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ROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ    /

 

Ciudad de México, 09 de agosto de 2021.

¿Por qué participó solo el 7 por ciento de la ciudadanía en la consulta del 1 de agosto cuando se apuntaba un interés del 31 por ciento en votar? ¿Qué papel jugó la prensa para ese resultado?

Estas preguntas podrían responderse con detalles en los ámbitos académicos. Por lo pronto, entre algunos observadores aparecen dos respuestas generales:

La mayoría de los grandes medios industrializados sí logró desalentar la participación popular, porque sigue dominando el gran mercado de las noticias; por otro lado, los medios pequeños, impresos y digitales no quisieron o no pudieron impulsar el interés social porque en general trabajan con precariedades y aunque ya son miles en todo el país aún no logran alcance suficiente para conformar un mercado alterno.

 

Había interés en 29 millones

El Financiero diario realizó dos sondeos previos a la votación. Entre el 11 al 25 de junio encuestó a 1,000 ciudadanos y luego a otros 500 los días 23 y 24 de julio. Detectó entonces que “un 31 por ciento de los entrevistados les interesa mucho participar en dicha consulta popular…”

Ese 31 por ciento, significaba un poco más de 29 millones de posibles votantes del total de ciudadanos inscritos en el padrón del Instituto Nacional Electoral (INE).

Esa posibilidad fue festinada por analistas afines al gobierno del presidente López Obrador. Pero la cifra final de participación que registró el INE fue de 6 millones 663 mil 208 personas, apenas el 7.11 por ciento del padrón.

Están pendientes los análisis exhaustivos que expliquen esa baja participación ciudadana y en ellos tendrá que evaluarse, como factor clave, el papel de la prensa diferenciando a los medios tradicionales predominantes de los que buscan modelos alternativos de comportamiento y ponerlos en su contexto de crisis empalmadas.

 

Empeorarán las crisis del modelo

Está muy estudiado el modelo de prensa mexicano, un modelo determinado por el mercado que somete por el interés de la ganancia al sistema nacional de información que debiera ser de interés social; ese modelo de negocios lo dominan todavía las grandes empresas y/o corporativos industrializados.

Ese modelo, se sabe también, sufre distintas crisis por la combinación de causas exógenas y endógenas que además acentuaron los déficit financieros, en la mayoría de los medios, por la decisión de Andrés Manuel López Obrador de reducir a la cuarta parte el gasto federal. Ese modelo fue trastocado severamente, por esa y otras causas.

En ese contexto ahora hay que sumar dos malas noticias:

En casi tres años, en la mayoría de empresas de prensa mexicana no han fructificado los intentos de encontrar fórmulas alternativas de financiamiento, o sea otros modelos de generación de ingresos distintos a los tradicionales basados en la publicidad, especialmente del sector público y no se espera que puedan hacerlo sino hasta 2024, según el informe ¿El despertar de un gigante adormecido? que presentaron el 5 de agosto la Asociación Mundial de Editores de Noticias (WAN-IFRA) y el Tecnológico de Monterrey, con el apoyo de Facebook Journalism Project;

La otra mala noticias es que puede extenderse la política pública del presidente López Obrador de reducir el gasto público en publicidad también en la mayoría de gobiernos de los estados, congresos locales y hasta en municipios. Recuérdese que Morena asumirá el mando de las gubernaturas en 17 entidades, que controlará 20 congresos locales y 346 municipios, muchos importantes.

El informe de la Asociación Mundial de Editores de Noticias revela que en los medios investigados en México “la dependencia de la publicidad es enorme: representa el 76% de los ingresos en los medios digitales y el 70% en los regionales.”

Y esto es así, prosigue el informe, porque los medios mexicanos “parecen no seguir la tendencia global de la industria de la información. Mientras cada vez más medios en el mundo adoptan algún esquema de ingreso por lector (muro de pago, membresía, suscripción), la investigación reveló que el 91% de los medios regionales y el 79% de los digitales no tienen ningún modelo de este tipo”.

Por eso, tanto las grandes empresas como muchas pequeñas insisten en que regrese aquel enorme caudal del gasto público en publicidad del gobierno federal y que no disminuyan las erogaciones de los gobiernos estatales.

Así se explica, en parte, la actitud opositora al gobierno federal de la mayoría de grandes medios. No quieren que cambie aquel modelo.

