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ROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ    /

 

Lo de Javier Alatorre no fue un error, fue una vileza que ningún periodista profesional debe cometer y menos en tiempos de emergencia social. La respuesta amable de Andrés Manuel López Obrador no fue una gentileza sino una acción de control de otra crisis que amagaba con sumarse a una atmósfera de discordancias políticas, confrontaciones que continuarán cada vez con mayor virulencia y con la bajeza que se expresan en las redes sociales.

Examinemos los hechos que también atizaron debates entre periodistas para derivar algunas pautas de buenas prácticas del periodismo profesional en tiempos de pandemia.

 

Crisis que no estalló

Enormes fueron la bulla y el calentamiento de ánimos en las redes sociales que provocó Javier Alatorre, el viernes 17 de abril, en el editorial de su noticiero Hechos de TV Azteca. No sólo criticó a Hugo López-Gatell sino que lo descalificó como vocero del Consejo Nacional de Salud porque “oculta información… (y) sus cifras ya se volvieron irrelevantes”; lo peor fue convocar a la población para “ya no hacerle caso”.

El alcance de la bomba mediática, en pocas horas, convirtió el tema en trending topic (como dicen los Community Managers).

En las reacciones, fue inusual la participación y divergencias entre periodistas: unos pocos defendieron la libertad de expresión del conductor, pero la tendencia mayor fue acusarle de bajeza por su llamado ante la pandemia. Bastantes colegas demandaron sanciones y hasta firmaron una petición para cancelar la concesión a la televisora.

Esas y otras reacciones amagaban con otra crisis en la comunicación política del gobierno porque una reacción gubernamental “dura” podría atizar más las crecientes confrontaciones entre el Ejecutivo federal y los sectores discordantes que cada vez son más beligerantes.

Así, en el manejo de crisis, el presidente reaccionó a las pocas horas con un mensaje pacificador para evitar que se sumará a la atmósfera de polarización política: llamó “amigo” que “cometió un error” al conductor emblema del corporativo. A lo más que se llegó fue un “apercibimiento” de la Secretaría de Gobernación para que la televisora se sume a los criterios de comunicación social en el periodo de pandemia. Ese asunto seguirá una lógica bilateral.

 

Para evitar malas practicas

Pero entre periodistas sí se acumularon elementos para una polémica sobre la ética que ocurre, casi soterradamente, porque se siguen reproduciendo las malas prácticas de algunos en medios convencionales y en redes sociales. Por otro lado, preocupan las tentaciones de los políticos por “alinear a los que se pasan de críticos” o sea restringir la libertad que necesitan el periodismo profesional en sociedades como la mexicana. La Secretaría de Gobernación ya emitió dos “apercibimientos”.

Sí es preocupante que en el aparato gubernamental haya quienes comienzan a presionar para decretar normas de conducción al periodismo con la justificación que son tiempos de emergencias. Sus argumentos toman “la irresponsabilidad y el dolo” de dos diarios en Chihuahua y ahora de TV Azteca y las suman al ejercicio francamente beligerante de algunos medios de prensa, más la actitud de choque sistemático y poco profesional de varios columnistas.

En algo que coincidimos la mayoría de las mujeres y hombres que laboramos profesionalmente en el periodismo es que no podemos ejercer plenamente sin libertad y sin seguridad. Pero nos bifurcamos en los estilos y prácticas.

Algunos creemos que en algún momento tendrá que legislarse que la nuestra es una actividad del interés público que requiere protección para desempeñarse en libertad y con trato laboral como la profesión que es; esto es en sentido contrario a quienes quieren aplicarnos más controles de los que ya existen e incluso invadir nuestra libertad individual e imponernos normas éticas.

Muchos sí entendemos que, para ejercer del modo más profesional posible, no podemos improvisar ni actuar con dolo. También sabemos que para evitar esas y otras malas prácticas, como toda profesión, debe apoyarse con métodos, técnicas y criterios; herramientas que, dicho sea de paso, desconocen o desechan quienes tienen malas prácticas. Recordemos:

 

Nuestro método

Aunque sea aburrido, hay que reiterar con mucha frecuencia a los jóvenes y a bastantes maduros que entre los periodistas el ser reportero es estar en lo más alto de las categorías profesionales y asumir el reporterismo como modo de vida.

El reporterismo no puede reducirse a tomar algunos datos y difundirlos como se pueda y menos usarse para torcerlos, forzarlos con el fin de exaltar a personas o demeritarlas.

La esencia de quien eligió ser periodista profesional es informar con sinceridad y credibilidad.

Y para facilitar esto existen métodos, técnicas, criterios y requisitos profesionales bien probados.

El método es el mismo de las ciencias para aprehender fragmentos de la realidad, aunque algunos no lo tengan claro. El procedimiento más común en las redacciones de los medios convencionales y que también siguen muchos periodistas independientes es:

Definición del tema > investigación de campo y documental > Verificación > Análisis > Enfoque > Redacción > Corrección > Edición > Presentación y Difusión.

De las técnicas para obtener información, como dice el dicho, cada uno masca tuercas según sus muelas.

Pero el tratamiento de la información para que sea periodística sí requiere obligatoriamente respetar los mínimos criterios: Novedad > Trascendencia > Interés social > Actualidad > proximidad o cercanía.

 

Y, en tiempos de pandemia

 Quizá más de dos jóvenes reporteros u otros periodistas busquen alternativas de cómo pueden ayudar a evitar que se pudra la información de interés público en tiempos de pandemia.

La respuesta rápida que siempre repetimos en las sesiones de actualización profesional: perfilen su propio código de ética para salvaguardar la responsabilidad social ante los públicos que primero que nada necesitan estar bien informados, antes que “orientarlos” por nuestras opiniones.

Y si quieren ir más allá consideren las 10 sugerencias que en tiempos de Pandemia nos hacen Peter Drobac y Trudie Lang, dos expertos en salud pública de la Universidad de Oxford:

  1. Ten cuidado con tus afirmaciones.
  2. Las redes sociales son un terreno fértil para la desinformación.
  3. Los mensajes de salud pública deben llegar lejos.
  4. No minimices esta amenaza.
  5. Aporta contexto con la ayuda de los investigadores.
  6. Inspira confianza, pero sin dejar de ser crítico.
  7. No intentes que un científico confirme tus propios prejuicios.
  8. Anima a tu audiencia a quedarse en casa.
  9. Esta historia durará meses.
  10. En esta crisis el periodismo importa.

Ojalá este recordatorio de las pautas del periodismo profesional evite las vilezas que algunos cometemos involuntariamente.

Quizá nos hará falta entender el contexto, para explicar a nuestros públicos, que la vileza en medios es reflejo de los políticos y otros actores sociales que les importa poco el periodo de emergencia y en lugar de empujar a la cohesión social alimentan la polarización, la incertidumbre y desconcierto masivos (entropía y anomia). Sugeriremos ese ángulo en otra Mirada de reportero.

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