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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 30 de abril de 2020.

La decisión tomada por el Ayuntamiento de Acapulco de restringir la movilidad a través del programa Hoy no Circula ha despertado mucha polémica, incluso más allá de la razonable inquietud por quienes tienen que movilizarse, que deja ver un tinte político.

Hay en las redes sociales razonamientos como estos: “va a incrementar el hacinamiento en el transporte público porque quienes tienen que ir a trabajar tendrán que desplazarse por esa vía”, “quieren recaudar dinero con multas”, “el reglamento de Tránsito no menciona el programa y por tanto los agentes no podrán aplicar multas”, “en tu carro viajas más seguro”, entre otros.

Pero el tema debe visualizarse en su contexto. Primero hay que decir que se trata de una medida temporal por 15 días, lo que implica que una misma persona solo se verá afectada en dos ocasiones durante este período. Lo otro, es que es una estrategia derivada de una pandemia, es decir, de una emergencia que está causando muertes en todo el mundo y en la que Acapulco es el municipio que mayor índice de contagios tiene en todo el estado.

Con esos dos puntos como premisa, habría que decir que la intención de la medida no es recaudatoria, sino para reducir la movilidad; es decir, no se busca que la gente salga para multarla, sino que no salga de sus casas. Eso tiene una razón de fuerza: el Covid realmente mata.

Es un sentido de responsabilidad de los ciudadanos contribuir a reducir la movilidad, no solo por lo que se refiere a la propia persona, sino por lo que se refiere a los demás, principalmente a quienes están en grupos vulnerables, como los adultos mayores. México es uno de los primeros lugares mundiales en obesidad y diabetes, y Guerrero lo es en el país, y ambos padecimientos, además de la hipertensión, son condicionantes de letalidad. Es decir, son muchos los que están en riesgo de muerte, y eso hay que tenerlo en cuenta.

Dice en su alegato contra la medida el regidor Javier Morlett, quien se ha vuelto paladín contra el Hoy no Circula, que el vehículo es una extensión del domicilio (y por tanto, debe entenderse, al estar ahí se sigue en cuarentena), pero es un argumento falaz. Nadie sale en su vehículo solo para gastar gasolina y regresa a casa sin bajarse. Se desplaza porque va a un punto a hacer algo, y justo lo que se pretende es evitar que siga en esa actividad. Por tanto, no, en este caso, no opera así la extensión del domicilio.

El programa anunciado por el Ayuntamiento tiene una serie de excepciones, en las que se incluyen todos los que realizan una actividad considerada esencial por el Consejo de Salubridad General, máximo órgano de decisión en relación con la pandemia, quienes no tendrán ningún problema para desplazarse. De acuerdo con los lineamientos federales, solo estas personas son quienes deberían estar en la calle; a los demás, por consiguiente, no tiene por qué afectarle la disposición de no circular un día, pues se supone que deben estar guardados en casa.

Pero no, la oposición al programa no está en función de su utilidad ante la pandemia; sino más bien en un fondo político para golpear al ayuntamiento y en particular a la presidenta municipal Adela Román Ocampo, a quien en todo caso se le tendría que reprochar si no hiciera nada ante la inminencia de un mal mayor, pero no por hacerlo.

Hay que recordar que los mismos que ahora se rasgan las vestiduras contra el Hoy no Circula, son los que pegaron de gritos cuando la alcaldesa hizo el llamamiento a los bares y centros nocturnos a cerrar sus puertas, y que luego tuvieron que enmudecer cuando la disposición llegó como un mandato del Consejo de Salubridad General; y también son los mismos que se escandalizaron cuando la alcaldesa sugirió que no fueran a las playas, y hasta hicieron mofa, pero apenas pocos días después callaron cuando el gobierno federal ordenó el cierre en todo el país.

En realidad, poco importa si el Hoy no Circula está o no en el reglamento de tránsito, porque debe entenderse que se vive un momento de emergencia, y tampoco importa si se pueden o no cobrar las multas, porque el objetivo –entiéndanlo- no es una recaudación, sino que se queden en casa. Y por otra parte, el tema no fue una ocurrencia de la presidenta municipal sino un acuerdo de la mesa de Coordinación Regional para la Construcción de la Paz, que encabeza el gobernador, quien es, por cierto, por ley, la máxima autoridad sanitaria en el estado ante la pandemia.

El llamamiento a quedarse en casa, y la búsqueda de alternativas para conseguirlo, debe tomarse como algo serio, pero además, como algo necesario, y es justo que todos nos sumemos en la medida de nuestras posibilidades. Es curioso que muchos de quienes se oponen ruidosamente a la medida son, y no lo toman en cuenta, parte de un grupo de riesgo, como el de ser fumadores compulsivos, diabéticos, hipertensos u obesos, o tienen algún familiar que lo es. Un poco de solidaridad, de sensibilidad en tiempos de pandemia, no vendría mal a nadie.

Y de paso, a nadie se afecta con el hecho de que inmovilicen sus vehículos quienes nada tengan que hacer en la calle. Los que por necesidad –tal vez sin otra alternativa- tienen que circular porque su actividad es esencial, no tienen ninguna restricción. Los que realizan actividades no esenciales deberían quedarse en casa. Es por Acapulco, es por Guerrero, es por todos. No hay que ser mezquinos; no esta vez.

 

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