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Acapulco: tiempo de desastres

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VERONICA CASTREJÓN ROMÁN  /

 

Si alguna lección dejó la experiencia vivida a causa de la fuerte lluvia de la noche del domingo y la madrugada del lunes 19 de junio en Acapulco, es que no hemos aprendido nada sobre prevención ante meteoros de esa naturaleza, y que la mínima medida que se podría adoptar, tampoco existe; me refiero a la coordinación institucional entre los tres órdenes de gobierno.

El saldo, por lo menos, no habla de pérdida de vidas humanas, pero sí de inundaciones graves en varias colonias del anfiteatro, de 200 casas afectadas y de casi mil toneladas de basura arrastradas a las playas y calles bajas del puerto.

El presidente municipal, Evodio Velázquez Aguirre, recurrió a una desafortunada cita ante los medios de comunicación para tratar de justificar lo injustificable: “El alcalde no se va a prestar a decir: le toca a Juan, le toca a Abraham (…)”, y a continuación, no hizo más que poner el dedo en su propia llaga, pues declaró en un lapsus linguae: “yo creo que debe existir coordinación (…)”, y corrigió enseguida: “ como la hay, como la ha habido”.

Pero no, los datos observados revelan que no, que no hubo coordinación y que mucha de la responsabilidad recae en las autoridades municipales, tal como lo expresa el Reglamento Municipal de Protección Civil 2015 2018 del Ayuntamiento acapulqueño que en su artículo V, fracción VII señala que la Dirección Municipal de Protección Civil “supervisará y participará en los programas anuales de limpieza y desazolve de cauces de ríos, arroyos, barrancas y demás cauces pluviales”.

Y aunque el coordinador de Protección Civil del Ayuntamiento porteño, Sabás Arturo de la Rosa Camacho boletinó profusamente sus recorridos a últimas fechas en colonias populares consideradas de alto riesgo, en donde habitan más de 3 mil familias, lo cierto es, que tanto en la colonia Sinaí, como en la Sector 6 y en la Garita, vecinos se quejan de incumplimiento en el desazolve de los canales pluviales que, atestados de basura y maleza, propiciaron las inundaciones que afectaron gravemente el patrimonio de centenas de familias, aun cuando el alcalde Velázquez Aguirre reflexione y declare que las lluvias “solo causaron inundaciones y daños materiales”, como minimizando el problema.

El huracán Paulina y el Ingrid-Manuel con sus devastadores impactos en miles de habitantes de Acapulco, incluidas pérdidas de vidas humanas y patrimonios completos, no han bastado para alertar a las autoridades responsables de evitar que los estragos a la población civil continúen, a sabiendas de que Acapulco no solo es vulnerable a meteoros atmosféricos, sino que también enfrenta graves riesgo de sismicidad.

Evodio Velázquez intenta lavarse las manos aduciendo que el Ayuntamiento realizó el gasto correspondiente en el desazolve de canales pluviales y hasta argumenta que hay fe notarial de esos hechos. Y pues, sí; pero no. Los hechos hablan de otra cosa.

La lluvia del domingo pasado y la madrugada del lunes, convertida en una tromba mantuvo en vilo a miles de familias que, por lo menos a esas horas, no se sintieron apoyadas por las autoridades responsables, léase la Coordinación Municipal de Protección Civil, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (Capama), Saneamiento Básico Municipal, La Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del Estado de Guerrero (Capaseg) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

Y así las cosas, tanto el alcalde, Evodio Velázquez, como el gobernador del estado, Héctor Astudillo, deberían conminar a los titulares de las dependencias correspondientes, a fin de que rindan cuentas claras de sus responsabilidades y de la descoordinación que existe entre ellas, ante fenómenos climáticos de letal magnitud que no entienden de componendas de partidos políticos.

 

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