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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 04 de noviembre de 2021. El periódico Novedades Acapulco, fundado en 1969 por Mauro Jiménez Mora con capital de Rómulo O´Farril, suspendió la circulación de sus ejemplares el último día de octubre pasado.

Desde ese momento, sus trabajadores están en la calle. Oficialmente, la empresa que edita el llamado Diario de la Familia Guerrerense, anunció un descanso de dos meses para regresar en enero “con más fuerza que nunca”.

En los hechos, parece un cierre definitivo; o, en todo caso, una acción fuera de la ley. En México, la Ley Federal del Trabajo establece una relación subordinada entre el patrón y el trabajador. El patrón, es decir, la empresa, no puede dejar de pagarle el salario al trabajador aunque este no esté laborando si la causa es atribuible al primero. Tampoco se puede hacer “paro patronal”, es decir, la empresa no puede dejar de producir para, por ejemplo, contraer o incentivar al mercado.

Eso significa que, legalmente, Novedades Acapulco puede suspender actividades solo si lo justifica ante el SAT, de otro modo no. Pero, en todo caso, durante los dos meses en que hará tal cosa, los trabajadores deben seguir cobrando su salario, porque este, de acuerdo con la ley, es irrenunciable. Por tanto, en esta suspensión, los trabajadores deben mantener su carácter, su antigüedad, y su salario.

Sin embargo, de acuerdo con los testimonios que estos mismos han dado, un día la empresa les anunció el cierre, y al otro día hábil canceló el reloj checador. Durante el anuncio, se habló de liquidaciones al 50 por ciento, en el mejor de los casos. En el peor, “demanden si quieren”.

En su anuncio público, Novedades Acapulco responsabilizó de su cierre a tres factores: la violencia, la pandemia, y la 4T.

El periódico circuló durante 52 años, fue líder en ventas durante mucho, mucho tiempo, y fue poderoso, al grado de hacer temblar a políticos y de hacer caer a algunos. Los tiempos cambiaron, y el Novedades no se preparó para la crisis. Su abultada nómina era solo uno de sus males; pero en realidad, la disminución de anunciantes, prohijada en parte por la violencia, y en parte por la pandemia, pero principalmente por sus propias tácticas empresariales; y su dependencia del dinero público para operar, fueron las causas de la debacle. Por eso la editorial del diario culpa a la 4T: porque dice que el gobierno de la Cuarta Transformación retiró los fondos para pagar publicidad en los medios regionales. Nada dice que, en Acapulco, el gobierno de Adela Román, primero de la 4T en el puerto, le mantuvo el convenio de publicidad, si bien lo disminuyó como a todos.

Tampoco nada dice sobre el hecho de que en el pasado proceso electoral, pese a que debía ser neutral como medio, tomó partido por la alianza PRI-PRD y su candidato Mario Moreno Arcos, y dentro de Morena, por el empresario Luis Walton Aburto, y desde ambas posturas se dedicó alegremente atacar a los candidatos de Morena, en particular en su momento a Félix Salgado Macedonio. No es que ahora alguien le cobre facturas, pero la administración de Novedades Acapulco tiene razones para no creer que pueda seguir siendo privilegiado.

Al paso de los 52 años de su existencia, es difícil catalogar a este diario. Su tendencia pro empresarial fue muy clara siempre; pero también abrió importantes espacios para las colonias más marginadas. Memorables fueron las secciones Periferia y Colonias, que formaron parte del diario en la década de los 90. En lo político fue un periódico conservador, fiel soldado del PRI y en general del sistema, adversario (aunque más bien omiso) de los movimientos de izquierda, en particular del PRD y ahora de la 4T. Fue gobiernista, sin embargo, en sus páginas llegaron a publicarse reportajes y coberturas que retaron abiertamente a la autoridad, como el conflicto en Lomas de Chapultepec y los despojos por la autopista del Sol, y muchos otros.

Llegó a los extremos de editar fotografías de marchas u otros conflictos solo porque al fondo aparecía un letrero o un camión de una empresa ¡y no estaba pagando publicidad!

Para algunos, Novedades fue una escuela en su ejercicio periodístico; para otros, fue un campo de entrenamiento en las precariedades que contiene esta actividad. Para mí, fue un remanso en los tres momentos en que estuve en ese periódico: exploré los géneros, caminé libremente, hice amistades que aún perduran, y no creo haber sido explotado, inclusive tuve oportunidad de participar en dos rebeliones laborales (o más bien periodísticas) tras las cuales fui despedido y aceptado después, en una tercera donde yo fui quien despidió al periódico para nunca regresar a él. He de reconocer que siempre conté con el manto protector de Miguel Ángel Arrieta y Armando Robles, jefes de Información y de Redacción.

Novedades Acapulco fue también escenario de abusos laborales, algunos de los cuales caminaron a los tribunales, pero invariablemente fueron contenidos por el poder que tenía esta empresa. No que en otros periódicos no los hubiera, pero aquí hubo casos extremos. Los repartidores eran constantemente víctimas de descuentos que eran verdaderos robos, inventos muchas veces desde la administración. También hubo solidaridad, sobre todo para los reporteros y fotógrafos cuando eran agredidos, solidaridad que en la actualidad muy pocas empresas tienen con sus trabajadores.

Al final, Novedades Acapulco tuvo claroscuros como en todas partes, pero también momentos de brillo. Es lamentable que ahora cierre, por todo lo que deja atrás en este medio siglo de presencia. Pero es también lamentable, y nadie debería permitirlo, el golpe, otro golpe, a los trabajadores. Esa es una parte oscura de la empresa, sobre la que hay que arrojar también la luz.

 

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