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Texto y fotos: Daniela Rea

VERACRUZ, VERACRUZ.- Son las cuatro de la tarde en la calle Abeto, en una colonia de interés social al norte del puerto de Veracruz. Rosalía Castro está sentada en el sofá y Guadalupe Contreras está frente a ella. Casi no hablan, apenas tienen energía para recibir el aire fresco que viene de fuera y tomar agua o cocacola para refrescarse.

Hoy martes 3 de septiembre Rosalía cumple años, pero parece que da igual. Acaba de volver de caminar durante seis horas, bajo más de 30 grados centígrados y humedad que pega la ropa al cuerpo apenas pisa una la calle. Caminó una parte del terreno conocido como Kilómetro 13.5 con sus compañeros de la Brigada de Solecito, en busca de fosas clandestinas. Éste es el segundo día de toda una semana que dedicarán al lugar.

Hace apenas un mes, el 8 de agosto, este Colectivo conmemoraba el cierre de lo que se ha conocido hasta ahora como la fosa clandestina más grande encontrada en México: Colinas de Santa Fe, de donde fueron recuperados 298 cráneos (y más de 22 mil restos humanos); de este predio 24 personas fueron identificadas y a la fecha se han entregado a 18 familiares.

Pero eso no importa. Los integrantes de la Brigada siguen rastreando los terrenos que rodean la zona portuaria en busca de más posibles fosas. No hay tiempo qué perder: el terreno en cuestión es muchísimo más grande que Colinas de Santa Fe, “nos han dicho que son 300 hectáreas” y las obras de ampliación del puerto o de construcción de más vivienda de interés social avanzan a un paso veloz devorando los arenales donde se sospecha que personas fueron enterradas de manera ilegal.

“Terminamos la semana, no encontramos tesoros, pero se exploró el terreno que nos otorgaron el permiso, avanzamos, porque vamos descartando al punto que tenemos que llegar, porque las coordenadas no están bien, pero bueno, seguimos”, dice Rosalía, que busca a su hijo Roberto Carlos Casso Castro, casi vencida por el calor y el cansancio.

Ésta es la quinta vez que exploran alguna parte del terreno llamado 13.5, al que llegaron luego de que les entregaran un mapa en el año 2013 con la ubicación de posibles fosas. El rastreo lo iniciaron el año pasado cuando aún se hacían barridos en Colinas de Santa Fe para descartar más fosas. “Llegamos a este terreno por un anónimo, se escuchaba que este lugar lo usaron para llevar a los desaparecidos antes de Colinas de Santa Fe, se escuchaba que había hasta 500 cuerpos. Pero quizá nos pusieron mal las coordenadas y pues seguimos  buscando”, dice Rosalía.

Lucía Díaz, fundadora del colectivo Solecito, afirma que la experiencia en la fosa de Colinas de Santa Fe les enseñó que la búsqueda es perseverancia, esfuerzo y entrega sin ataduras.

“La experiencia de Colinas nos demuestra cosas que la gente que pasa por esto no sabe. Cuando llegamos a Colinas al principio fue negativo. Al inicio pasaron 5 días y no encontramos nada. Y un día buscamos y encontramos un tórax, un cráneo y 50 huesos. Ese fue el comienzo de Colinas. Con el tiempo supimos que antes de nosotros Seido fue a ese mismo lugar con un delincuente y encontró cinco cuerpos, el 11 de abril de año 2015. Seido fue a buscar y dejó evidencia. Entonces nosotras nos fuimos a otros puntos y pasó todo. Esto es de perseverancia, por eso vamos a buscar y vamos a encontrar”, dice Lucy Díaz, que busca a su hijo Guillermo Lagunes Díaz.

“Éste es un trabajo de resistencia, de ir con autoridades, de invertirle, invertirle y no cuestionar los resultados más que seguir adelante. Perseverancia incontestable. Aunque no den resultados”, insiste Lucy, quien habla de otros espacios de búsqueda.

Por ejemplo, desde antes de cerrar Colinas de Santa Fe el colectivo Solecito inició otros rastreos. Entre octubre del 2018 y enero del 2019 recorrieron el recinto portuario de Apiver (habían recibido un mapa de posibles fosas en esa zona), a pesar de que en un inicio el entonces gobernador Miguel Ángel Yunes les negó la posibilidad del acceso. “Las autoridades portuarias nos dejaron entrar y buscar, nos prestaron maquinaria, incluso. Revisamos el basurero, las vías, pero no encontramos, quizá porque ya habían obras de ampliación”, dice Rosalía.

En el estado, según datos de la Fiscalía General de Veracruz publicados en el sitio adondevanlosdesaparecidos.org, entre 2006 y 2016 se localizaron 332 fosas con 222 cuerpos, de los cuales 104 han sido identificados; además de otros 293 cráneos y miles de miles de restos óseos. Las fosas se han encontrado en una quinta parte de los municipios.

