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* Notificador de Salud relata las dificultades para que los negocios cierren y la gente tome precauciones en la calle

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 16 de mayo de 2020. Todos los días se levanta y sale a la calle. No guarda, no puede, guardar la cuarentena. Es un trabajador de la Secretaría de Salud del gobierno del estado y su labor, en estos momentos, consiste en notificar a los establecimientos comerciales de Acapulco que deben permanecer cerrados si no realizan labores esenciales, y si las realizan, que tomen las debidas precauciones.

La pandemia de coronavirus Covid 19, explica, no es un juego. Pero también lamenta: la gente no entiende, no hace caso.

No esenciales.

Jaime, o Miguel, o Pedro, o como prefiera llamársele para esta nota, prefiere omitir su nombre verdadero porque, explica, aunque trabaja en la dependencia encargada del control de la pandemia, o por eso mismo, no tiene autorizado expresar opiniones públicas.

Pero desde el anonimato cuenta: en una coordinación con las autoridades municipales, en particular de Reglamentos y Espectáculos y de Salud, se está llevando a cabo un rastrilleo por todo el municipio -que es actualmente el mayor foco de contagios en el estado- para tratar que la gente disminuya la actividad económica y por lo mismo su presencia en las calles. Y con ello, el riesgo de mayores contagios.

No es una tarea sencilla porque el personal es insuficiente, tanto por parte del gobierno del estado como del municipio, y así van quedando muchas áreas -demasiadas, quizá- que no están siendo cubiertas. Los recorridos diarios se hacen en las zonas urbanas del puerto, pero las colonias densamente pobladas, como Zapata, Renacimiento, Coloso, Colosio, Jardín, Pie de la Cuesta, parte alta del Veladero, no son visitadas por falta de personal, por una parte, y por la otra, debido a la violencia y los riesgos que esta presenta.

En entrevista se muestra angustiado porque la gente no responde como se esperaba. “Yo pensaba que por conciencia o por civismo, la gente cerraría solitos para proteger su salud, pero hasta que no les avisamos no hacen nada. Hoy al terminar me subí al Acabús, en la entrada hay una persona tomando temperatura y aplicando gel, pero en el camión toda la gente que venía ahí, sin cubrebocas: y yo digo, imagínate, batallando con los establecimientos para que no salgan y al final la gente se aglomera sin ninguna protección en un espacio cerrado, que ni ventilación tiene”, señaló.

Acabús. Todos juntos.

Por las mañanas, relata, se traslada desde su domicilio al punto de reunión con los trabajadores municipales, en taxis colectivos y es como empieza su día: viendo que ni taxistas ni pasajeros usan cubrebocas; en esos espacios cerrados no hay la mínima posibilidad de mantener una sana distancia. El mismo fenómeno ocurre en los taxis azules.

En el Acabús la situación es la más preocupante, porque no hay ningún control. En la Ciudad de México, compara, en el Metro no dejan entrar a nadie sin cubrebocas, pero aquí no ocurre eso. Y la gente, señala, no parece preocupada ni interesada. Es más, diría que piensan que es responsabilidad de la empresa dotarlos de esa mascarilla, cuando en realidad es responsabilidad de cada uno. “Por eso es higiene personal, porque corresponde a cada persona”, dice.

“Estamos en la fase 3, donde los picos van a estar más altos, no va a haber hospital que alcance para atender a tanta gente encamada -expresa angustiado-. Alguien tiene que decir a los policías no me dejes pasar a nadie sin cubrebocas”.

 

Comercios, las dos caras

En cuanto a los establecimientos comerciales, dice que hay una doble postura: los trabajadores suelen recibir al personal de Salud y de Reglamentos con alegría. “Algunos -muy pocos- nos dicen que nos estaban esperando, que qué bueno que ya pasamos, porque ya querían cerrar y les decían que no, hasta que los notificáramos”.

Notificación.

La otra postura es de los dueños de los negocios, que son reacios a la suspensión de actividades. “Dicen que cómo van a cerrar y pagar a los empleados, que por qué los cerramos a ellos y no cerramos a otra sucursal que tienen en Colosio, por ejemplo”.

“Al día siguiente de que vamos algunos ya están cerrados y otros abiertos, entonces se pide apoyo de la Fuerza Pública para hacer presión o intimidar, pero imagínate, andar arriando a toda la gente, y el tiempo apremia”.

“Nos entregan -relata- un paquete de oficios para establecimientos esenciales que son los que manejan alimentos, a ellos se les dice que pueden seguir vendiendo la comida y que ya no hay servicio para ir ahí y que vendan para comer. Al día siguiente ya pusieron cintas. Los no esenciales, a ellos se les dice que deben cerrar, no suspender durante algunas horas, sino cerrar. La gente dejará de salir a la calle si los negocios están cerrados, pero seguirá saliendo si los puede encontrar abiertos”.

Sin cubrebocas.

Lamentablemente, dijo, “si no se saca un edicto que lo lea todo el mundo, como toque de queda para ellos, de que no deben estar abiertos, ellos actúan como si nada pasara; y mientras haya negocios abiertos, la gente va a querer salir a comprar. Pero el llamado es a la población: por civismo, por salud. No necesitan el papel para cerrar, ya debería estar todo cerrado, perfumes, zapatos, relojes, lo que es comida, que siga abierta con muchas precauciones. Pero… ¿Un lugar que vende relojes, lugares donde venden brassier? Ni al caso exponer a esos empleados y que ellos lleven el virus a sus familiares, donde seguramente hay adultos mayores o personas con diabetes hipertensión u otras enfermedades”.

De acuerdo con las autoridades de Salud, en estos días Guerrero está en la fase ascendente de los contagios por coronavirus.

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