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* En Acapulco se inauguraron antes que en ningún otro país, los llamados vuelos de la muerte, explica

* El historiador presentó su libro Los años heridos, en el Fuerte de San Diego

 

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 09 de febrero de 2020. Los grupos armados que buscan transformar el país desde un punto de vista ideológico “están a la espera” frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con la esperanza de no tener que volver a utilizar las armas, expresó el escritor e historiador Fritz Glockner.

Al presentar en Acapulco su reciente libro Los años heridos, Glockner recordó que en 1917, dos años antes del asesinato de Emiliano Zapata, el jefe revolucionario de Cuernavaca Rubén Jaramillo, le dijo a sus soldados zapatistas: “enterremos las armas, por si pronto tenemos la necesidad de volver a acudir a ellas”.

“Creo -dijo- que los actuales grupos armados están a la espera. Recordemos 1917, antes mes del asesinato de Emiliano Zapata en La Chinameca. En el 17, Rubén Jaramillo le dice a sus soldados zapatistas: enterremos las armas, por si de pronto tenemos necesidad de volver a acudir a ellas. Yo creo que hoy en día, los actuales grupos armados, ideológicos, no estoy hablando de otro tipo de grupos armados, están a la espera, con las armas nada más enterradas, a la espera de que ojalá y no vuelvan a germinar”.

Glockner estuvo acompañado en la presentación, por la hija de Lucio Cabañas, Micaela Cabañas, y por el síndico Javier Solorio Almazán, este viernes.

En la presentación, Micaela Cabañas destacó la importancia del libro de Glockner al rescatar la memoria de los movimientos guerrilleros en el país, en particular por ser tanto él como ella, hijos de guerrilleros.

“Básicamente, Fritz es mi hermano, y es mi hermano porque los dos somos nacidos en la tempestad, venimos de unas familias y unos líderes que han querido cambiar y revolucioanr el pensamiento y la vida de los mexicanos. Nosotros somos esa semilla que ha dejado esos grandes héroes que para nosotros son nuestros padres, esa semilla que germinó y que aun hasta el día de hoy son lo único que nos fortalece es seguir honrando toda esa grandeza de ideales que fueron nuestros seres queridos y que además de todo, hacen despertar la conciencia de los jóvenes y los no tan jóvenes y nos hacen recordar que siempre hay personas que tienen ideas e ideales de cambio, pero de cambios benéficos, cambios con valores”, señaló.

A su vez, el síndico Javier Solorio señaló que hay “grandes monstruos históricos”, pero destacó la presencia en el libro de varios nombres de hombres y mujeres que eran prácticamente desconocidos, pero en su momento soñaron y no vieron otra alternativa para cambiar este país. Curiosamente, destacó que la represión de la llamada guerra sucia ocurrió mientras en Acapulco se encontraba “la pandilla de Hollywood” y grandes personajes del jet set internacional.

Glocner, en su exposición, consideró que “habría sido chingón” que pudieran reunirse Lucio Cahañas, su propio padre Napoleón Glockner, Diego Lucero, entre otros, que encabezaron movimientos armados diferentes, así como ahora lo hacen sus hijos, que se identifican como hermanos y que participan en el colectivo Nacidos en la tempestad. “Pero curiosamente, estos grupos (armados) nunca llegaron a juntarse” para trabajar de manera conjunta.

Destacó el dato de que en Acapulco se inauguraron en el mundo los llamados vuelos de la muerte, que no eran otra cosa que aventar personas -combatientes, opositores o sospechosos- desde aeronaves en el mar. Esto ocurrió mucho antes que en Argentina y otros países de América Latina donde hubo dictaduras militares.

Narró que desde los tiempos en que iba a visitar a su padre en la prisión de Lecumberri, a los 13 años, empezó a preguntarse dónde encontraría información sobre lo que estaba pasando con él y con muchos mexicanos en el país, como era la tortura, la extorsión, la desaparición forzada. “y me quedó claro que parte d las estrategias de la guerra de baja intensidad, era manipular la información” para que el malo de la historia fuera el movimiento guerrillero y no el Estado.

“Había que rescatar esa información mal informada y sobre todo mal intencionada, y habría que generar y rescatar la memoria. A lo que mencionaba sobre el pasado histórico, he de insistir que todo aquel pueblo que no conoce su pasado, está condenado a soñar pesadillas. No a repetir los errores del pasado, sino a soñar pesadillas. Es evidente que, si no tenemos un poquito de memoria, si no sabemos de dónde venimos, ¿cómo podemos plantearnos en un presente, intentar sembrar las utopías del mañana?”, señaló.

Sin embargo señaló que en los procesos de reconstrucción de la historia también hay una discriminación, y puso como ejemplo que en 1957 el Ejército allanó el campus Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional, y nadie dijo nada, porque el Poli era la institución de los hijos de los obreros; pero cuando 12 años después el ejército ingresó en la UNAM, la historia cambió, el 68 se transformó en un acontecimiento ampliamente reseñado y documentado, porque en esta ocasión el Estado atacó a los hijos de la clase ilustrada, clase media y alta del establishment mexicano.

Destacó que el tema de la represión se tiene que construir también mediante historias locales, cada ciudad tiene que contar su propia tragedia, recoger los testimonios locales o grupales que en cada lugar se vivió. Asimismo, criticó a aquellos que utilizan su pasado histórico para beneficiarse.

“Aquellos que usufructúan su pasado en beneficio propio en el presente, que chinguen a su madre. Aquellos que vivan de la herencia. Reconstruir el pasado y sostener la memoria en el presente, es importantísimo”, señaló.

Indicó que el libro Los años heridos narra los episodios de esos años de represión, pero no desde una perspectiva académica sino narrativa, para llegar a lectores, no a académicos; también consideró necesario contarla con personajes vivos, como si fuera una novela pero sin ninguna invención. Consideró importante rescatar no a los muertos, sino a los fantamas. La historia oficial habla de muertos, dijo, porque los muertos ahí están y no conmueven a nadie; en cambio, “los fantasmas hacen que se te caigan los calzones”.

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