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RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ    /

 

Chilpancingo, 30 de octubre de 2021.

La reciente polémica que ha desatado la actitud de la presidenta municipal de Acapulco Abelina López ha puesto en el ojo del huracán la actitud que los gobiernos de cualquier nivel y de cualquier tipo y signo deberían de tener con los medios de comunicación.

No se puede matar a quién lleva el mensaje del gobierno en cualquiera de sus niveles hacia la ciudadanía, no se puede tener una actitud cuando se es oposición y otra cuando ya se es gobierno, la congruencia política y sobre todo la congruencia ideológica, obligan a quienes han tenido abiertas las páginas y los micrófonos de los diferentes medios de comunicación para expresar sus inconformidades sociales y políticas a ser tolerantes y tener la misma actitud como oposición y como gobierno. El repudio qué generó o que está generando la actitud de la presidenta municipal de Acapulco y con ello la molestia entendible de los medios de comunicación, es una cuestión que puede ser evitada si pensamos que la prensa es solo el mensajero de lo que nosotros mismos queremos plasmar.

Cierto, hay un nivel interesante e importante de verdad en lo que algunas autoridades municipales o estatales dicen de algunos medios; sin embargo, no se puede estandarizar la actitud de todos los medios a una situación muy particular. Hay, sí, sectores importantes que en la búsqueda de mejores condiciones económicas y de relaciones públicas con el poder, buscan con diversos mecanismos para entre comillas obligar al poder público a pactar ciertas canonjías. Esto ha existido desde tiempos inmemoriales y pudiera ser que se siga trabajando de la misma manera.

La nueva política de comunicación social que se está implementando desde el centro del país, desde el gobierno de la República, el de intentar dignificar el trato, poder público con comunicadores, el de no pervertir mediante canonjías económicas esta relación y sobre todo el compromiso objetivo de informar de los medios debería replicarse en todos los niveles de gobierno, sin embargo entendemos que algunas personalidades políticas crean y sientan que es solamente mediante el comúnmente denominado chayote como van a poder sobresalir en los principales medios escritos y hablados del estado, esto debe ser una práctica que tiene que ser desterrada desde ya y en Guerrero deberían implementarse a nivel estatal y a nivel de municipios.

El dignificar el trabajo de los hombres y mujeres que laboran en los medios de comunicación traería como consecuencia que escenas como las que desgraciadamente se vivieron en Acapulco se desterraran de manera inmediata. es obvio que esta situación no exculpa el exceso de autoridad por no denominarlo autoritarismo que se denota en la actitud de la presidenta municipal de Acapulco y que por ningún motivo puede tener justificante, los gobernantes deberían tener la piel más dura ante en algunos casos los excesos de la prensa que, dicho sea de paso en este tema en específico, no vemos ningún exceso en la pregunta que se le hizo a la presidenta municipal.

La libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad imprenta con una demanda que durante años la izquierda estuvo enarbolando, son principios básicos que la izquierda ha defendido. Si hoy el gobierno de Acapulco, Guerrero y México se denominan parte de ese sector de izquierda que luchó por el respeto a todo esto que nos beneficia, no se puede justificar que se tomen actitudes que veíamos en regímenes autoritarios y que no tenían respeto hacia las libertades humanas.  Es preferible vivir con los excesos de otros, entre ellos los medios de comunicación, a que haya intentos totalitarios, de prepotencia y autoritarismo por parte de las autoridades. No mentir, no robar y no traicionar al pueblo, es fundamental y, se debe no traicionar las luchas históricas que el pueblo mexicano y sobre todo la izquierda mexicana han enarbolado desde hace décadas.

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