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RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ  /

Chilpancingo, 18 de noviembre de 2020.

El PRI en Guerrero tiene de dos sopas, solo dos para tener candidato a la gubernatura: Manuel Añorve Baños, actual senador de minoría, y Mario Moreno Arcos, ex secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Héctor Astudillo Flores. Los demás, son los de menos.

Añorve ya fue candidato a gobernador, su sueño eterno fue frustrado cuando Ángel Aguirre renunció al PRI aparentemente, para convertirse en candidato del PRD. El hoy senador de minoría, no goza de la mejor reputación en la ciudadanía guerrerense, sobre todo en Acapulco. Sin embargo es quien más y mejores conexiones tiene en el CEN del PRI vía sus nexos con la mafia priista encabezada por don Beltrones, hoy desde la oscuridad. Esto le permite al senador tener los hilos de la designación del candidato a gobernador en su favor. 

Añorve ha invertido mucho para permitir que alguien le arrebate la distinción de volver a ser candidato del PRI y ahora de manera histórica (que no significa honrosa) también candidato del PRD. Tiene los dados cargados en su favor en el PRI, todos sabemos que los dados están cargados.

Mario Moreno Arcos, es tal vez el priista que siempre ha aspirado a las dos posiciones más importantes fuera de la alcaldía de Acapulco y nunca lo han dejado pasar: senaduría y gobernador. Mario carga con una losa muy pesada, señalado por los priistas de haber traicionado a su partido en la elección de gobernador para apoyar a Ángel Aguirre, no es bien visto entre las filas tricolores; tiene estructura, tiene presencia, discurso, trabajo, pero no tiene la simpatía de una parte de la base ni de la cúpula nacional priista. Se entiende que Mario se había replegado al figueroismo, pero sin ser totalmente tomado en cuenta en esas filas, se ha mantenido como huérfano de grupos fuertes, lo que lo ha llevado a una falta de operadores nacionales que respalden su aspiración.

El PRI parece tener definido quién encabezará su candidatura y por ende la candidatura de la coalición pues por ningún motivo el tricolor dejará que le arrebaten dicha posición, aunque en las mismas filas y cúpulas priistas saben que van a una batalla moral y políticamente derrotados.

El PRD integrante de esta coalición ha definido su precandidato: Evodio Velázquez Aguirre. Sabedores que no tienen ninguna oportunidad en esta contienda, han definido ir a una elección amparados en la sombra priista para en el momento de la derrota echarle toda la responsabilidad de la misma a los priistas; en la cúpula perredista solo tienen en la mira las plurinominales y algún municipio marginal, sabedores que los tiempos de vacas gordas ya se fueron y que no regresarán. Peor si, ahora que les designen a Añorve como su candidato, una gran parte de la base amarilla va a empezar a desertar del sol azteca para dejarles a los líderes de las tribus un cascaron vacío.

El PRRID sabe que está perdido, pues sabe incluso que no hay garantía que desde la cúpula se mantengan todos unidos, el efecto Añorve va a propiciar desgajamientos importantes en las filas de esos partidos. A pesar de saberlo, nadie puede evitar que Añorve les agandalle la candidatura por los amarres que tiene a nivel nacional con la cúpula priista y los acuerdos con los Chuchos, verdaderos dueños de lo que queda del PRD.

Nunca como ahora la suma de dos ha restado tantos puntos a una opción, se juntó el partido de la sangre y la violencia con partido del fraude y las masacres. Bien por ellos, que van a formar el Partido Revolucionario y de la Revolución Institucional Democrática (PRRID). 

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