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* Para llegar al mercado son sometidos a cientos de estudios, se evalúan para asegurar su inocuidad y pueden tardar hasta 10 años en ser aprobados

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Cuidad de México, 10 de septiembre de 2017. En los últimos años ha surgido una serie de ideas equivocadas respecto a los edulcorantes no calóricos, pues se cree que causan daños al organismo, promueven el aumento de peso e incrementan el riesgo de padecer diabetes, entre muchas otras. “Para que estos endulzantes puedan introducirse al mercado deben ser sometidos a cientos de pruebas, se evalúan para asegurar su inocuidad y pueden tardar hasta 10 años en ser aprobados”, expone la doctora Rebeca López-García, química, tecnóloga de alimentos e investigadora de Logre International Food Science Consulting.

Los edulcorantes no calóricos son cualquier compuesto con sabor dulce, pero sin el aporte calórico ni el efecto metabólico del azúcar. En este sentido, pueden formar parte de un régimen de control de peso y ser aptos para personas con diabetes dentro de un contexto de alimentación y estilo de vida saludables. “No porque tomemos un refresco de dieta podemos comernos cinco tacos más, no funcionan como una sustitución”.

Otra condición que deben cumplir es no generar efectos positivos ni negativos sobre el organismo. “Es muy importante aclararlo porque muchas veces se les trata como sustancias para controlar el sobrepeso y la diabetes, cuando en realidad el proceso que siguen para su aprobación y evaluación es como aditivos alimentarios”, afirma la doctora López-García.

Refiere que uno de los principales mitos sobre los edulcorantes no calóricos es el daño que causan a la salud, lo cual es falso, pues la seguridad de su consumo está avalada por muchos años de estudios toxicológicos, de mutagenicidad (para verificar si afecta el ADN) y carcinogenicidad (detectan si tiene la capacidad de producir cáncer).

Además, todos los que están disponibles en el mercado han sido aprobados por los máximos organismos regulatorios internacionales, como la Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA, por sus siglas en inglés) y la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

En este contexto, la doctora López-García cuestiona los estudios que declaran que los edulcorantes no calóricos son dañinos. “Ciertas investigaciones no están basadas en los protocolos aceptados a nivel internacional o usan dosis que poco tienen que ver con la realidad de consumo, razón por la cual no es viable desacreditar un aditivo que ha pasado por cientos de pruebas”.

De hecho, refiere, se ha establecido que el consumo diario admisible de estos productos es de alrededor de cuatro miligramos por kilo de peso corporal, que más o menos equivale para una persona con un peso de 70 kilogramos a 40 sobres diarios. Realmente nadie consume tal cantidad.

“Otra idea equivocada es relacionar su ingesta con el aumento de peso corporal y el riesgo de padecer diabetes. Lo que sucede es que la gente cree que al consumirlos ya es inmune al sobrepeso y a las enfermedades metabólicas, entonces, se les hace fácil beber un café con edulcorante acompañado de un pastel con triple dotación de chocolate y crema batida. Obviamente, el postre tiene una cantidad impresionante de calorías y si tal conducta es repetitiva, eso es lo que les incrementa el peso y constituye un factor de riesgo para ciertos padecimientos”, detalla la doctora López-García.

Por último, la experta recomienda a las personas con diabetes que siempre lean las etiquetas antes de consumir productos endulzados, pues aunque se encuentren en las categorías light o diet, en muchas ocasiones sólo son “sin azúcar añadida”, pero sí la contienen en algún porcentaje.

 

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