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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 09 de agosto de 2020.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, estará en Acapulco el próximo viernes y el sábado. Eso ha desatado en el interior de Morena, una serie de movimientos políticos con miras a la elección de gobernador del próximo año.

Hay, en todo ello, una particularidad: al tener Morena en este momento la mayor preferencia electoral, los mayores jaloneos se han dado en su interior y los diversos aspirantes al cargo buscan de una u otra manera hacerse notar en estos días, pero también fuerzas opositoras tratan de incidir de una u otra manera en el proceso previo que está en curso.

A pesar de que se trata de un partido-movimiento que plantea desterrar las viejas prácticas del presidencialismo, que abrió cauce a la participación ciudadana y que tiene como una de sus divisas la democracia participativa, hay voces en Morena que apuestan todo a que la definición de la candidatura se haga con el método más tradicional del viejo PRI: el dedazo.

Un ejemplo de ello es el empresario Luis Walton Aburto, quien despliega una campaña sin ningún rubor para demostrar que él es muy amigo, amigo personal, de López Obrador. En un video -una especie de serie, casi al estilo Netflix- cuenta que cuando el tabasqueño ganó la presidencia, él fue el único guerrerense a quien invitó a una cena privada. Su estrategia está enfocada a generar la idea de que tiene una relación personal muy estrecha con el presidente, y con ello hacer que los guerrerenses olviden que, hasta el día de esa elección, Walton fue parte de una furibunda campaña contra López Obrador y fue uno de los artífices de la candidatura presidencial del panista Ricardo Anaya, a quien le levantó la mano en Acapulco.

Otros opinan que el delegado federal por Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, sería el candidato a la gubernatura porque es miembro de una prominente familia cercana al presidente, hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval y cuñado de su asesor John Ackerman. No puede negarse que Sandoval Ballesteros ha hecho un esfuerzo consistente por conseguir el respaldo de los guerrerenses desde que en 2015 vino por primera vez de manera pública a buscar la candidatura a gobernador por Morena. Después dirigió el partido, el Congreso local y ahora representa al gobierno federal, pero las cuentas todavía no salen, porque en las encuestas sigue apareciendo en un aún lejano segundo lugar después del puntero Félix Salgado Macedonio.

Por otro lado, están los que afirman que al senador de Las Querendas el propio presidente ya le dio la instrucción de retirarse de la aspiración por la candidatura, y lo obligó a regresar al Senado, a pesar de ser quien lidera todas las encuestas. Quienes ya lo dan por sentado admiten que López Obrador y Félix Salgado son grandes amigos de toda la vida, pero afirman que el tabasqueño quiere más a Walton o a la familia Sandoval Ackerman y Sandoval Ballesteros. Desde luego es erróneo sacar a Félix de la jugada -versión que, sin embargo, sus adversarios no dudan en dar como si fuera cierta- porque lo real es que Salgado Macedonio seria, como aquella frase clásica, un muerto que goza de cabal salud.

En una posición aparte están los que dicen que López Obrador definirá que la candidatura en Guerrero será para una mujer, y se aprestan para nominar a la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo; y otros, al contrario, dicen que el presidente está “enterado” de las denuncias de la suplente Matilde Testa y de la síndica Leticia Castro contra la alcaldesa y que no le dará a esta última la oportunidad de competir, sino que designará a su secretaria Irma Eréndira Sandoval o que refrendará la alianza con el Partido del Trabajo y le cederá la candidatura en Guerrero a su aspirante Beatriz Mojica Morga (quien, por cierto, también formó parte, como Walton, de la rabiosa campaña contra López Obrador en 2018 y también le levantó la mano en Acapulco a Riqui Riquín Canallín).

Todos estos escenarios tienen el denominador común de partir de la idea de que el presidente será el principal y único elector. Es una apuesta riesgosa, porque ninguno de los anteriores escenarios parece tomar en cuenta el factor ciudadano, ni el hecho de que justamente decisiones unilaterales de este tipo fueron alejando a las bases del Partido de la Revolución Democrática, de donde salieron muchos de los que hoy compiten en Morena.

Lo cierto es que hay antecedentes también en uno u otro sentido. Por ejemplo, en 2015, el Consejo Estatal de Morena en Guerrero eligió como su candidato a gobernador al actual diputado federal Rubén Cayetano García, pero la decisión del dirigente nacional, en ese tiempo López Obrador, fue en favor de Pablo Amílcar Sandoval. Incluso hay quienes dicen que la candidatura le fue ofrecida originalmente a Irma Eréndira, pero ella no quiso y sugirió que se le diera a su hermano. Esa fue la historia de una imposición, pero no fue visible porque Morena no pintaba en esos momentos en Guerrero. Tres años después, Pablo Amílcar buscó ser candidato al Senado y se midió con Félix Salgado, quien lo rebasaba en las encuestas, y la candidatura entonces se definió en favor del consenso popular, y el más popular fue candidato. Esa fue la historia contraria.

Ese mismo año, en Acapulco, el ahora síndico Javier Solorio Almazán, cercano a López Obrador a través de Yeidckol Polevnsky, promovió que se retirara el género mujer a la candidatura a la alcaldía, pero López Obrador se decantó por respetar el acuerdo del Consejo Estatal y Adela Román Ocampo es ahora la presidenta del municipio. En esta decisión también se respetó la institucionalidad.

Así que es como si la moneda estuviera en el aire, a la espera de definir si el presidente de la República va a imponer la candidatura sin tomar en cuenta otro factor más que la amistad, o si va a dejar que prevalezca la opinión de la gente (y al final, cumplir el estatuto de Morena, que dice que las candidaturas surgirán por encuestas).

 

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