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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 20 de enero de 2021.

El empresario Luis Walton Aburto hace en estos momentos una intensa campaña que descansa en una frase típica de la izquierda: “la lucha sigue”.

Esa frase ha sido utilizada en mantas y en redes sociales y la escribió él mismo el lunes pasado en un comunicado en su página de Facebook para informar que no se ha reunido con el delegado nacional de Morena, Salomón Jara, ni lo ha hecho nadie en su representación. “La lucha sigue y que aquí nadie se rinde”, escribió al final de su texto.

Pero, ¿cuál es la lucha que sigue? No es, por cierto, la continuidad de la gesta encabezada por Emiliano Zapata a la que alude la frase original, ni una lucha por la defensa de los derechos humanos, por la presentación con vida de desaparecidos, por la libertad de presos políticos, por la defensa de los bosques o contra la imposición de megaproyectos que arrasan pueblos y ecosistemas.

La lucha de Luis Walton es solamente por un cargo, el del gobierno del estado. Teóricamente, es una lucha dentro de Morena, pero en realidad no se sabe.

Walton no es militante del partido cuyo proceso electoral interno está impugnando, y en esa circunstancia, es obvio que no le importa si con ello afecta al partido en general y no solo a la candidatura que ya fue definida para Félix Salgado Macedonio. Su situación es distinta a la de Pablo Amílcar Sandoval, quien sí es militante y está sujeto a los estatutos partidarios. A Walton, por ejemplo, no se le puede expulsar.

El empresario alega que fue ganador de la encuesta, porque dice que Salgado Macedonio solo le ganó por un punto, pero que él le ganó en otros parámetros de medición; sin embargo, confiesa que no ha visto los resultados de ese ejercicio. En ese entramado, se confronta con el delegado Salomón Jara, se niega a entrevistarse con él y públicamente -no solo en sus redes, sino pagando publicidad para garantizar difusión- desconoce a cualquier persona que intente mediar para que se dé un encuentro entre ambos.

Pero en el fondo, es poco creíble que el ex alcalde crea que realmente tiene posibilidades de que la dirigencia nacional dé un giro, quite a Félix Salgado la candidatura, y lo ponga a él en su lugar.

Entonces la pregunta sería, ¿qué es lo que busca Luis Walton con sus impugnaciones?

Quedan claras dos cosas: una, que no logrará por su sola impugnación, hacer a un lado al virtual candidato de Morena; y, dos, que era mentira su propalada cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador -quien ni siquiera lo ha volteado a ver- y por la cual, según él, iba a ser el candidato.

El escenario entonces es que el también ex senador busque acumular todas las canicas que pueda, y luego rompa con Morena y se lance a buscar una candidatura por su cuenta, con la creencia, real o impostada, de que tiene suficiente simpatía de la gente para poder ganar.

En el último año, Walton Aburto rompió con sus aliados PRD y PAN, y hasta con MC, con los que apoyó al panista Ricardo Anaya contra López Obrador en 2018, y buscó ser candidato por Morena al gobierno del estado. Recorrió las regiones para hacer alianzas con morenistas, muchos salidos del PRD, y se consiguió el apoyo del Movimiento Nacional por la Esperanza, que lideran René Bejarano y Dolores Padierna, por eso se vio a muchos miembros de esta organización apoyándolo. Pero las cosas cambian, y Bejarano y Padierna, que eran su principal fortaleza en Morena, ya lo dejaron solo y dieron su apoyo a Félix Salgado en Chilpancingo.

Lo que parece, pues, es que Walton estaría buscando negociar posiciones para él o su gente más cercana; o bien la ruptura, y ser candidato por otro partido, aunque las opciones cada vez son menores porque la alianza Verde-PT ya se está reconciliando con Morena. Solo quedan su ex casa, MC, o el PES o algún otro de nuevo cuño y de frágil memoria.

Aunque sus cargos siempre los ha obtenido través de una alianza de izquierda, Walton tiene una larga historia de dividir a la izquierda. Lo hizo en 2008 cuando el PRD en lugar de postularlo a él a la alcaldía, postuló a Gloria Sierra. Entonces Walton hizo una fuerte campaña contra su aliado amarillo y ganó el PRI. En 2015 repitió la historia: al no ser candidato, rompió la alianza que lo había llevado a él a gobernar el municipio de Acapulco apenas tres años antes y se fue aparte, con MC, con el resultado de que otra vez ganó el PRI. En 2018 abandonó a su amigo López Obrador y lo combatió desde el frente MC-PRD-PAN, solo que entonces no logró quebrar al candidato de la izquierda.

¿Lo está intentando de nueva cuenta? ¿Luis Walton está trabajando otra vez para socavar a la izquierda? Parece necesario que él defina algo al respecto.

Tal vez este pueda ser un momento de oportunidad para que el empresario reflexione su andar y, con honestidad, ubique el papel que le corresponde en esta historia. A Morena no llegó por la puerta principal, sino por una rendija que le permitió el paso a pesar de su rubicunda campaña anterior contra el candidato presidencial de este partido. Es increíble que, con esos antecedentes, ahora se erija como el salvador, el que va a limpiar las impurezas de un partido en el que ni siquiera milita, sino que solamente le dio la oportunidad de participar.

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