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CITLALI CALIXTO   /

Acapulco, 17 de abril de 2021.

El próximo 6 de junio saldremos a votar en lo que serán las elecciones más grandes en la historia de México. En ese sentido, las campañas electorales han detonado una diversidad de procesos y estrategias que buscan recibir el apoyo popular de la ciudadanía.

Por mi parte, la austeridad y el trabajo de calle, de tocar puerta por puerta, es la estrategia que he elegido para llegar al Congreso del Estado de Guerrero por el distrito 4 local. Dicha estrategia es congruente con los principios de la 4T, prudente con la situación sanitaria ocasionada por la pandemia y útil para escuchar los verdaderos sentires de la ciudadanía en un plano de horizontalidad.

Por desgracia, hay otras y otros candidatos que han recurrido a expresiones violentas y chistes para hacer campaña. Especial atención generó un desafortunado promocional por parte de una candidata del PAN, en el que se lee la frase: “hazlo conmigo (el cambio) no con la morena”. Sin duda, una indignante expresión que conjuga elementos machistas, clasistas y racistas a modo de chiste de doble sentido. 

Sin embargo, considero que es una excelente oportunidad para evidenciar el funcionamiento de la violencia simbólica y la aplicación de violencia política de género más discreta. Frases como la ya citada normalizan diversos tipos de violencia al dar el mensaje de que está bien burlarse de esos elementos que, aunque en realidad se refieren a temas políticos coyunturales, juegan con el doble sentido. Así, ver respuestas críticas a ese promocional me genera esperanza de que poco a poco vamos estableciendo límites más claros cuando de violencia se trata. No obstante, me parece preocupante que un equipo electoral completo haya coincidido en que esto sería una buena idea y que la misma candidata hubiera autorizado un uso tan deleznable de su imagen.

De alguna manera, este caso también ilustra la necesidad de nombrar todos los tipos de violencia de género existentes para coadyuvar a combatirlos y eventualmente erradicarlos. Justo por eso parte de mis propuestas legislativas se orientan a nombrar algunos tipos de violencia pendientes en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Guerrero, como la violencia política de género y la violencia obstétrica. Estoy segura de que la vía legislativa puede ofrecer una buena cantidad de herramientas para ir erradicando prácticas tan caducas como la de la candidata del PAN.

En suma, lo que nos queda claro sobre esta situación son dos cosas: que el PAN, aunque se nombre feminista y defensor de derechos humanos, tiene muy arraigado el machismo, clasismo y racismo dentro de sus filas; y que hay desesperación por llamar la atención y levantar las campañas electorales. Es evidente que su hambre por el poder puede más que la ética que debiera regir en el mundo de la política. Y es obvio: les cuesta reconocer que la gente ya no les cree y les cuesta soltar el poder político del cual se han enriquecido por años.

En ese sentido hago tres llamados muy concretos. A mis compañeras y compañeros candidatos de Morena: continuar haciendo campañas electorales a la altura de lo que la sociedad mexicana merece, sin violencia, con responsabilidad social y con los principios de la 4T siempre en mente. A las y los candidatos de la oposición: a elevar el nivel de campañas electorales, a contrastar posturas, a presentar iniciativas reales. Y a la sociedad en general: a continuar con la loable labor que hacen de cuestionar, criticar y retroalimentar a las y los actores políticos de esta contienda. Esta serie de elementos nutre a la democracia, y nos hace mejores ciudadanas y ciudadanos, confío en que para allá vamos.

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