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ROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ    /

 

Ciudad de México, 27 de julio de 2020.

-Llegará el tiempo en que los mexicanos hablen de política como de la farándula o mejor aún del futbol: que se sientan medios de contención, delanteros, entrenadores, cronistas, apuesten, griten, se apasionen. El país se transformaría cuando la gente examine diario a sus políticos como a los futbolistas —repitió por años este veterano reportero de la política.

-Sueñas, igual si pensaras que los libros o diarios se venderán por millones en México y que además se leerán -me espetaban algunos amigos entrañables, también experimentados colegas.

 

*

 

Pero mi sueño se cumplió. La hiperpolitización llegó: la política y nombres como el de Andrés Manuel López Obrador animan diariamente hasta los comedores de millones de mexicanos con discusiones, rompen consensos, presionan a redefiniciones, el apasionamiento permea todo; muchos le llaman polarización porque tiene como trasfondo necesidades colectivas de cambios y las resistencias lógicas.

 

¿Cómo documentar?

Para esos y otros aspectos de la actualidad mexicana faltan estudios específicos, evalúa este reportero al buscar más documentaciones de procesos recientes para colegas que lo solicitan, especialmente a los anotados al próximo curso de Periodismo Político de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Por ejemplo:

  • Que los movimientos sociales en México se hicieron poco a poco hipermasivos, que consciente o intuitivamente se acumularon contra los gobiernos neoliberales y ampliaron la politización de la sociedad mexicana;
  • Que el movimiento de Andrés Manuel López Obrador aceleró esa toma de conciencia y eso provocó que caducaran la representación social y las corrientes de pensamiento en los partidos políticos anteriores a Morena. Se desconfiguró el equilibrio de eso que llaman pluralidad política 300 intelectuales y quieren recuperar.
  • Que muy probablemente, ante estas nuevas circunstancias, parezca irremediable la renovación de liderazgos, organización social y de intelectuales orgánicos tanto del cambio como de las resistencias.

 

Para dimensionar la politización

A las y los periodistas les repetimos, siempre que se puede, que nuestra esencia es informar con claridad y suficiencia, que antes de escribir u opinar tenemos que entender ampliamente los fenómenos y sus procesos. También reiteramos que debemos eludir la fatuidad de opinar desaforadamente por el supuesto de que sabemos de todo y suplirla con la modestia de buscar a quien sí sepa de cada tema y nos ayude para informar con claridad y sencillez.

Desde que comenzó el desarrollo del movimiento de López Obrador la palabra polarización se menciona más que otras, pero se desliga de las categorías sociológicas de politización y conciencia social, es decir de lo que quiere la mayoría de la gente.

Politizar, tiene dos acepciones básicas: “Dar orientación o contenido político a acciones, pensamientos, etc., que, corrientemente, no lo tienen. / Inculcar a alguien una formación o conciencia política.”

Conciencia social es la capacidad de identificar las necesidades y problemas individuales con los que tienen comunidades, grupos o clases sociales.

Esa conciencia deriva de las vivencias cotidianas y se expresa colectivamente cuando se comparten principios morales o éticos, de lo artístico, de la ciencia, de las religiones y de ideología política. La vida es la que determina la conciencia y no a la inversa, como dicen los sociólogos marxistas.

Norberto Bobbio, en su viejo Diccionario de Política explica la relación de conciencia social y politización:

 “… cuando el poder está en crisis, porque su estructura ha entrado en contradicción con el desarrollo de la sociedad, entra también en crisis el principio de lo que lo justifica. Ocurre esto porque en las fases revolucionarias, o sea cuando el aparato del poder se deshace, caen también los velos ideológicos que lo ocultaban a la población y se manifiesta a plena luz su incapacidad de resolver los problemas que van madurando en la sociedad. Entonces la conciencia de las masas entra en contradicción con la estructura política de la sociedad; todos se vuelven políticamente activos…”

Valorar los movimientos sociales

Otra oquedad mayor y frecuente en los discursos de políticos, analistas y muchos periodistas es desestimar los movimientos sociales que, al compartir distintos niveles de conciencia, son motores de cambios de formas, estilos, programas y hasta de regímenes y estructuras.

