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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

 

 

Acapulco, 05 de junio de 2022.

El 7 de junio se conmemora en México el Día de la Libertad de Expresión, que en rigor debería llamarse Día de la Libertad de Prensa, en todo caso, porque alude a una reunión entre el presidente de la República de 1951, Miguel Alemán Valdez, y los directivos y dueños de los principales medios de comunicación de entonces.

Había sido, aquella, una reunión de “agradecimiento” al presidente, pues se consideraba una muestra de la pluralidad y la libertad que existía en el país para publicar. La reunión se instituyó y cada año se realizaba una comida, y se extendió por todo el país, en celebraciones donde ya no solo asistían los líderes de las empresas periodísticas sino también eran invitados los jefes intermedios, los reporteros y los fotógrafos o camarógrafos.

En Guerrero, la celebración también se enraizó. Durante el gobierno de Alejandro Cervantes Delgado se creó el Certamen Estatal de Periodismo Ignacio Manuel Altamirano, que premió, a veces con justicia y a veces con evidente favoritismo. José Francisco Ruiz Massieu creó el Fondo de Apoyo a los Periodistas en 1992.

Los extremos llegaron durante el gobierno de Ruiz Massieu, donde se llegaron a rifar automóviles para los periodistas. Esta práctica fue seguida alegremente en algunas ocasiones por sus sucesores priistas Rubén Figueroa, Ángel Aguirre y René Juárez Cisneros.

Si hay una conmemoración que está enfocada a la relación prensa-gobierno, es justamente la del 7 de junio. Nació con ese sello y se mantuvo así durante mucho tiempo. En Guerrero, fue el entonces gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, del PRD, quien cerró esa tradición: desapareció el Certamen Estatal de Periodismo y suspendió la reunión anual. Pero durante su gobierno 10 periodistas fueron asesinados, y solo un asesinato, el del corresponsal de Televisa, Amado Ramírez, concluyó con un detenido. En ningún otro gobierno, ni antes ni después, hubo tantos crímenes contra comunicadores, y el que más se le acercó fue el del priista Héctor Astudillo Flores, en cuyo mandato siete fueron asesinados.

En lo que va del gobierno de Evelyn Salgado, un periodista ha sido asesinado, con la particularidad de que el caso fue prontamente aclarado y el autor está preso.

Pero desde 1951, cuando empezó a celebrarse el Día de la Libertad de Expresión, muchas cosas han cambiado. Para empezar, la misma celebración, que ahora compite con el 3 de mayo, instituida internacionalmente por la ONU, o el 4 de enero, Día del Periodista (o aniversario del SNRP), el 8 de septiembre Día Internacional del Periodista, y hasta el 12 de mayo, Día del Comunicólogo (que no es exactamente lo mismo, pero algunos andan en las dos categorías).

Otro asunto que ha cambiado es la existencia misma de los medios de comunicación. En la actualidad, y para circunscribir el tema en Guerrero, las grandes empresas prácticamente han desaparecido: de los medios impresos hegemónicos, desaparecieron Novedades Acapulco, El Sol de Acapulco, Diario 17, La Jornada Guerrero. Solo se mantiene El Sur y, de reciente aparición, El Guerrero. Los periódicos en Chilpancingo también llevan la misma suerte, y el fenómeno se repite en las regiones, donde curiosamente lo que ha mantenido circulando a los medios muy locales, ha sido la dificultad de comunicación que existe, sobre todo de internet, en sus áreas.

A la par, han crecido los medios digitales. Algunos, encabezados por algún periodista con prestigio, que, ante la falta de expectativas en los medios tradicionales, empujó la creación de un proyecto alternativo. La inexistencia actual de las empresas periodísticas ha permitido que los medios digitales pasen de ser alternativos, a volverse hegemónicos.

Sin embargo, el camino es azaroso. Las oportunidades de estos medios nuevos, estuvieron en que su campo de desarrollo es el Internet, una vía en expansión; y que no tenían la carga de una excesiva nómina, ni de elevados costos de impresión; si a ello se suman periodistas con experiencia, el panorama es mejor. Pero la realidad es que son medios que no cuentan con recursos propios y viven al día, y en buena medida, dependen de la publicidad oficial.

En ese sentido, el gobierno del estado ha hecho una segmentación tomando en cuenta las nuevas características de los medios, para distribuir su publicidad (y, por ende, el presupuesto destinado a Comunicación Social). Quizá el de Evelyn Salgado sea el ejemplo de mayor cercanía con los periodistas, de quien encabeza el Ejecutivo. Pero en el caso de Acapulco la situación ha sido desastrosa: por primera vez un gobierno utiliza abiertamente el presupuesto público para condicionar el apoyo de los medios a cambio del pago de publicidad. Eso lo hacían los priistas, pero no lo decían. El director de Comunicación Social, Octavio León, ha dicho expresamente que trabajarán con los medios que son sus “aliados” (aunque por tal deba entenderse súbditos); y para quienes no lo son, no habrá publicidad. Es una estrategia parecida a la definida por el presidente del CEN del PRI, Alejandro Moreno: “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”.

Y lo nuevo, también, es la incursión de los políticos en el periodismo. Políticos metidos a empresarios de la comunicación siempre los ha habido, pero ahora son comentaristas o entrevistadores: ahí están el ex alcalde y ex precandidato a gobernador, Evodio Velázquez Aguirre; el líder municipal priista Sofío Hernández Ramírez, y el morenista Sergio Montes, como comentaristas de radio, y el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, como columnista en un medio nacional y otro estatal, por citar solo algunos casos.

Con este panorama, el martes se cumple un año más de la reunión entre los dueños de los medios de comunicación y el entonces presidente de la República, conocida después como el Día de la Libertad de Expresión.

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