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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 02 de julio de 2020

Si la elección de gobernador de Guerrero fuera hoy, el Partido Revolucionario Institucional volvería a perder, según la mayoría de las encuestas -las oficiales, extraoficiales, patitos y serias-, que ponen como puntero a Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador.

Pero en el fondo, la campaña electoral se trata justamente de eso: de que un aspirante o partido, el que sea, pueda remontar sus niveles, alcanzar a los punteros y ganar. De otro modo, no tendría ningún sentido ir a una elección donde de antemano se sabe quién será el ganador.

Así que, con esa lógica, los priistas del estado se preparan para la aventura, y buscan los cuadros con los cuales habrán de competir y, quizá, pese a los pronósticos, ganar.

Aunque desde luego las negociaciones internas son secretas o discretas, e incluyen pláticas con otros partidos, hay atisbos que van dando luces de lo que quieren hacer los priistas con tal de que el gobernador Héctor Astudillo no termine por entregar el gobierno a un partido distinto.

En principio, parece que hay dos grandes vertientes en la política interna del tricolor: una, la definió el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer el día de su cumpleaños, y tiene como su estandarte al senador Manuel Añorve Baños.

No es cosa menor: quienes tal opción promueven, argumentan que él es el mejor posicionado en las encuestas, ha ganado las elecciones más difíciles para su partido, como la de 2008 en Acapulco, después de que en la última elección el tricolor había quedado en un lejanísimo tercer lugar con 12 mil votos de los más de 100 mil que se requieren para ganar el puerto; en 2010 Añorve pudo ganar la gubernatura, según los resultados finales, de no ser porque era una verdadera hazaña derrotar a quien había sido su mentor político, Ángel Aguirre Rivero. En la senaduría actual, el PRI prácticamente no tenía nada que hacer: la competencia era entre el naciente Morena, y el PRD, que había sido el más fuerte en los últimos años, y específicamente, dado que Morena era  un puntero muy alejado, habría que ganarle a Beatriz Mojica, quien iba en segundo lugar, pero ella había sido una fuerte candidata a la gubernatura apenas en 2015 y estuvo a punto de dejar fuera al actual gobernador Héctor Astudillo. Sin embargo, Añorve ganó la segunda posición y ahora es senador.

Los proañorvistas lo ven como un pugilista -deporte que, por cierto, el acapulqueño practica- capaz de enfrentarse a los escenarios más adversos y pelear por ganarlos de veras. Por eso, creen que es el único que podría ganar en el caso de que en Morena se pudiera generar una fractura, como cuando el PRD postuló a Gloria Sierra en Acapulco y Walton rompió con la alianza y se fue por la libre, pensando que iba a ganar, pero el que ganó fue el PRI, con Añorve como candidato.

Por otro lado, hay una corriente que se opone a esta postulación. Ven al acapulqueño como alguien con una imagen negativa, que no corresponde a lo que el PRI quiere reflejar ahora. Y, para oponérsele, han buscado figuras nuevas, que un poco por lo mismo de no ser tan conocidas, no conciten el reclamo ciudadano. El problema es que han buscado sin mucha suerte. Primero manejaron la posible postulación de Claudia Ruiz Massieu Salinas, como lo habían hecho en 2010 y lo hicieron en 2012 por la senaduría, pero parece que esta vez la ex secretaria general del CEN del PRI no ha se ha interesado; luego promovieron al secretario de Desarrollo Social, Mario Moreno Arcos, quien ya aspiraba desde 2015, aunque tampoco ha logrado hacer despegar su figura; y ahora impulsan al secretario de Finanzas del gobierno estatal, Tulio Pérez Calvo, aprovechando la cercanía que este tiene con el gobernador Héctor Astudillo y el parentesco con la presidenta del DIF, Mercedes Calvo.

El dilema de los priistas en Guerrero es que no tienen muy claro qué es lo que quieren: si competir para ganar, aunque estén muy lejos en este momento en las encuestas; o competir para al menos mantener un nivel de supervivencia.

El tema de las alianzas con otros partidos también jugará un papel importante, porque el tricolor ya se dio cuenta de que sus eventuales aliados fácticos, los panistas, y los posibles aliados coyunturales, los perredistas, van a velar por sus propios intereses, ninguno por el PRI. El PAN va con todo por encabezar cualquier alianza, pero en Guerrero los panistas no tienen ninguna presencia significativa y los priistas creen que es injusto que ellos encabecen, por eso la opción de que haya un solo candidato entre estos partidos y que sea panista, parece quedar descartada. El PRD es una incógnita, pues, aunque todavía tiene fresca la sombra de haber sido el principal partido en el estado, que llevó al cargo a los dos gobernadores más votados en la historia de la entidad, lo cierto es que tendrá que demostrar en las urnas si aún cuenta con simpatías o si estas, ya de plano, terminaron por irse a Morena. Por eso los priistas ven con recelo una alianza como la que plantea el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero.

También habría que ver cuál será el papel que habrá de jugar el gobernador Héctor Astudillo Flores en su carácter de primer priista de la entidad.

Puestos en esta coyuntura, los priistas tendrán que hacer un análisis serio de todos sus escenarios para hacer su mejor jugada. Lo peor que les pudiera pasar es que, estando las cosas tan difíciles como están, fueran a terminar divididos y golpeados entre ellos.

 

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