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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 11 de noviembre de 2020.

Luis Walton Aburto es un nuevo converso de la Cuarta Transformación. Aunque esta ya estaba proyectada, no se sumó a ella al principio, sino lo hace ahora que es gobierno, y cuando todas las encuestas dan por hecho que Morena ganaría la gubernatura del estado. Es el momento en que decidió que quiere ser su candidato.

Hace menos de tres años, sin embargo, Walton Aburto le levantaba la mano al abanderado presidencial panista Ricardo Anaya en una campaña que fue otra embestida contra López Obrador. Lo hizo con enjundia y amor a la camiseta que estaba portando, como lo demuestran las fotografías y videos que circulan en internet. Es posible que haya pensado que otra vez, como en 2000 y en 2006, los panistas se llevarían la presidencia de la República y que, como en 2012, Andrés Manuel López Obrador vería pasar la oportunidad histórica.

Pero se equivocó, y cuando el tabasqueño se convirtió en presidente de la República, el ex alcalde de Acapulco cambió su estrategia, renunció al partido Movimiento Ciudadano -desde donde hizo la campaña contra él- y se declaró como su verdadero amigo del alma.

En el contexto del actual proceso electoral, Walton Aburto comenzó una muy intensa campaña en distintos medios enfocada a convencer a los ciudadanos de una sola cosa: su cercanía y gran amistad con López Obrador. Con muchas variantes, ese ha sido el eje temático del posicionamiento que ha impulsado, con la evidente intención de generar la idea de que, siendo tan amigo del presidente, es un candidato predestinado.

Pero no es así. Todas las encuestas lo ubican en una posición muy abajo, no solo muy lejana del puntero, que es Félix Salgado Macedonio, sino también lejos del segundo lugar, el ex delegado federal Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros.

Lo de menos en el caso de Walton, es que fuera una figura más que se incorpora a Morena para garantizar ser el próximo gobernador. Pero su caso es singular. Primero, la cuestión personal con su amigo el presidente de la República. Es lamentable, por decir lo menos, el uso que el también ex senador ha hecho de su relación con él, después de haberlo abandonado en 2018, a cambio de las posiciones que implicaba estar bien con quien creía que sería el próximo presidente. La campaña ahora para decirle a la gente que López Obrador es su gran amigo, no puede verse sino como una de las formas más innobles de deslealtad y puede ser hasta ofensiva para los seguidores del presidente.

Pero en el fondo tampoco es un asunto extraño. Walton tiene una larga historia donde la lealtad a un proyecto no es lo que lo ha distinguido. En 2002 abandonó el PRI. No lo hizo porque este partido representara una divergencia ideológica, ni porque no respondiera a los principios enarbolados por el empresario, sino por algo más burdo: porque no fue designado candidato a la presidencia municipal de Acapulco.

Aunque no se afilió a ningún partido de izquierda, sino al de Convergencia, que había fundado Dante Delgado, fue aquella una ruptura que en los círculos de oposición fue vista con buenos ojos. En 2005, Convergencia hizo alianza con el PRD en Guerrero para llevar la candidatura de Zeferino Torreblanca. La fórmula pegó, y se intentó en 2008 para la alcaldía porteña, pero Walton, que había sido candidato en 2003 y en 2005, puso como condición ser él el candidato, pero al no lograrlo, la rechazó. El PRD llevó a Gloria Sierra como como abanderada y su principal competidor fue Walton, pero a la hora de la verdad, ninguno ganó, y quien sí lo hizo fue el PRI, que llevó a Manuel Añorve como candidato.

En 2010, PRD y MC consolidaron la alianza, ahora con el PT, para la gubernatura, y su candidato Ángel Aguirre ganó. En 2012, ya con esa misma unión, en Acapulco, el PRD hizo suya la candidatura de Walton y este por fin llegó a la alcaldía, 10 años después de haberla buscado. En 2015 la coalición por la gubernatura era un hecho. Pero otra vez Walton quiso ser candidato, y al no conseguirlo, pues el PRD postuló a Beatriz Mojica, rompió la alianza e hizo amarres con el entonces candidato priista Héctor Astudillo. Resultado: como en 2008, el PRD perdió, y Movimiento Ciudadano (como había sido rebautizado Convergencia) quedó en un lejano tercer lugar.

En 2018 repetiría la misma historia, ahora frente a López Obrador, para apoyar a la coalición con el PRD y el PAN.

Los simpatizantes del empresario apuestan todo a la relación de amistad que tiene con el presidente, el cual, según parece, ha sido generoso para olvidar el episodio de hace tres años. Los que no lo olvidan, ni tampoco el de 2015 ni el de 2008, son los militantes de Morena y del PRD.

La pregunta ahora no es si Walton podría hacer o no un buen gobierno, sino si en realidad el tiene posibilidades de ganar la candidatura por la amistad con el presidente de la República, como único factor de la elección.

 

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