 

En ciernes otro mercado de la prensa

Pero el gran mercado de la información sufre crisis de identidad por otras causas de tipo estructural: el desarrollo paulatino de otro modelo de empresas de prensa que debiera ser reconocido como sujeto activo en la parte mercantil del sistema nacional de información.

Este fenómeno tampoco ha sido estudiado con suficiencia en los ámbitos académicos. Hace dos años este reportero hizo una aproximación con el título: “Sí es factible otro modelo de periodismo, no lucrativo y ético”. Los siguientes son algunos datos de entonces:

“Se abre paso poco a poco otro modelo de negocios alternativo al de la prensa industrializada que incluso podría mejorar el tipo de periodismo. Perfila seis características: empresas pequeñas; dirigidas por periodistas profesionales desplazados o desempleados; saben o intuyen que necesitan generar más contenidos propios, muchos privilegian la información hiperlocal y de servicios para la población; tienen muy poco personal y buscan ser más confiables.

“Solo como ejemplos recuérdese a Sin Embargo, Animal Político, La Silla Rota, Eje Central, Julio Astillero, Aristegui Noticias y otros que producen contenidos diferentes, sean noticias, investigaciones o comentarios con un gran sentido de oportunidad y por lo general son redondeados con antecedentes y contextos. Son la avanzada de otro modelo, que ha ganado confianza y no se sabe que esté generando utilidades exorbitantes para sus directivos o propietarios.

“En cada entidad de la república también ya se registran decenas de medios pequeños con este carácter que, en sus proporciones, captan adeptos y comienzan a competir con sucursales o franquicias de los corporativos.” (Un caso es el diario y la revista Vía Libre en Hidalgo).

“En los estados proliferan estas pequeñas empresas periodísticas, la mayoría digitales, que sufren para cumplir las exigencias de carácter mercantil, los muchos requisitos para ser proveedores del sector público, los fiscales y los de tipo laboral. Trabajan con muchas precariedades.”

“Y en la mayoría de todos estos (medianos y pequeños), su mayor sufrimiento, estos días, es obtener los ingresos necesarios para mantener constante su operación y su libertad profesional”. Hasta aquí la columna de hace dos años.

A fines de 2017, en un ensayo difundido en la Revista Mexicana de la Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, este reportero calculó que esos medios nuevos en todos los estados de la república sumarían más de 2 mil.

 

Una propuesta

En varias ocasiones este reportero observador de la prensa y los periodistas mexicanos desde 1999 ha puesto a consideración la propuesta de reconocer, con otra personalidad jurídica y mercantil a los medios pequeños que intentan operar con independencia y con modos distintos a los industrializados.

Se trata de que el Estado legisle y reconozca para políticas públicas una nueva categoría económica-mercantil para empresas de prensa y les conceda la figura de Empresas no lucrativas de interés social.

El perfil que se ha propuesto para estas empresas es que, además que sean pequeñas (hasta con 20 trabajadores), deben regir su manejo de la información con un código de ética diseñado voluntariamente y con un verificador o defensor de la información propio o colectivo, comprobar que atienden necesidades informativas de causa o de nicho necesarias para públicos específicos que no atienden los grandes medios.

A reserva de reiterar esos argumentos y agregar otros hay que insistir que con este reconocimiento el Estado, en el sentido general, intervendría legal y legítimamente en el gran mercado de la información auspiciando el más rápido desarrollo de este otro mercado en transición, el que puede conformarse con todas aquellas empresas pequeñas, que sí quieren ser proveedores del servicio para publicidad oficial pero que deben aceptar se parte del nuevo segmento económico de responsabilidad y servicio social con derechos y obligaciones.

Reiteramos que de lograrse la legislación de la prensa no lucrativa como sujeto de interés público se insertaría otro tipo de competencia en el gran mercado de la información con más responsabilidad social, se fomentaría el contrapunto a la hiper concentración de la propiedad de medios de prensa, se facilitaría la colocación de los cientos de periodistas todavía desempleados o subempleados y, junto a los medios públicos, le daría a la sociedad mexicana más y mejor información para que pueda contrastar informaciones y opiniones intencionalmente desalentadoras, como ocurrió con la Consulta Popular del 1 de agosto. Eso sería democratizar la información de interés público. (rogeliohl111@gmail.com).

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