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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 02 de febrero de 2021. El escenario político que vive en Guerrero pinta bien para la alianza Va por Guerrero (PRI-PRD), y su candidato Mario Moreno.

Quizá es mejor de lo que se esperaba, con un adversario originalmente invencible, ahora muy golpeado; con un antes beligerante adversario convertido ahora en su mejor aliado; y con una alianza interna que ha salido más o menos tersa.

El propio candidato ha dado de qué hablar: antes era un funcionario estatal que había desarrollado su trabajo sin mayores contratiempos, pero también sin destacar demasiado dentro del gabinete estatal, era alguien que a pesar de haber sido alcalde más de una vez de Chilpancingo, era poco conocido en el resto del estado, o lo parecía. De repente, la perspectiva que lo mira es otra: ahora es el personaje que nunca ha perdido una elección en las varias en que ha sido candidato, es el negociador nato que logra amarrar acuerdos impensables dentro del PRI y del PRD y es quien dice que le va a ganar la gubernatura al hasta ahora aún candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio, el aspirante con mayor popularidad que se haya presentado recientemente a una elección de gobernador.

Se diría, si las cuentas son correctas, que el saldo le va favoreciendo a Mario Moreno Arcos, de tal modo que él empieza a aspirar a consolidar su fama de no haber perdido nunca una elección.

Pero en realidad, el camino no es tan sencillo, ni es tan florido. Es cierto que a Morena y a su candidato Félix Salgado Macedonio le ha ido bastante mal en los últimos tiempos, pero, aunque algunos periódicos como Reforma o El País se esfuercen en hacer ver que la opinión pública ha bajado en torno a ambos, lo cierto es que la guerra sucia desatada contra el candidato, si bien es un golpe innegable, lo ha fortalecido desde el momento mismo en que no ha podido tumbarlo.

Ese es el primer y mayor reto que tendrá que afrontar el candidato del PRI y el PRD: alcanzar a la dupla Morena-Félix y luego ganarle, lo cual no es tan fácil porque en una campaña los puntos, si bien pueden bajar rápido, no se suben de igual manera. Inclusive si hubiera un cambio de candidato, el reto sigue siendo amplio, porque la marca Morena sigue elevada.

Lo otro es que se habla de la candidatura a gobernador como si fuera la única que estará en juego, y en realidad habrá cuatro campañas simultáneas, cohesionadas por la de la gubernatura. Es decir, que Mario Moreno (al igual que cualquier otro candidato a ese cargo) tendrá que cuidar los equilibrios en las demás campañas para que todos jalen parejos. Cada uno de los 28 distritos locales, cada uno de los nueve distritos federales y de los 80 municipios, es un conflicto en sí mismo. Lo son en el proceso interno o lo serán en la elección.

En las diputaciones locales y federales el reparto PRI-PRD parece haber dejado contentos a ambos partidos, pero hay historias que se van quedando en el camino, como la de René Juárez Albarrán, hijo del ex gobernador René Juárez Cisneros, que aspiraba a ser candidato y no pudo concretarlo, a diferencia de Ricardo Astudillo Calvo, hijo del gobernador Héctor Astudillo quien sí competirá por el distrito 7 de Acapulco y ya arma una estructura portentosa; le ayuda a su causa Gaby Bernal en el distrito 8.

En la alcaldía de Acapulco, la moneda sigue en el aire y los perredistas no dejan de presionar para que su candidato Víctor Aguirre Alcaide encabece a la alianza, en lo que parece haber un acuerdo por parte del candidato a gobernador. Lo que es innegable en este caso es que el equilibrio sí pasa por un buen acuerdo en el puerto.

Por otra parte, Mario Moreno competirá por un estado que gobierna el PRI. Lo hará en condiciones inusuales, pues Héctor Astudillo ha ofrecido no intervenir como lo hacían antes los mandatarios para apoyar a su candidato, aunque quizá esto sea solo parcialmente cierto. El manejo que está dando la Fiscalía General del Estado a cargo de Jorge Zuriel de los Santos Barrila, a la denuncia contra Félix Salgado, es una clara muestra de que desde el gobierno estatal se pretende sacarlo a como dé lugar de la contienda. Eso, obviamente, beneficia a la alianza Va por Guerrero.

Lo que es evidente es que en estos momentos Mario Moreno debe estar atento a todo, revisar sus alianzas por todas partes, en lo interno con sus compañeros de partido, en lo externo con el PRD, con los medios de comunicación, con los empresarios y, sobre todo, con los ciudadanos que van a votar.

En cierta forma, Moreno y Astudillo se parecen: son sobrios, trabajadores, obstinados en sus objetivos. Al primero le tocó la experiencia de nunca haber perdido una elección; al segundo, la experiencia de haber perdido la principal elección. Astudillo -él lo ha dicho una y otra vez- recibió la conmoción más fuerte de su vida política en 2005 cuando perdió la gubernatura, pero se sobrepuso y 10 años después se convirtió en gobernador. Moreno se prepara, dice, para volver a ganar otra elección.

Hay muchos elementos a su favor y otros que anuncian tormentas. Pero el ejemplo de Héctor Astudillo es algo que puede observar, no solo al gobernar, sino al competir.

 

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