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YAÍR GARCÍA /

 

Acapulco, 18 de octubre de 2020.

Cuando hablemos de Acapulco debemos referirnos con propiedad y respeto, pues ha sido epicentro del Jet set del mundo en los 70, fundador del turismo como actividad económica y protagonista del crecimiento económico del país. Esto se enmarca en la perspectiva temporal histórica que tiene Acapulco hasta mediados de los 90, después de ahí, un claroscuro nos ha envuelto y no nos hemos podido recuperar, por lo que considero tres momentos que han ocasionado la situación del municipio hasta la actualidad y que me parece importante enmarcar.

El primer momento fue en los 80 que, a pesar de tener los recursos y un panorama económico único en sus tiempos, no se consideró un plan de crecimiento exponencial de la ciudad lo que generó dispersión urbana, causando la falta de servicios públicos en las colonias, agua principalmente. Además de que no se consideró la diversificación de la actividad económica; extasiados por la mina de oro: El turismo, nadie se percató que tenía fecha de caducidad y/o que se tenían que explotar otras actividades económicas para no depender de una sola.

Otro momento que explica la situación económica de Acapulco sucede en los 90.

El crecimiento de la población motivó más insumos por familia y a falta de profesionistas para áreas técnicas; el comercio informal fue la respuesta del acapulqueño desempleado; lo complejo de esta situación es que toda la actividad económica se concentró o se encuentra relacionada con el turismo. Esto abarrotó el mercado e invadió el espacio de diversión, ocasionando que la demanda bajara y que el mercado turístico internacional cambiara por el nacional.

Al no tener la misma pujanza económica de las décadas anteriores, los ingresos de la población se mermaron y con ello la incertidumbre y desesperación consolidaron la violencia. Tendencia que se ha potenciado y desbordado hasta la actualidad.

Otro escenario que observo es la suma de todos los errores administrativos, pero también la falta de exigencia por parte de la ciudadanía, ya que al elegir a nuestras representaciones solo se registra el 35 por ciento de participación en las urnas, colocando al frente a personajes sin ética, con prosapias políticas y falta de profesionalismo; ocasionando el envilecimiento, corrupción y desconfianza de las instituciones de gobierno por el desorden político, económico y social que genera su ineptitud. Al abandonar el derecho a votar se permite que los políticos de siempre capitalicen y se apropien del interés público porque no se generan nuevas opciones; ocasionando que el resultado de su función pública termine con más deudas de las que había, sin resultados tangibles; su justificación: la que ustedes quieran, al final es claro que nunca entendieron ni supieron cuál era el problema, pues el objetivo se cumplió: era llegar al poder.

El proceso electoral del 21 se encuentra a la vuelta de la esquina, pronto desembarcará en la costa de Acapulco y traerá consigo la o el elegido para gobernar el estado, y particularmente Acapulco.

Por lo que surgen una serie de preguntas al respecto: ¿Quienes bajen de ese barco democrático conocen la situación económica, la perspectiva histórica y el devenir social del municipio? ¿Contarán ya con un programa social, económico y cultural que sea resultado de un diagnóstico específico para gobernar, para que después no haya excusa que no hay recursos? ¿O esto queda en segundo plano y lo que importa es ser tan popular que la gente ni siquiera note que les hace falta aptitudes para el cargo que buscan?

Si fuera este último el escenario, la o el ciudadano marinero más responsable debe gritar:

¡Crisis a la Vista!

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