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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO  /

 

Acapulco, 08 de septiembre de 2020. 

Una imagen muestra a Alberto López Rosas sentado con un grupo reducido de personas en un municipio rural de Guerrero.

Es una postal cotidiana, porque desde hace unos meses, quien fuera alcalde de Acapulco y diputado federal, recorre la geografía guerrerense para dialogar con la gente y compartirles un tema en particular: aspira a ser candidato de Morena al gobierno del estado cuando se abran los tiempos para ello.

Parece un esfuerzo meritorio, pero no necesariamente efectivo. Al menos, eso expresan las encuestas realizadas en agosto y septiembre, meses después de que inició sus recorridos, pues ninguna, ni de Demoscopía, ni de Massive Caller, ni de El Universal, finalmente, ninguna, incluye su nombre entre los aspirantes.

En 2002, López Rosas buscaba ser alcalde -candidato ya había sido, pese a la oposición del entonces presidente municipal en funciones Zeferino Torreblanca- y utilizó como estandarte una imagen donde aparece recargado sobre una pila de libros. “Un presidente inteligente”, definió entonces.

Hoy la imagen es de un hombre acompañado de pocas personas en los rincones más apartados de la geografía estatal, y él lo define con esta nueva frase: “soy un discreto peregrino”.

Pero es el mismo personaje, si bien muchas cosas en él han cambiado. En 2002, a través del Movimiento Ciudadano de Acapulco (MCA), logró romper el cerco que le obstaculizaba su acceso a la candidatura, con una gigantesca marcha, que doblegó al entonces alcalde Zeferino Torreblanca, empeñado en imponer a su secretario de Finanzas, Carlos Álvarez Reyes.

Ahora no hay forma de medir -hasta el momento- si López Rosas está en posibilidades de romper el actual cerco a su alrededor. Quizá no sea un obstáculo colocado adrede, como en 2002. Quizá solo se trata de que quienes hacen las encuestas, o quienes dirigen los partidos políticos, o los periodistas, no creen que quien fuera candidato en la elección pasada a gobernador por el Partido Humanista, esta ocasión esté en condiciones de competir realmente contra las figuras que estarán en juego.

No lo estuvo en 2015, cuando declinó a su candidatura un poco antes de la jornada electoral para apoyar a la perredista Beatriz Mojica; ni lo estuvo en 2009 cuando quiso ser candidato a diputado federal y Zeferino Torreblanca a través de la Contraloría estatal lo inhabilitó por tres años para ejercer un cargo público; y no lo estuvo en 2012 cuando pudo ser candidato a senador pero un proceso judicial derivado del asesinato de dos normalistas en la autopista del Sol, siendo él procurador de Justicia, se lo impidió.

Pero ahora es 2020, víspera de la elección del 2021, y López Rosas se ha convertido en “un discreto peregrino”, caminando pueblo por pueblo, municipio por municipio, después de largos años en los que enfrentó los procesos judiciales de los que uno a uno fue resultando victorioso.

En el fondo, se entiende que las encuestadoras no lo crean capaz de competir. Pero lo que no se entiende es que empresas especializadas en la cuestión política, ni siquiera le pregunten a la gente su opinión al respecto. Es raro, porque López Rosas tiene una larga trayectoria, desde que fue presidente de la Barra de Abogados, diputado federal, alcalde de Acapulco (municipio que gobierna un tercio de la población estatal), procurador de Justicia y candidato a gobernador.

López Rosas es un personaje con tanto arraigo en la localidad, que hasta las mascotas lo conocen, pero no por local es alguien que esté alejado del contexto nacional. Por ejemplo, su relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador es añeja. Cuando se gestaba el desafuero del tabasqueño -jefe de Gobierno del Distrito Federal en ese entonces- López Rosas, siendo alcalde, se negó a recibir al presidente Vicente Fox en el Tianguis Turístico, porque encabezaría una protesta nacional que se realizaría en el zócalo de cada ciudad, entre ellas Acapulco.

Años después, en la primera visita que López Obrador hizo a Acapulco ya como presidente electo, se encontró con López Rosas en un punto del camino. Le preguntó en qué área de su gobierno le gustaría estar, y el acapulqueño le contestó que le gustaría quedarse en Guerrero, porque tenía aspiraciones. “Está bueno, pues; sé que te irá bien”, le contestó el tabasqueño.

Fue así como el hijo del Rey Lopitos comenzó su discreto peregrinar por los municipios del estado, sin ruido, casi sin ser notado. Algunas voces, aquí y allá, se han ido haciendo visibles, cada vez más, en su apoyo.

En cierta medida se parece al propio López Obrador cuando después de perder la elección presidencial empezó a recorrer los municipios del país, acompañado apenas de pequeños grupos sin multitudes, hasta que de grano en grano acumuló el triunfo más grande en la historia del país.

Al final de cuentas, es difícil saber cómo terminará el guerrerense López Rosas su andar en 2021, si dará la sorpresa como en otros tiempos lo hicieron políticos en otros países, que saliendo de la nada, lograron el triunfo en las elecciones; o si no pasará, como creen algunos, de otra campaña testimonial.

Lo único cierto en este momento es que va caminando.

Quizá sea oportuno voltearlo a ver, saber qué niveles de preferencia tiene, cuántos guerrerenses -de esos que dicen estar indecisos cuando solo les preguntan por unos pocos nombres- estarían en disposición de votar por él. Al final, lo que no se mide, no se puede controlar. Y en política, todos lo saben, nada está escrito.

 

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2 Comentarios

  1. Yo si apoyo al lic.Alberto López Rosas, para Gobernador del Estado de Guerrero, conoce el estado de Guerrero, es ya preparado, es un hombre sencillo sabe escuchar al pueblo, apollemos a López Rosas.

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