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* La tarea de la wixaritari Claudia Morales al frente de Conapred no será sólo de ella, sino de todos, porque a todos nos importa acabar con el clasismo por ser diferentes. Porque nadie puede ser discriminado por su color, religión, idioma. Es hora de rediseñar políticas públicas para terminar con las desigualdades

KAU SIRENIO  /

Ciudad de México, 14 de julio de 2022

La llegada de la ña’a ku’va (hermana) Claudia Morales como presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) es una luz al final del túnel. Su nombramiento rompe con el statu quo instalado en la sociedad mexicana que se resiste en asimilar la diversidad cultural de este país.

La wixaritari Claudia Morales es la primera mujer no mestiza en ocupar la presidencia de Conapred, esto implica que tendrá sus detractores, por desgracia no serán los mestizos, sino los propios indígenas blanqueados en las universidades. Para evitar que esto ocurra, es importante que los pueblos y comunidades indígenas reflexionemos desde la comunalidad, así como nos organizamos para celebrar nuestra fiestas comunitarias.

Porque si llegamos fortalecidos como pueblos indígenas, es seguro que pronto podremos proponer a otro ñani o ku’va (hermano o hermana) para ocupar otros espacios de mayor importancia -ojo, este texto no es en busca chamba, sino una mirada desde Tatyi savi.

Como pueblos y comunidades indígenas tenemos que analizar a conciencia la situación en que nos encontramos. Repensar la situación de niños y jóvenes de nuestras comunidades, desde el acceso a la educación, la cultura, la identidad, la lengua y los medios de comunicación como instrumento de fortalecimiento de los procesos comunitarios.

Desde luego, reconocer a los pueblos que trabajan por la autonomía y su libre determinación. A los artistas e intelectuales que acompañan este proceso autonómico, sólo así podremos caminar hacia el fortalecimiento cultural y lingüísticos sin discriminación.

La ausencia de política para erradicar la discriminación hacia la población es un tema pendiente, de ahí que la recién nombrada presidenta de Conapred, Claudia Morales, plantee la necesidad de “sacar la Conapred de su burbuja, llevarlo a los lugares donde todavía nadie lo conoce”.

La tarea que tiene Claudia Olivia Morales Reza no es sencilla, porque durante 500 años, un grupo de hombres y mujeres con la cruz y la biblia en mano impusieron lo que ellos creen que sería la cultura dominante, la verdad lo consiguieron, pero a costa de genocidios y discriminación que aún se reproduce a día en las calles de las grandes ciudades mexicanas.

La racialización en México se cimentó desde las escuelas, donde enseñaron a los niños indígenas a odiar a sus antepasados y rechazar a sus padres y hermanos, porque solo así podían formar parte de los blancos. Detesto hablar desde el discurso de la víctima, pero es necesario señalarlo, porque la educación que aún reciben los niños indígenas es racista, clasista y machista.

Los medios de comunicación estatal y comercial reproducen lenguaje racista en sus barras programáticas, que por cierto, la presidenta de Conapred tendrá que lidiar con los directores de radio y televisión de los estados y dueños de radio y televisión comercial para que generen programas bilingües con el fin de fortalecer la identidad lingüística.

Bienvenida sea Claudia Morales, a Conapred, los pueblos y comunidades indígenas de México sabremos acompañar a la primera mujer wixaritari en su encomienda por construir una sociedad más plural y libre de discriminación.

La tarea no será de Claudia, sino que es de todos, porque a todos nos importa acabar con el clasismo por ser diferentes. Porque nadie puede ser discriminado por su color, religión, idioma. Es hora de rediseñar políticas públicas para terminar con las desigualdades.

Tomado de Pie de Página

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