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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 15 de junio de 2021.

En realidad, es difícil hablar de transición en el municipio de Acapulco porque a pesar de ser más grande en población y en economía, y a pesar de la autonomía que le brinda la Constitución, difícilmente puede decirse que en un municipio pueda hablarse de un cambio de régimen.

Sin embargo, asumiendo el tránsito entre los gobiernos priistas y los de izquierda, podría decirse que se han vivido dos momentos claramente de transición, primero con el PRD y luego con Morena. En el primero de los casos, también le tocó a Zeferino Torreblanca ser el iniciador. Pero, igual como ocurriría después en el estado, en el municipio con la llegada del ex presidente de la Coparmex tampoco hubo algo que pudiera decirse como un cambio de fondo. Hubo buena administración -en especial si se compara con el último gobierno priista que había sido un caos donde hubo cinco alcaldes en tres años-, pero el PRD fue prácticamente excluido del gobierno, pues a este partido Torreblanca solo le dio la dirección de Panteones, y en cambio cobijó a los priistas, encabezados por José Rubén Robles Catalán.

Este período se caracterizó por los gobiernos perredistas al hilo: Alberto López Rosas, Félix Salgado Macedonio, Luis Walton Aburto y Evodio Velázquez Aguirre, con la sola interrupción en 2008 del priista Manuel Añorve, y el dato de que Walton pertenecía a Movimiento Ciudadano, si bien fue postulado por el PRD, gracias a lo cual pudo ganar la alcaldía después de tres intentos fracasados con su partido original. Los alcaldes perredistas que sucedieron a Torreblanca tampoco hicieron ni se plantearon un cambio de fondo, aunque sí fueron más sensibles a la población, más atentos a los movimientos sociales y enfocaron recursos a los sectores más marginados. Así llegaron los servicios -pavimentación, alumbrado, agua, recolección de basura- a colonias que llevaban décadas sin ellos o que de plano no los habían tenido nunca.

El modelo, sin embargo, se fue desgastando, amén de que nunca estuvo planteado con claridad, y para cuando al último de ellos, Evodio Velázquez, le tocó gobernar, ya la situación era caótica. El PRD para esos momentos ya luchaba contra Andrés Manuel López Obrador -que había sido su candidato presidencial en dos ocasiones- y apoyaba al panista Ricardo Anaya.

Fue cuando ocurrió la segunda transición, que consistió en sacar a lo que quedaba del PRD para colocar a Morena, es decir, a la Cuarta Transformación.

Adela Román Ocampo fue la primera presidenta de esta etapa. No sola primera de la 4T, sino la primera mujer electa para el cargo; antes, solo dos mujeres lo hicieron, por meses y de manera interina: Verónica Escobar y Ana María Castilleja, priistas las dos.

A Adela Román le tocó un momento difícil no por la competencia con los demás partidos, sino por la división interna, pues grupos morenistas -entre regidores y diputados locales- dedicaron tiempo y energías para golpear a su gobierno. Pero la transición de Adela Román estuvo caracterizada por la inclusión variopinta en su gabinete: hubo en cargos relevantes, figuras ligadas a Walton, a Ángel Aguirre, y al PRI (entre estos destacaba el director de CAPTA, Jondalar Castillo, quien es regidor suplente del priista Damián Terrazas), pero también, en puestos clave, estuvieron figuras morenistas y luchadores sociales, como Eloy Cisneros, Marco Antonio Adame, Nemesio Soberanis, Uriel Leal, entre otros, incluso algunos que salieron ya del gobierno.

Es cierto: la transición o la transformación que se planteó en el Ayuntamiento de Acapulco con la llegada de Morena está lejos de haber concluido, pero empezó. Si a Adela Román le tocó la oportunidad de abrir la primera puerta, a Abelina López le tocará la oportunidad de profundizar. Inclusive, de corregir errores.

No comenzará con la próxima alcaldesa, sino comenzó con la administración que está en marcha. Aunque Adela Román no ha podido quitarse de encima las críticas internas de los morenistas -que, por ejemplo, la excluyeron del reparto de posiciones en la elección del 6 de junio-, lo cierto es que el gobierno municipal actual ha hecho un esfuerzo que debería ser más reconocido. Una prueba básica de ello es que, si las elecciones son un parámetro para medir el trabajo de los gobiernos en turno, el resultado del 6 de junio es una muestra que Adela Román entregó buenas cuentas, pues Morena volvió a ganar en el puerto, y fue Acapulco el municipio que mayor votación dio a la gobernadora electa Evelyn Salgado, y a las diputaciones locales y federales.

¿Hacia dónde va a caminar la transición iniciada en 2018 en Acapulco, ya con Abelina López? Abelina es una mujer que comenzó desde abajo en la escala económica y social, identificada sin ninguna duda con el pueblo raso. Entre quienes le han precedido en el cargo, no hay nadie que tenga un origen así de humilde, y una carrera forjada en la lucha social. La muchacha indígena, que vendía pan en un canasto, que dormía en el piso, en un cuarto de lámina de cartón, hoy será la presidenta municipal, después de haber sido regidora y dos veces diputada, una local y otra federal.

La transición en este gobierno que viene tendría que ser total. Por segunda vez, una mujer en la alcaldía, alineada por completo con el gobierno del estado, con la Federación, con el Congreso, y con una perspectiva profundamente enraizada en el pueblo. ¿Qué más se puede pedir para que el cambio, la transformación, se consolide en Acapulco?

Sin duda, y esto hay que repetirlo, los tiempos que vienen serán sumamente importantes.

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