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JOSÉ ENRIQUE GONZÁLEZ RUIZ    /*

 

Acapulco, 04 de mayo de 2022.

Una vez que Adriana y yo estuvimos convencidos de que ya había librado la parte más peligrosa de la craneotomía que me fue practicada, y de que mi gente reunió los apoyos necesarios para salir del agobio de una fuerte deuda, nos dirigimos jubilosos a celebrar el Día del Niño nada menos que ¡a Acapulco! Nada mejor que el mar para quitarse de encima las preocupaciones derivadas de una prolongada incertidumbre.

Hay que tener presente que la Pandemia del coronavirus no ha terminado y que aún tenemos decesos por causa de ese bicho. Así que nos tocó ver, tanto a los acapulqueños como a los turistas, con el reglamentario cubrebocas. Algunos incluso comentaron que hacía poco que se retiraron la mascarilla de plástico que cubre toda la cara.

El puerto está lleno de vida. Y en fechas como estas, la ocupación hotelera es casi completa. Nos alojamos en La Costera y disfrutamos la atención de personas que saben hacer muy bien su labor. La comida fue de lo mejor: pulpo al ajillo y pozole de camarones. Una salsa mezclada con aguacate y un guacamole que devoramos con totopos. Buenos para comer como son los integrantes de mi grupo familiar, disfrutaron (mos) a plenitud.

Al día siguiente, nos escapamos a Coyuca de Benítez, a ver a Hilda Navarrete Gorjón, con quien tuve el honor de trabajar en la Comisión de la Verdad para la Guerra Sucia en Guerrero. Nos trató espléndidamente y nos brindó un pescado a la plancha que agradecimos enormemente. Aprovechamos para platicar sobre la próxima presentación la edición del Informe de la Comverdad que realizó la organización Artículo 19.

De vuelta en Acapulco, visitamos a Eduardo, tío de Adriana (hermano de Tata Memo), y a Carlitos Páez. Tienen un departamento ubicado en un edifico al lado del mar, en una de las espléndidas bahías de ese insuperable puerto. Ahí comimos un platillo típico del lugar, ofrecido amablemente por nuestros anfitriones. Mejor no pudo ser. En la alberca hay un tobogán que mis hijos subieron y bajaron por horas, llenos de alegría.

Dirán ustedes que sólo fuimos a comer y a pasear; y es cierto. Volvimos con las pilas recargadas para continuar en la batalla por un mundo donde quepan muchos mundos, como dicen los hermanos indígenas. Felices y esperanzados, por el puro hecho de estar vivo y rodeado de amor a raudales.

* Presidente de la Comisión de la Verdad de Guerrero (Comverdad)

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