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RAÚL SÉNDIC GARCÍA ESTRADA   /

 

Acapulco, 26 de marzo de 2020. Una de las manifestaciones de la violencia en las escuelas es el acoso escolar, llamado bullyng en inglés, refiriéndose al uso repetido deliberado de agresiones verbales, psicológicas o físicas para lastimar, dominar y controlar a otro niño o adolescente, sin que precedan actos de provocación y con el conocimiento entendido de que las víctimas la mayor parte de las veces, carecen de posibilidades de defenderse.

Quienes participan en el acoso escolar, se clasifican en categorías: el agresor, la víctima agresor y el neutro, quien no se encuentra implicado en el fenómeno de acoso pero es testigo presencial de estos actos. Agresores y víctimas generalmente están inscritos en el mismo grado escolar o incluso en el mismo grupo, las víctimas generalmente sufren el acoso y los actos violentos en silencio, sin que los maestros esté enterados y sin que se tomen generalmente las medidas necesarias para evitar estos hechos.

En un número elevado de escuelas prevalece el acoso escolar, en algunos casos los actos señalados tienen repercusiones en la salud mental de los individuos, agresiones físicas, las afectaciones psicológicas, llegando en el más grave de los casos al suicidio.

Es necesario estudiar este tipo de violencia ante la problemática que en la actualidad vive la sociedad envuelta en una violencia generalizada, por lo cual considero que es necesario estudiar el fenómeno de la violencia desde la infancia, la familia y la escuela, además de los antecedentes familiares de víctimas y victimarios.

La atención que requiere la problemática de la violencia en las escuelas debe de ser pronta, porque existe una asociación con el uso y abuso de sustancias, en algunos casos con el alcohol, el abandono escolar, la violencia en las familias, los embarazos adolescentes, las conductas delictivas y antisociales, la portación de armas, los trastornos psiquiátricos, el déficit de atención, las conductas conflictivas, la ansiedad.

Dentro de la problemática de la violencia, en las escuelas es necesario voltear la mirada sobre sus orígenes, sus raíces; y el de la problemática violenta en la familia y el papel de ésta en la formación de la personalidad.

La violencia en las escuelas siempre ha estado presente, pero hoy, ante la problemática de la inseguridad, el accionar del crimen organizado y la violencia criminal ha llegado a niveles insospechados.

La violencia en las escuelas se manifiesta en las amenazas, los golpes, los pequeños robos, las amenazas con armas, las expresiones racistas, las llamadas novatadas y en los casos más perturbadores, las violaciones sexuales, en nuestros días las imágenes de violencia explícita como ejecuciones a balazos, decapitaciones, pornografía, nos llegan vía redes sociales, WhatsApp, YouTube, y los menores tienen facilidad para acceder a ellas.

Estamos viviendo tiempos violentos que agravan los conflictos escolares, los estudiantes ya sea de primaria, secundaria o bachillerato, frecuentemente ya no amenazan a sus compañeros con una paliza a la hora de la salida, hoy las amenazas tienen que ver con acciones del crimen organizado.

La violencia en las escuelas también se han transformado: hoy se viven extorsiones, robos entre alumnos, rapiñas e incluso actos discriminatorios.

La tarea de la no violencia, debe empezar en las familias y en las escuelas, en la búsqueda permanente de restaurar el tejido social comunitario; la escuela y la familia son de particular importancia para la detección de los actos violentos, en donde se pudiera frenar el desarrollo y la reproducción de este flagelo.

Se entiende que la escuela tiene la función primordial de la transmisión de conocimientos, que tiene una función educativa complementaria a la formación en valores que debe de dar la familia, pero es necesario transformar la función de la escuela desde el punto de vista social dentro de los procesos de construcción de personalidad de la socialización, del aprendizaje, de disciplina y saberes, de fortalecer lo aprendido en la familia, por lo que se hace necesario generar nuevos ambientes de socialización, de enseñanza de conocimiento y de un pensamiento crítico, de aprendizaje de la cultura humana, de la formación en valores y en derechos humanos.

Se hace necesario redefinir las funciones del maestro en su papel de guía en los procesos de aprendizaje, de detector de fenómenos violentos, quien debe de percatarse también de la sintomatología de la violencia.

Es necesario capacitar a los maestros y  al personal directivo escolar, para afrontar las problemáticas de la violencia, identificar las razonas psicosociales y psiquiátricas por las que ocurre el acoso escolar, tomar en cuenta la opinión de las víctimas, el papel de los padres de familia y empezar a conocer al fenómeno para poderlo enfrentar, elaborar estrategias aplicables, creativas y reflexivas para hablar de la problemática con los alumnos, para sensibilizar, para conocer, para establecer espacios de diálogo, comunicación y participación en el tema de la violencia.

 

 

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