siendo alcaldesa electa, Adela Román habló de una gran verdad: Acapulco estaba de rodillas ante el crimen organizado, porque la delincuencia entró en miles de hogares, que ante la falta de empleo optó por el camino más fácil.

Porque quienes estuvieron en el poder en todos los órdenes de gobierno fueron omisos y la omisión es complicidad, dejaron que el crimen controlara calles y colonias del puerto por más de 12 años hasta que la autoridad fue rebasada y no tuvo más autoridad.

Para nadie es un secreto que los que tienen una empresa o negocio -sea en la zona turística o en cualquier parte del puerto- fueron sometidos y arrodillados, amenazados y extorsionados; fueron obligados a pagar para que pudieran trabajar, y los que se negaron a pagar fueron asesinados o sus negocios quemados, una realidad terrible que llevó a muchos empresarios a cerrar sus negocios, otros los traspasaron y salieron huyendo, los más valientes prefirieron pagar y aguantar la embestida.

A un año de estar en el poder, la alcaldesa a dicho una gran verdad: “Acapulco sigue de rodillas ante el crimen». Habrá  quienes no estén de acuerdo con estas aseveraciones, porque ilusamente se tiene que hablar bien de Acapulco a pesar de lo que está pasando, no se debe asustar al turismo de escaso poder adquisitivo que elige al puerto para vacacional.

No se debe olvidar que Acapulco tenía una policía que era controlada por la delincuencia organizada y es posible que aún haya algunos elementos que estén al servicio del crimen, sin embargo, hay que dejar claro que desde la llegada de Adela Román esa corporación está trabajando en la prevención del delito y en lo que respecta al combate del crimen organizado compete a los otros dos órdenes de gobierno.

Mas que fustigar a la alcaldesa en torno a una declaraciones que son la neta del planeta, el gobierno de la República debe empezar a abrir los expedientes de aquellos políticos guerrerenses que están vinculados al crimen organizado y cuyas campañas electorales fueron financiadas por quienes han sembrado el terror en Guerrero y en  Acapulco .

Porque es tiempo de que los guerrerenses puedan disfrutar del orden, la paz y la tranquilidad que les fue arrebatada y que hasta el momento la autoridad le ha quedado a deber.

Son miles de guerrerenses los que sufren por la violencia, son ríos de sangre los que corren por el Sur, y da la impresión que se simula todo el trabajo: delincuentes que son detenidos y que al cabo de unas horas son puestos en libertad y andan de nuevo en las calles, policías y funcionarios de la Fiscalía que son denunciados en mantas que dejan colgadas denunciando que les paga el crimen organizado y están bajo sus órdenes, y no hay autoridad federal que ordene una investigación. Se cubren y se protegen. Al menos ese es el mensaje, de ahí que nadie denuncia penalmente, por las complicidades que hay entre autoridades, fiscales y delincuentes.

Lo que dijo la alcaldesa Román Ocampo es una gran verdad, pero en lugar de apoyarla, se le fueron encima, y hasta dieron a conocer cuantas faltas tiene en el Grupo de Coordinación Guerrero, lo que reveló que esas declaraciones calaron hondo y dolieron más.

Ojalá que Andrés Manuel López Obrador regrese a ver a Guerrero no solo para hacer justicia a la entidad, sino para frenar a una clase política (de todos los partidos) ambiciosa por el poder y que seguramente atrás de ellos ya están esos grupos oscuros listos para meterle dinero a sus campañas y tener el control de este pobre estado suriano. A Acapulco se lo acabó la clase política que lo gobernó.

Todos aspiran a tener paz y tranquilidad, a volver a caminar por la Costera sin que te vayan a matar, a disfrutar de Acapulco sin que te caiga un balazo en la cabeza que te quite la vida, el trabajador aspira a salir de su casa en la mañana sin ser asaltado y regresar por la noche con vida y disfrutar a su familia, es mucho pedir, pero al menos ese es el deseo. Veremos qué pasa.

 

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