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GABY CARMONA ASTUDILLO    /

 

Acapulco, 20 de junio de 2021.

La falta de medicamentos para atender a los niños y mujeres con cáncer,  se ha convertido en un verdadero problema  para quienes padecen esta enfermedad,  pero a esto se le agrega el hecho de que al interior del Instituto Estatal de Cancerología Dr. Arturo Beltrán Ortega,  los grupos internos que buscan a toda costa mantener el control de la institución para seguir haciendo sus negocios personales a costa del dinero público, y cuando esos intereses se ven afectados, entonces recurren a la campaña de difamación para desprestigiar  a quien afecte esos intereses.

En el 2017 el director del IECAN, Jorge Azar Silvera, vivió en carne propia una campaña de linchamiento mediático hasta lograr su renuncia, sin embargo, ni uno solo de esos señalamientos fueron verídicos, por el contrario,  las investigaciones que realizaron en su tiempo y en su momento, la CEDH, la COFEPRIS y LA CONAMED, concluyeron que no existió evidencia de sustitución del medicamento, pero además no encontraron medicamentos genéricos para ser aplicado a las quimioterapias.

Las dependencias involucradas en esta investigación concluyeron que los fallecimientos no fueron consecuencia de los medicamentos y que todos los medicamentos contaban con el registro sanitario.

Y por si fuera poco, la dirección de Jorge Azar fue sometida a diferentes auditorias por parte de la Contraloría de la Secretaría de Salud, la Contraloría del Estado, La Auditoria General del Estado así cómo la Auditoria Federal del Seguro Popular, todas llegaron a la conclusión, de qué no había ninguna falta administrativa cometida, por lo tanto, estas concluyeron sin observación alguna para el director del IECAN, Jorge Azar Silvera.

Sin embargo, el mal estaba hecho, la campaña de difamación en su contra orquestada desde el interior de IECAN, había logrado su objetivo: el gobierno de Héctor Astudillo ordenó su destitución, sin darle derecho a ser escuchado.

Con su renuncia, los negocios particulares de un grupo de perversos se afianzaron y a la fecha siguen floreciendo, sin importar que para lograr su cometido se dañara la honorabilidad de una persona, poco importó que tuviera dos cedulas profesionales uno en medicina (3466267) y la otra en Ginecología y Obstétrica (5650425) ambas por la Universidad La Salle.

La salida del Dr. Jorge Azar fue sin duda alguna un golpe político fuerte a un profesional que buscaba una transformación verdadera al interior del Instituto, sin embargo, sirvió para que los perversos siguieran haciendo sus negocios particulares, su modus operandis es así: los atienden en sus consultorios privados en donde les hacen un presupuesto elevado de más de 30 mil pesos, pero, las quimioterapias y radiaciones -según sea el caso- las realizan en el IECAN, en donde solo ingresa una cuota simbólica de recuperación y el resto va a sus bolsillos personales de los médicos, lo hacen de forma cínica sin importar que con ello se lleve al desprestigio no solo a una persona sino a toda una institución.

La grilla barata debe parar por el bien de ésta noble institución y por el bienestar de los niños y mujeres con cáncer a quienes muchas veces, son los propios médicos quien los manipulan en aras de conseguir sus objetivos. Algo que debe terminar de tajo y el gobierno deberá asumir la responsabilidad que le corresponde, suministrar los medicamentos para que los enfermos tengan la mejor atención. Una investigación discreta y sigilosa no solo en los negocios que se hacen para beneficio particular sino en los despidos injustificados, las denuncias de acoso laboral y acoso sexual denunciadas sino en el manejo de medicamentos y los recursos económicos no estaría mal que se llevara acabo. Veremos qué pasa.

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