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ROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ   /

 

Ahora les comparto unas infidencias.

  1. José Reveles no usa Facebook. No lo necesita. Lo distrae demasiado, dice.

El 1 de diciembre, entre el maremágnum de información por el cambio de régimen presidencial, yo pegué allí una noticia de que el Comité Ciudadano por el Premio Nacional de Periodismo le había concedido el galardón por trayectoria a José Reveles. “Se habían tardado”, agregué.

Pepe ni cuenta se dio. Pero otros muchos lo supieron también por ese enlace y, en horas, 91 marcaron me gusta, 81 replicaron la nota y 21 le felicitaron sin darse cuenta que el muro no era suyo. Eso me empujó a ser su mensajero.

Por la noche del día que comenzó la 4T, vía correo electrónico, le mandé a Reveles una toma de pantalla con todos los comentarios y aproveché para usar esa foto digital como tarjeta de felicitación. Guaseamos de que tal premio sería mejor si fuese acompañado de dinero en efectivo, que buena falta nos hace.

No le comenté mi pensamiento de que, a pesar de todo, ese es el más alto reconocimiento formal que puede tener un periodista: aceptación de que es el mejor y más todavía cuando la mayoría de los premios que se anunciaron el 30 de noviembre fueron para jóvenes periodistas de investigación que difunden en web o sea en medios industrializados o convencionales, los más sujetos al mercado.

  1. Hace 10 meses, el 29 de enero, porque se me pegó la gana, o sea sin motivo explícito, escribí para esta columna algunas cosas que supuse poca gente conocía de Reveles. Transcribo una parte:

Muy pocos le conocen como José Leobardo Reveles Morado. Esto es porque en uno de los hemisferios de la comunicación masiva, o sea el de la información periodística, se le ubica sencillamente como Pepe Reveles.

Muchísimos políticos, militares, policías, defensores de los derechos humanos y sobre todo periodistas sabemos que Pepe Reveles entró a la brega reporteril hace más de medio siglo, siempre investigando y corroborando los datos que solidifican sus trabajos. Por eso su mayor distintivo es que se confía en él y en la honestidad de sus piezas periodísticas. La credibilidad es la mayor fortaleza de un periodista.

Pero Reveles tiene un aspecto poco sabido. Ha sido –y es— muy consistente en la promoción del profesionalismo y defensa de sus pares. Estuvo en la creación o desarrollo de entidades para el hacer al periodismo más equilibrado como en Cencos, o para su organización profesional como en la Unión de Periodistas Democráticos (UPD), o para su capacitación como en la Academia para el Desarrollo Profesional de Periodistas (DESPER) o bien para la protección de su integridad, como en la Casa de los Derechos de Periodistas (CDP).  Y seguramente en otros organismos.

Modesto y sencillo –como es para el trato personal– en las muchas entrevistas que le han hecho en los años recientes no se autocalifica: “solo soy reportero”. No le añade apellidos a su perfil profesional porque tampoco acepta que le agreguen al periodismo adjetivos como de datos, de investigación, social, ciudadano y así. El periodismo es periodismo, bueno o malo, replica siempre.

Por allá en 1996, en el primer diplomado de actualización profesional para periodistas en la Universidad Iberoamericana, Pepe fue uno de los que impartió cátedra. Como coordinador académico lo presenté como el mejor periodista de investigación de México, pero él repeló en automático: “reportero, nada más”, corrigió.

Desde su salida de Proceso, donde fue Jefe de Información, cuando ya los páginas y tiempos en los medios de prensa tendían aceleradamente a la reducción, los grandes reportajes comenzaron a ser menospreciados por la tiranía del espacio, Pepe no se arredró y siguió haciendo sus pesquisas de largo aliento y logró difundirlas donde mejor cabían; así se convirtió prácticamente en uno de los pioneros en México de publicar en libros sus investigaciones periodísticas.

Por eso ha escrito diez reportajes tan grandes que debieron hacerse libros o lo inverso. Ha redactado diez libros cuyo valor son los datos, la precisión, la historia de lo confirmado. Algunos son: La Quina / El lado oscuro del poder (en coautoría con Salvador Corro)  / Las manos sucias del PAN / Las Historias más negras / Narco, impunidad y corrupción / El Chapo: entrega y traición.

En la columna de enero escribí  algo de su extenso Currículo y traté de explicar que es el periodista que más conoce y tiene el mejor pulso de los temas de seguridad, justicia, derechos humanos y por otro lado, sin buscar lucimiento personal es uno de los siempre activos por la mejoría y defensa de sus pares. Todo eso, en poco lo conocerán más las pocas personas cercanas al periodismo mexicano que no sepan de Reveles.

3.- Pero en la columna de enero me faltó algo. Como se parafrasea a Kapuściński, muy probablemente Reveles sean tan buen reportero y aceptado como periodista por gente de todas las tendencias porque es buena persona.

Yo conozco un hecho que refleja esto. Y estoy seguro que lo saben demasiado pocos.

En 1989, hacían pocos días de la detención espectacular de José Antonio Zorrilla Pérez, ex director de la Federal de Seguridad como presunto autor intelectual del asesinato del periodista Manuel Buendía. Pepe Reveles era entonces de los reporteros de Proceso –donde era jefe de información– que había recopilado y publicado información suficiente del caso desde 1984.

En la editorial Planeta, el responsable de buscar títulos y autores era amigo cercano de Reveles y le propuso que hiciera un libro con todo lo que sabía. La respuesta de Pepe fue que sabía de otro reportero, este en Excélsior, que tenía mejores datos y prosa solvente –Excélsior era satanizado por casi todos los de Proceso-. Pepe recomendó que lo hiciera el otro reportero porque probablemente lo haría mejor. El mismo fue el encargado de proponérselo; éste, sin saber de su declinación le pidió a Reveles y al editor que fuera él quien le corrigiera el estilo las tres semanas en que se produjo el libro Zorrilla, el imperio del Crimen. Se agotó en unas pocas semanas y después se vendieron 12 reimpresiones.

El autor del libro supo del hecho que pintaba a Reveles con una gran honestidad intelectual y generosidad humana cuando el editor se lo contó después. Así es, ha sido y seguirá siendo Reveles. Una gran persona. Gracias Pepe.

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