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* La empresa Facebook le cerró su cuenta por criticar invasión sionista en Palestina, señala José Enrique González Ruiz

 

 

REDACCIÓN 

 

Ciudad de México, 04 de agosto de 2020. El ex presidente de la Comisión de la Verdad (Comverdad) que analizó los hechos de la guerra contrainsurgente del Estado mexicano contra la población en los años 70 y 80 en Guerrero, José Enrique González Ruiz, denunció que la empresa Facebook censuró en dos ocasiones sus opiniones por criticar la invasión del gobierno de Israel a territorio palestino.

En un texto publicado originalmente por el periódico Momento, de San Luis Potosí, el académico -ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG, hoy Uagro)- dijo que incluso su actividad en redes sociales empezó a ser objeto de vigilancia, pero advirtió que no renunciará a sus derechos.

«No renunciaré a mis libertades; no dejaré de luchar por mis derechos, no cesaré de respaldar con todo mi esfuerzo la justa lucha del pueblo palestino por su independencia y su autodeterminación», escribió.

 

A continuación, el texto íntegro de González Ruiz:

Van dos veces que la empresa Facebook me sanciona, suspendiéndome la posibilidad de emitir mis puntos de vista acerca de algunas publicaciones que aparecen en Facebook. La primera ocurrió hace apenas un par de semanas y me suspendieron sin forma de juicio (al estilo de la Santa Inquisición) por 7 días y ahora lo volvieron a hacer, esta vez por un mes.

Van primero los antecedentes de contexto: debido al aislamiento que provoca el Coronavirus, paso mucho tiempo en casa. Mi principal ocupación es cuidar niños, y en el tiempo que me dejan éstos, abrir el correo electrónico y el Facebook, para enterarme de lo que dicen las redes sociales. Por eso abundan mis comentarios a las informaciones que me llegan por ese medio.

Entre la información que me mandan mis amigos, cuenta mucho la de Palestina, el lugar del mundo donde más se aplastan los Derechos Humanos, y de forma más cruel y evidente. El sionismo que gobierna Israel ha decidido quedarse con todo el territorio de esa nación, aunque para ello tenga que exterminar a todos sus habitantes. Yo lo considero un holocausto. Entre los responsables de este ilícito de lesa humanidad, está el gobierno de Estados Unidos, pues es quien alienta y sostiene al gobierno sionista.

Veo, por las redes, imágenes de soldados israelíes apuntando con sus modernas armas a niños y mujeres; deteniendo con brutalidad a hombres palestinos; vejando a dignas mujeres que son dueñas ancestrales del territorio ocupado; derribando árboles de olivo, que sé son el símbolo histórico de la región; hiriendo, encarcelando e incluso privando de la vida a quienes protestan. Y todo eso me causa indignación e impotencia, pues veo a diario cómo crece la agresividad de los invasores y el grado de sufrimiento del pueblo palestino.

Donald Trump ofreció a las víctimas el “acuerdo del siglo”, que es a todas luces un garlito. Ofrece dinero a cambio de tierra, pensando que los palestinos están deseosos de salir de su patria. Como no aceptaron semejante indignidad, los ha presionado de forma aún más violenta y hace explícita su complicidad con el sionista Benjamín Netanyahu.

Y aquí empieza la censura de Facebook. Yo comenté que Trump tenía “poquisísima madre” y creo que por eso dijeron que yo estaba incitando al odio y violando las reglas de la empresa Facebook. Me suspendieron por 7 días y yo opté por no hacer más grande el pleito. No admití ser culpable de nada, pero tampoco utilicé los caminos que la máquina señala para inconformarse. Pensé que era algo de poca monta, que debí dejar pasar. Preciso que la del odio no es mi ideología, pues echa a perder la esencia de las personas.

Pero oh sorpresa: soy más importante de lo que creí. Alguien sigue mis pasos en las redes y está atento a lo que digo. Mi ego se siente muy fortalecido. Porque ahora me acusan de violar de nuevo el código de la empresa privada Facebook, porque dije que quienes están apoderándose de territorio palestino no son colonos, sino “invasores y ladrones”. Me baso en lo siguiente:

El concepto “colono” es sumamente suave e incluso empático. Un colono llega a tierras agrestes, las cultiva y se hace parte de ellas. Pero aquel que toma posesión de tierras que sabe ajenas, es un ladrón conforme a cualquier código penal del planeta. Y si está respaldado por la fuerza descomunal de un estado dirigido por personas que se creen “elegidos de dios”, es un invasor.

Eso de pueblos a los que la divinidad eligió, o que tienen un “destino manifiesto”, o son mejores que todos los demás, se llama supremacismo, y es rechazado por todos los demás, que no se autodeclaran elegidos de los dioses. Los principios esenciales del Derecho Internacional no reconocen que ningún Estado, nación o individuo sea superior a otros u otras.

Así que sancionarme por decir que los israelitas no son superiores a los palestinos, cosa que ahora refrendo, es una grave conculcación de mis derechos humanos básicos. La libertad de expresión ha costado mucho a la especie humana, como para aceptar que esté a disposición de una empresa dueña de un medio de comunicación. Propongo, en concreto, que el gobierno cree una empresa que se encargue de este tipo de funciones, para no estar sujetos -como ahora- a la censura de los privados.

No voy a callar; no me espantaré por estas medidas represivas. Valoro altamente la garantía del debido proceso, que se basa en el principio universal de inocencia. Nadie, absolutamente nadie, es culpable mientras una autoridad competente no lo declare así. E incluso en esa hipótesis queda siempre la posibilidad de apelar a la Justicia sobre normas injustas y contrarias a la ética.

No renunciaré a mis libertades; no dejaré de luchar por mis derechos, no cesaré de respaldar con todo mi esfuerzo la justa lucha del pueblo palestino por su independencia y su autodeterminación.

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