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RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ  /

 

Chilpancingo, 06 de junio de 2020. 

Hace algunos días en las redes sociales apareció un mensaje que varios compartimos, lo cito de memoria: “si llego a contraer el coronavirus, autorizo dar a conocer mi nombre y condición… para que, quienes hayan tenido contacto conmigo, pueda tomar las medidas necesarias para protegerse…”

La noche del viernes y la madrugada del sábado fueron especiales, inicie con un tremendo calor corporal (la andropausia, dicen los metiches), tanto que opté por pararme a bañar a eso de las 2 de la tarde. Posteriormente a eso de las 3 de la mañana, una diarrea marca llorarás, textualmente la vida se me iba por un hoyo. Algunos conocedores (Sergio Zacarias y el vago) recomendaban enfáticamente utilizar un mango, la satisfacción placentera se les notaba en la cara: en ese inter estaba, cuando una sensación de ebullición hacía presencia en mi estómago, lanzando afuera todo lo que había comido en el día…. Para los que me exigían que volviera, servidos. Mi cuerpo estaba frío, sobre todo pies y manos, la ligera temperatura incipientemente invadía mi cuerpo esbelto, de deportista (¿Qué? Cada quien que escriba su historia), mi ventaja es que cuento en casa con una enfermera con preparación de doctora y conocimientos de brujería, entre pastillas, té, entre otras cosas detuvo de inmediato los síntomas que ya marcaban en nuestros rostros la preocupación de la temporada.

Mi hijo, bien preocupado, nos comentaba ya este sábado por la mañana que había soñado que yo estaba enfermo o algo así y, sí, se medio levantó, preguntó que pasaba y se volvió a quedar dormido. Bueno eran las 4 y media de la madrugada.

A partir de esa hora, estuve en observación en casa, para ver cómo evolucionaba; sí, preocupado por la situación. Preocupado si por mí, pero más por la familia, los amigos y algunas otras personas que han tenido contacto conmigo. Por ejemplo, me preocupaba lo que me debe Sergio Ocampo producto del dominó entre otros deudores.

Por fortuna en el momento de escribir estas líneas, cualquier síntoma que pudiera sugerir coronavirus ha desaparecido, no, no fue Covid 19, fue una simple, ni tan simple, infección estomacal, que hizo crisis en la madrugada de este sábado, bueno espero que al 0000.1% de mis contactos les alegre, porque ya ven como está la situación de la pandemia, no quise ser parte de la estadística y de momento no lo soy.

Si, intento contarlo jocosamente, burlándome de mí y cotorreando a algunos amigos, pero la situación es más seria que esto. Para mi fortuna estoy bien (claro que, si alguien me paga una prueba, con gusto la tomo). Pero entre muchos que no entienden que la “nueva normalidad” no significa que la pandemia ya acabó, que podemos hacer y deshacer la vida que antes teníamos, que no debemos mantener la sana distancia, ni el quedarse en casa o utilizar cubrebocas. Si a todo eso le suman la criminal manipulación de la información que hacen algunos medios de noticias, si es una situación personal que preocupa.

Estoy bien, me gustaría leer que tú que perdiste el tiempo leyendo esto, también lo estés, quédate en casa, usa cubrebocas, guarda la distancia, etc.

No soy un sobreviviente del coronavirus aclaro. Pero hay que seguir cuidándonos. Porque yo, tuve miedo.

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