MARCO A. PAZ PALACIOS/
Acapulco, 29 de mayo de 2025. La reflexión de hoy será sobre un personaje acapulqueño recientemente asesinado en Playa Icacos, en donde tenía un negocio de renta de motos acuáticas. Me refiero a Marco Antonio Suástegui Muñoz.
Siendo un joven arquitecto egresado del Instituto Tecnológico de Acapulco, originario de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, es nombrado vocero del Consejo de Comunidades y Ejidos Opositores al Proyecto de la Presa La Parota. Cecop son sus siglas, y así lo conocemos todos, como el Cecop. Destaca como vocero, es incansable y tiene una voluntad de lucha inquebrantable. El Cecop combate épicamente contra el gobierno, que por todos los medios busca imponer el proyecto de la presa La Parota, que, según la propaganda oficial, traerá el desarrollo y la prosperidad para aquella zona y para Acapulco. Se terminará el problema del agua en la ciudad, dicen. Será enorme, habrá mucho empleo, será otro Valle de Bravo. Lo que no dicen es que los pobladores originarios serían desplazados, pagándoles por sus tierras un bajo precio. Del problema del agua está lejos de solucionarse. En fin, los promotores le ven solo virtudes y dicen que los opositores solo ven tragedia y destrucción de un ecosistema.
El gobierno lo intenta todo para imponer el proyecto: asambleas amañadas, amenazas, compra de opositores, chantaje, etc.
La férrea y decidida lucha del Cecop y su vocero logra frenar el proyecto.
Suástegui, dueño de una voluntad de lucha inquebrantable, es encarcelado varias veces y pasa desde el Cereso de Acapulco hasta una prisión de alta seguridad, de esas especializadas en quebrar al ser humano, en desquiciarlo. Sin embargo, Suástegui sale y retoma la lucha, algo que las autoridades no pueden entender: que sea tan aferrado en la defensa del río Papagayo y su tierra. Y es que quien no conoce la zona le vale que se destruya, pero cuando la conoces, tiene una especie de embrujo. Es una especie de Macondo; quien haya leído Cien años de soledad del gran Gabo me entenderá. Es una zona semi virgen a unos cuantos kilómetros de la urbe turística que es Acapulco. Es una zona que vale la pena defender.
Volvamos con Suástegui, que sufre la desaparición de su hermano Vicente, de los mismos apellidos, quien a la fecha sigue desaparecido. Por eso a Marco Antonio se le veía en la lucha por los desaparecidos. Él siempre fue solidario con las luchas sindicales; se le encontraba marchando con la Ceteg, en la marcha del primero de mayo. Algunas personas decían “en todo se mete”, pero ¿cómo no iba a apoyar la lucha por los desaparecidos si tenía un hermano en esa condición? ¿Y las demás luchas? Él había entendido que las luchas aisladas están destinadas al fracaso, y sabía que el proyecto de la presa solo está suspendido y en cualquier momento lo pueden reactivar. Y siendo un líder nato, las organizaciones lo invitaban y se aliaban con el Cecop.
Esa voluntad de lucha inquebrantable por las causas justas, ese espíritu solidario, solo podría ser quebrado de una manera. Ya había sido perseguido, encarcelado en prisión de máxima seguridad, desaparecido su hermano, y seguía en pie de lucha. Así que el 18 de abril de 2025 es atacado a balazos, recibiendo impactos en abdomen, hombro y tórax, heridas que unos días después lo llevarían a perder la vida.
Murió el hombre y nació la leyenda.
Marco Antonio Suástegui Muñoz vive en cada comunero que lucha por conservar su tierra y su río, en cada campesino que no se deja humillar por los desarrolladores voraces y ambiciosos, en cada trabajador que lucha por sus derechos.
Marco vive, vive, ¡¡¡vive!!!