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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 12 de abril de 2020.

El 2 de abril, Víctor Fernando Álvarez Chávez, director del portal de noticias Punto X Punto, salió de su casa, en Ciudad Renacimiento, y no regresó.

Al día siguiente, sus familiares acudieron a denunciar la desaparición en la agencia del Ministerio Público pero el personal de la Fiscalía se negó a iniciar la búsqueda con el argumento de que debían pasar 72 horas para hacerlo, a pesar de que todas las autoridades judiciales reconocen que precisamente las primeras 72 horas son cruciales en el caso de una desaparición, y quizá la única esperanza de localizar con vida a la persona desaparecida.

Entonces, los familiares, ante la desesperación, hicieron lo que les dictó su instinto: acudieron a la población general y a través de las redes sociales denunciaron que Víctor llevaba en ese momento 24 horas desaparecido y que no sabían nada. Pedían el apoyo de la población para localizarlo. Solo el pueblo, suele decir el presidente Andrés Manuel López Obrador, puede salvar al pueblo.

Fue en ese momento cuando los periodistas -un tanto aislados físicamente, por la cuarentena- se enteraron de que uno de sus compañeros estaba desaparecido, y empezaron las publicaciones, sobre todo en portales de Internet; y también las llamadas entre unos y otros. Tras las publicaciones, se logró que la Fiscalía emitiera la ficha de búsqueda y fue así como empezó la mayor difusión.

No obstante, pasaron los días sin tener noticias de él. Desde la misma fiscalía se filtraban versiones de que podría ser tal o cual asunto privado el que habría llevado a alguien a desaparecer al periodista, sin aterrizar en nada. El 8 de abril, seis días después de que Víctor salió de su casa, fue localizada la cabeza del comunicador en Renacimiento, lugar donde él residía, frente a una secundaria. No obstante, la Fiscalía no dijo nada respecto a la identidad del hallazgo, y fue hasta tres días más tarde, el sábado 11, cuando un escueto y críptico boletín señalaba que la “extremidad cefálica” hallada frente a la escuela, correspondía a “Víctor Fernando”, así, sin ningún apellido ni otro dato que permitiera mayor identificación, solo que estaba desaparecido desde el 2 de abril, en Renacimiento.

También guardó un ominoso silencio la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que no dijo nada durante los nueve días en que nada se sabía del periodista, y solo cuando ya estaba confirmada su muerte sacó un boletín cumplidor para condenar el asesinato. El gobierno del estado tampoco dijo ni hizo nada durante la desaparición. La Dirección de Comunicación Social emitió un escueto comunicado el sábado para lamentar “el sensible deceso del compañero periodista”, aunque en realidad no fue un sensible deceso, sino un salvaje asesinato.

Domitilo Soto -un personaje que se dedica a denostar a los periodistas cada vez que se organizan para pedir justicia cuando uno de ellos es asesinado o agredido- me contactó en privado para decirme que el asesinato de Víctor Álvarez al parecer no había sido por la libertad de expresión, y mostró, entiendo que escandalizado, una publicación que calificaba el crimen como “duro golpe a la libertad de expresión”.

A la autoridad corresponde determinar la causa de la agresión, y si fue o no por su labor periodística. Pero de que es un golpe a la libertad de expresión, lo es, por el simple hecho de que el asesinato de otro periodista coloca en vulnerabilidad a todos los periodistas, e inhibe su trabajo. Se ha insistido en el hecho de que la impunidad genera más agresiones, y hasta el momento no se conoce ningún caso de periodistas asesinados durante el gobierno de Héctor Astudillo Flores, cuyos autores hayan sido detenidos.

Víctor Álvarez fue durante mucho tiempo corresponsal de El Heraldo de México, fue reportero en Novedades Acapulco y en los últimos años publicaba una revista que luego fue portal de noticias en Internet llamado Punto X Punto.

La Fiscalía en este caso fue negligente, omisa, y deliberadamente cerrada para dar información. El fiscal, Jorge Zuriel de los Santos Barrila, tiene mucho más que una explicación pendiente sobre su actuación en este ominoso asesinato.

 

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