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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO     /

 

Acapulco, 212 de abril de 2022.

Mucho ruido y tinta ha corrido en torno a la votación de los diputados federales en la sesión del domingo, donde no alcanzó las dos terceras partes de los votos la reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Un asunto interesante de este tema, es el relacionado con el ventaneo de las diputadas y diputados que votaron en contra de la reforma. Traidores a la patria, los ha llamado Morena, y lo repiten ciudadanos, o ciudadanos simpatizantes de este partido.

En Guerrero, han circulado algunos mensajes, unos que llevan el señalamiento de traidores a la patria para legisladores del PRI y el PRD, y otros simplemente donde se da cuenta de quiénes votaron en favor y quiénes votaron en contra.

En defensa de los priistas y perredistas, se han alzado voces para decir que estos solamente ejercieron su libre opinión, y que es sano (o no es malo) tener una opinión distinta a la del presidente de la República.

En eso tienen razón quienes esto afirman, pues, si no se está en tiempos de guerra o bajo amenaza de un país extranjero, la traición a la patria no se consuma, aunque se vote para favorecer intereses contrarios a los mexicanos.

Lo que sí es posible en estas circunstancias es que los electores que creen que la reforma eléctrica debió haberse aprobado, castiguen electoralmente a estos diputados. Eso es viable y saludable. Si el pueblo en general le parece que debía votarse por el sí, está en su derecho de castigar a quienes fueron por el no.

La dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha salido a condenar una supuesta campaña de linchamiento contra sus diputadas y diputados por haber votado en contra. En particular, ha impulsado la defensa de las diputadas como una estrategia para sumar en su favor por la cuestión de género, y descalificar la crítica contabilizándola como violencia política de género.

La pregunta aquí estaría en definir si el concepto de traidores a la patria es aplicable o no a los diputados en este caso. Hay algo que el ciudadano común parece entender: que la reforma electoral buscaba garantizar un interés nacional, muy parecido al de la nacionalización de la industria eléctrica aplicada por Adolfo López Mateos. El voto en contra simplemente no parece estar en la lógica del mexicano promedio, aunque desde luego, hay una franja de quienes sí se sienten representados por estos legisladores. Por eso, la llamada “traición a la patria” no alude a un tribunal, sino al juicio de la historia. Y una aclaración: no se les reclama por votar en contra del presidente; sino por votar en contra del interés nacional.

Pero habrá que coincidir: puede ser excesivo el calificativo de traidores a la patria.

No obstante, el ciudadano sí tiene derecho a conocer el voto de cada diputada y diputado en el Congreso, quiénes votaron por el sí y quiénes votaron por el no, y aplicarles un premio o un castigo. Los diputados no se representan solos, representan a sus electores y en general al pueblo de México. Por eso están obligados a rendir cuentas y a sentir la aprobación o el rechazo de sus conciudadanos, pues, aunque se les olvide, ellas y ellos tienen un compromiso con la gente, no con las dirigencias de sus partidos.

La jornada del domingo fue histórica en varios sentidos, no solo por lo que estaba en juego, que es el futuro de la energía eléctrica, que es la soberanía nacional en ese rubro, sino porque fue la primera ocasión en que los diputados no fueron presionados para vender su voto; también, porque es la primera vez que hay una reacción ciudadana, sobre todo en redes sociales, y seguramente la habrá también en las urnas, frente a la postura que asumieron los legisladores.

No es que diputadas y diputados tengan que verse en el pabellón de los acusados, pero sí deben asumir sus responsabilidades de cara a la toda la nación. Es importante no perder la memoria histórica y recordar quiénes ahora hacen la roqueseñal por su triunfo en la reforma eléctrica, como Humberto Roque Villanueva, “se chingó” al PRD de entonces al lograr el aumento al IVA del 10 al 15 por ciento, pero en realidad nos chingó a todos.

Al final de cuentas, más allá de los lloros por la supuesta campaña de linchamiento, y ya con la calma que representa el que haya pasado la votación, tal vez es momento para reflexionar despacio sobre los quebrantos a la nación que la reforma pretendía corregir, que era el tema a votar. Así, veremos si las bancadas priista, perredista, panista y de MC, lograron pegarle al presidente o si, como Roque Villanueva, solo nos pegaron a todos.

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