De los estudios académicos al respecto pocos han profundizado en los cambios producidos en estos dos primeros años de la elección de López Obrador. Los que más se aproximan fueron compilados por Francisco Javier Aguilar García con el título Los movimientos sociales en la vida política mexicana. (Primera edición. | México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, 2019)

“…el Estado ha aplicado políticas económicas que no han generado resultados favorables para las clases trabajadoras; ha aumentado el desempleo, el empleo informal, la desigualdad entre ricos y pobres; ha producido el deterioro de los ingresos de los trabajadores, así como la caída del nivel de vida de la clase media urbana… Como resultado, en el núcleo de las demandas y proclamas de una serie de movimientos sociales que se han presentado en las últimas décadas se encuentra un cuestionamiento al modelo de desarrollo neoliberal”, se asienta en la Introducción.

En esta compilación se encuentran los ensayos del doctor en sociología Miguel Ángel Ramírez y el de la experta en movimientos sociales de la Universidad de Guadalajara, María Guadalupe Moreno González. Ambos repasan con detalles las movilizaciones y protestas sociales emblemáticas en el territorio nacional. Ella señala la necesidad de replantear el modelo del Estado mexicano para que se fortalezca, en sentido contrario a lo que hicieron en 30 años los gobiernos federales.

“Los movimientos sociales de México y América Latina –se recapitula– no sólo han influido en la percepción y la conciencia que se tiene sobre los problemas que afectan a la sociedad, sino también se han convertido en actores políticos frente al poder del Estado, proponiendo alternativas de solución que han sido materializadas en algunos casos en políticas públicas. En otros casos, los movimientos sociales no encuentran soluciones políticas a sus demandas.” (Ver: https://www.iis.unam.mx/los-movimientos-sociales-en-la-vida-politica-mexicana/)

La evidencia más reciente de cómo la masificación de los movimientos sociales impulsó el crecimiento paulatino de la conciencia social son los porcentajes de electores y de votos que en las tres elecciones presidenciales recientes y la conformación de consenso nacional por el cambio.

Según datos de Consulta Mitofsky en 2006 votaron 41.7 millones de personas (59 % de electores), en 2012 fueron a las urnas 50.1 millones (63 % de electores) y en 2018 sorprendió la nueva mayoría electoral al participar el 63 por ciento de electores (56 millones 611 mil) y el 53.19 por ciento de todos los votos fueron para quien ofreció acabar con el neoliberalismo, aumentar el gasto social, acabar con la corrupción, transformar todas las instituciones.

Aquella votación disminuyó a su mínima expresión a los tres partidos antes mayoritarios porque ya no expresaban la pluralidad que presumían. Morena es un movimiento social y López Obrador su gestor y recipiendario del nuevo consenso social que quiere cambios.

De todo eso se sigue discutiendo diariamente, cada día con más pasión y hasta con odios que se desparraman en las redes sociales. Por eso politización y polarización parecen sinónimos sin serlo. Faltan otros estudios que lo documenten.

Colegas, seguiremos examinando estos temas de la política mexicana para informar mejor.

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Nota. – Me preguntan quiénes son esos veteranos que refiero como colegas, amigos entrañables y maestros. A riesgo de omitir algunos menciono por orden del inicio de la amistad: Jorge Meléndez Preciado, Raymundo Riva Palacio, Julio Hernández López, Roberto Rock, José Reveles, Sara Lovera, Alberto Witvrun, Carlos Ferreyra Carrasco, Andrés Solís (el menos viejo) Gerardo Albarrán de Alba… (espero reclamaciones para esta memoria que alcanzará los 70 años).

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