A contrarreloj

Buscar en un terreno rural-urbano, como lo es el 13.5, tiene peculiaridades y retos para las familias de Solecito.

Se conoce así al terreno que ubicado en la zona noroeste del puerto de Veracruz y que está delimitado por la carretera que lleva a la zona portuaria, donde están ubicadas empresas como Tamsa, y la playa del Golfo de México. Este terreno pertenece a 20 dueños que bardearon o cercaron el espacio; como se trata de predios particulares las familias de Solecito deben contactar a cada dueño y solicitar el permiso de acceso. Rosalía explica que esa es una de las principales limitantes: encontrar, contactar y esperar.

No es fácil acceder a los dueños y menos que éstos quieran dar permiso de ingresar con Fiscalía General del Estado a buscar fosas. “¿Quién va a querer comprar o construir en un terreno donde enterraron cuerpos? Eso no lo conviene a nadie”, dice Guadalupe que busca a su hijo Iván, desaparecido en Guerrero. “Algunos terrenos están en venta y eso espanta a los posible compradores”, remata Rosalía.

El permiso que utilizan para acceder a este terreno, por ejemplo, tardó cinco meses en ser aprobado.

Pero el acceso es sólo uno de los inconvenientes.

El día de hoy, se queja Guadalupe Contreras, cavaron tres metros de profundidad y no encontraron nada. “Hay zonas que ya están construidas o que serán construidas y están rellenadas con arena o escombro. En algunas partes hay rellenos de tres metros de profundidad, en otras hasta de 10 metros de altura para poder construir la ampliación del puerto”.

Así es. El constante movimiento de la zona, la ida y venida de trascabos que rellenan para comenzar a construir o bien, que sacan arena para vender como material de construcción en otras zonas, complica la búsqueda y pisan los talones de los buscadores.

“Se rumora que antes de Colinas de Santa Fe ya se utilizaba el terreno conocido como 13.5”, dice Rosalía. “Yo fui en 2012, sin saber buscar, pues no encontré nada, encontré mucho, pero no sabes qué significa lo que encuentras. A partir de saber que ahí puede haber algo yo empiezo a gestionar permisos. Pero ahora que vuelvo al lugar ya está completamente diferente, con rellenos, con construcciones, con dueños, con cercas… lo hicieron así porque ya los estaban invadiendo”.

Las búsquedas

El lunes 2 de septiembre, en la víspera del cumpleaños de Rosalía, inició la quinta sesión de búsqueda en este terreno. A las ocho de la mañana se encontraron Rosalía, Guadalupe y Gonzalo, tres de los buscadores que trabajaron en Colinas de Santa Fe; además de otras tres familiares de desaparecidos: Laura, Lorena y Fabiola, que era la primera vez que acudían.

“Yo no había querido venir a buscar antes, por seguridad, porque uno tiene miedo. Yo estoy buscando vivo a mi hijo, me sumo a las búsquedas para ayudar y que me ayuden como un equipo, pero no acepto y no voy a aceptar que ya no está”, dijo Lorena Inda, que va acompañada de su hija Fabiola a buscar a Octavio Pozos Inda, desaparecido el 29 de julio del 2018 en el puerto de Veracruz.

“Fue un día arduo, complicado. Desde mi punto de vista nos engañaron, porque buscamos por muchos lugares y hasta donde yo sé, porque no fui todos los días porque tengo problemas con las vértebras cervicales, a pesar de las técnicas no se encontró nada positivo. Falta un lugar más preciso. El trabajo en equipo es estupendo, es muy humano, hay mucho apoyo. Son pocos días, somos pocas personas la que acudimos, necesitamos más ayuda”, dice Lorena.

“El Colectivo siempre está enfocado en búsqueda, ése es nuestro objetivo y tenemos ese predio tan grande, que ojalá, si todos los dueños nos dieran permiso terminamos y nos pasamos a otro, y a otro. Pero ni modo, tenemos que apegarnos a la ley. Hemos hecho llamados en general para que nos dejen entrar y seguimos esperando”, se lamenta Rosalía.

Se roban el memorial

El 8 de agosto cuando se realizó una misa para conmemorar el cierre de la fosa Colinas de Santa Fe las familias colocaron un memorial de cemento y dos cruces para recordar a quienes fueron rescatados de este lugar.

Una semana después dos integrantes del colectivo volvieron a Colinas a recuperar una hielera que se había quedado ahí. Cuando entraron ya no estaba el memorial ni las cruces. Se supone que la Fiscalía estatal tenía resguardado el lugar.

“Se lo llevaron y no sabemos quién. Para nosotros es importante recuperarlo, pero eso nos hace dudar si el lugar está asegurado. Si alguien pudo entrar, quiere decir que ese lugar no estaba bien asegurado”, dice Rosalía.

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