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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

Acapulco, 27 de agosto de 2020. 

El empresario Joaquín Jacko Badillo Escamilla puso sobre la mesa su aspiración de ser el candidato de Morena para la alcaldía del puerto de Acapulco.

En una entrevista con medios digitales del puerto, el ex candidato del PVEM (2015) y de la alianza PRD-MC (2018) lanzó la siguiente perla declarativa: “Hoy con humildad quiero tocar las puertas del partido del Presidente de la República, porque creo en su lucha, en la Cuarta Transformación, y porque creo también que alguien con mi modesto perfil, que lejos de señalar o criticar lo que quiere es sumar y aportar, se puede formar en la fila para participar en la encuesta, como lo han dicho los dirigentes de Morena y el mismo presidente, y no es algo ilegal, porque en los estatutos existe la figura de candidatos externos; por eso humildemente levanto la mano y digo aquí estoy”.

Sin embargo, el de Badillo Escamilla es un caso singular, caracterizado por los vaivenes. Antes de 2015, era un joven empresario (muy cercano a la también empresaria y ex alcaldesa interina de filiación priista, Ana María Castilleja Mendieta) que quería ser candidato por el PRI, pero en las elecciones de ese año, el tricolor definió como su abanderado al médico Marco Antonio Terán Porcayo y en ese momento Badillo cambió de bandera y consiguió la candidatura del Partido Verde. En esta aventura contó con el apoyo del entonces candidato priista a la gubernatura, Héctor Astudillo Flores, pero no pudo ganar; solo desbarrancó la candidatura de Terán, quien perdió ante el perredista Evodio Velázquez por una diferencia de votos menor a lo que obtuvo el PVEM.

Badillo aprendió la lección. En 2018 creó su propia estructura a través de una organización que llamó Jackomienza y se acercó a diversos partidos: a Morena, donde no tuvo ninguna posibilidad; al Panal, donde incluso la dirigente estatal Laura Pineda Manzano lo llegó a presentar en privado como su candidato, antes de que este partido se definiera por Rubén Figueroa Smutny; un día de sopetón llegó al PRD, de la mano del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero y pidió “humildemente” medirse en las encuestas para ser el candidato y de repente apareció con el apoyo también de MC, partido que ya tenía como abanderado a Ricardo Mejía.

Pero humildemente no ganó la encuesta, según denunciaron David Jiménez Rumbo y Víctor Aguirre Alcaide, los dos precandidatos punteros en ese momento, no obstante lo cual, fue el candidato de la coalición.

El 15 de agosto de 2018, tras perder la elección. Badillo buscó la dirigencia estatal del PRD, y ante las críticas de que intentara ser dirigente cuando no era ni siquiera militante, dijo que se afilió el 12 de marzo de ese año, cuando registró la candidatura, a pesar de que toda la campaña se la pasó diciendo que era candidato externo. Tres años más tarde, ahora ante un grupo de periodistas -y luego de que no pudo obtener la dirigencia estatal, pese al apoyo de Aguirre, que lo cobijó en IPG- dijo que en realidad nunca fue militante de ninguno de los partidos que lo postuló.

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Ahora, Badillo Escamilla quiere ser candidato de Morena, y dice creer en la Cuarta Transformación propuesta por López Obrador, pero en 2018 hizo una campaña denostando esa 4T, una campaña burlona no solo contra el planteamiento, sino contra sus candidatos. De antología fue su burla a la foto donde aparecían Adela Román y López Obrador, cuando dijo que era la imagen de unas bodas de oro, de tan viejitos como él -el joven-, los veía.

La transformación de Jacko Badillo, en realidad, no tiene ninguna lógica. Sería una candorosa torpeza creer que esta vez sí asumiría una identidad partidaria inclusive en el caso de que fuera candidato triunfador. Lo más probable es que una vez como alcalde, se deslindara del partido.

En realidad, su historia no es sino una historia de deslealtades. Al Verde lo llevó al rompimiento de su alianza con el PRI -que le hubiera redituado dividendos de haber ganado juntos-, para después abandonarlo a su suerte. Pudo ser su líder en Acapulco, replantear su segunda candidatura y ahora sí con mayor estrategia, plantearse un triunfo o caminar hacia él. En cambio, buscó un nuevo partido con una característica: tendría que ser fuerte, capaz de hacerlo ganar.

Qué mejor que el PRD, que llevaba ganando la alcaldía desde 1999, con la sola excepción del período priista de Manuel Añorve, porque incluso la administración de Walton se ganó, aunque él era de MC, porque el PRD lo postuló. Pero esta vez el PRD perdió. En parte, porque el candidato fue desleal con la militancia. Su campaña estuvo organizada toda, de manera exclusiva, con la estructura de Jackomienza, y los cuadros perredistas fueron hechos a un lado.

Después, de la mano de Aguirre Rivero, Badillo quiso apoderarse del PRD a pesar de que no era militante. Mintió cuando dijo que se había afiliado en marzo (o miente ahora, cuando dice que nunca se afilió). Fue desleal con el entonces alcalde Evodio Velázquez, con quien hizo campaña; y lo es con Ángel Aguirre, a quien ahora no duda en abandonar para buscar a Morena. O lo será con los morenistas, si llega solo por la candidatura, manteniendo lealtades con otros partidos.

Es, pues, todo un galimatías político, difícil de entender. Pero esa es la propuesta de un joven capaz de comparar una foto de campaña con una de bodas de oro, y que hoy se presenta “humildemente” a pedir cobijo con ese anciano de quien se burló.

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1 Comentario

  1. Dentro del análisis que haces Roberto deja entrever a un político que no tiene principio ni mucho menos estabilidad política ni ideológica.
    Sin embargo su actitud de empresario lo ha hecho del escarnio de los trabajadores que cuidaban l y hacían el aseo en los centro de salud.

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