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GABY CARMONA ASTUDILLO /

 

Acapulco, 05 de julio de 2020.

La presidenta municipal de Acapulco, Adela Román Ocampo, coordinó perfectamente bien la situación de la pandemia.

Actúo con responsabilidad y firmeza en la toma de decisiones, nadie puede decir lo contrario. En asuntos de gobierno, asumió la parte que le correspondía y se sumó a los trabajos de coordinación con el gobierno del estado y la Federación.

Enfrentó situaciones difíciles con grupos sociales que demandaban apoyos económicos para hacer frente a la situación, olvidando que el Ayuntamiento   enfrentaba su propio viacrucis financiero.

Los demandantes, acostumbrados a la exigencia de apoyos económicos y que el gobierno todos les daba, exigían el otorgamiento de las mismas canonjías del pasado. 

Y  no se trataba de un asunto de insensibilidad, no, de lo que se trataba era el de que los recursos económicos plasmados en el presupuesto alcanzaran a cubrir lo planificado pues dentro de esa planificación, ningún gobierno vislumbró una pandemia.

Los adversarios de la alcaldesa se dieron vuelo y todos los días -hasta hoy- le siguen lloviendo golpes a su persona. Y hay una razón: Adela Román actuó pensando en qué era mejor para Acapulco.

La pandemia no la manejó con una visión política, y no es que no sea sensible a los problemas que viven los acapulqueños, por el contrario, cuando tomó la decisión de cerrar las playas -mucho antes que AMLO- asumió la responsabilidad en su totalidad y lo hizo para evitar un mayor contagio de personas. Y asumió el costo político.

Es cierto que Acapulco lideró por unos días el mayor número de enfermos, pero no fue por decisión de ella que esto se dio, sino porque el grueso de los ciudadanos tomó a la ligera el problema y nunca guardó la sana distancia ni se mantuvo en su casa.

Hoy algunas  actividades están ya operando con las reservas protocolarias emitidas por la Secretaría de Salud. La actividad económica comenzó a moverse, y eso es bueno para todos, gobierno, iniciativa privada y sociedad.

Todos deben poner de su parte para que Acapulco deje de ser una ciudad estadística, todos -turistas y prestadores- deben acatar las reglas, cumplirlas, porque no hacerlo, significaría que nada aprendieron en estos días de encierro.

Por lo pronto, Román Ocampo ha ordenado dos enroques en igual números de oficinas, la actividad poco a poco regresará a la normalidad y en algunas colonias continúa el apoyo de los comedores comunitarios y la entrega de despensas a las familias más vulnerables. 

Durante esta pandemia se le dio mantenimiento a todos los depósitos de agua potable en Acapulco, los cuales tenían de 10 a 20 años sin mantenimiento, aunque el problema del agua sigue siendo eso, un problema por la enorme deuda que tiene el organismo con la CFE, algo que no se va a solucionar en lo que resta de su gobierno.

Y pese a que la alcaldesa sigue trabajando a su ritmo, sus adversarios políticos le pegan con todo, pero eso es cosa de políticos. Adela no se detiene ante eso, sigue con el reto de llevar a buen puerto el municipio que gobierno. Veremos qué pasa.

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