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ROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ   /

 

Ciudad de México, 15 de marzo de 2021.

Muy, pero muy recomendable para que los lean con atención periodistas, empresarios de los medios, estudiosos de la prensa y más especialmente el equipo de comunicación social de la presidencia de la República esos seis ensayos que, sobre Democracia, prensa y poder en México difunde el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

El presidente Andrés Manuel López Obrador etiqueta negativamente -un día sí y otro también- a medios y periodistas que critican la gestión de su gobierno. En lo general tiene razón cuando acusa como faltos de ética a los titulares imprecisos o dolosos, a los comentarios mentirosos o informaciones incompletas o sesgadas deliberadamente.

Lo que no puede probarse es que todos los medios y periodistas que critican su administración estén coludidos con los opositores o sean conservadores porque no hay un solo modelo de periodismo en México ni de ética profesional. Coexisten por los menos cinco modelos del ejercicio, aseguran investigadores de cuatro universidades ese documento del CIDE.

 

Dominaba el “autoritario”

Los seis ensayos son de tres profesores e investigadores del CIDE María Grisel Salazar Rebolledo, Carlos Bravo Regidor (coordinador del área de Periodismo) y Andrew Paxman (División de Historia en Aguascalientes); Maira Vaca de la Universidad Iberoamericana; Adrián López, director del diario Noroeste y profesor en el Tec de Monterrey (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores); también de Sallie Hughe, profesora-investigadora de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Miami. Sus textos fueron aceptados para su publicación en un sola entrega el 10 de abril de 2019.

La investigadora de la Universidad Iberoamericana Maira Vaca ubica que desde los años 90 “el proceso de democratización sí transformó aceleradamente las salas de redacción” más la incorporación de nuevos periodistas aportaron “valores (determinación, compromiso, responsabilidad) nuevas rutinas” (sustento, investigación, diversidad, pluralidad) y se afincaron “otros modelos no autoritarios que se distanciaron del poder político”.

En los seis ensayos se coincide con la caracterización de tres modelos de periodismo muy claros y dos híbridos que coexisten en la transición democrática de México. Los cinco modelos, este reportero los resume así:

El autoritario, de la conveniencia mutua de la mayoría de los medios con los regímenes del PRI, que fue dominante hasta los años 90 y que aún persiste en algunos diarios como El Universal y en la mayoría de los estados de la República.

El de Mercado. En el cuál colocan a Televisa, TV Azteca, otras y algunos impresos.

El cívico a la mexicana. A este le dedican amplias reflexiones y lo tipifican así porque refleja la diversidad política, la diversidad de voces y fuentes, con más autonomía editorial y formas de trabajo menos anquilosadas. El ejemplo mayor que ponen de este modelo es el diario La Jornada.

El investigador Adrián López asegura que en este modelo cívico es el más viable para el futuro del periodismo mexicano y por eso están allí medios digitales nativos como Animal Político, Sin Embargo, Aristegui Noticias

Por su parte Sallie Hughes, asegura que esa viabilidad la facilita la movilización ciudadana por asuntos políticos. Pero también advierte que las nuevas prácticas de reportaje social, las crónicas y las historias de larga duración en libros implican mayores riesgos para la seguridad de los autores.

 

El cívico y de mercado (hibrido) donde identifican al grupo de El Norte-Reforma.

Adrián López, el investigador que también rechaza que se hable de una sola prensa de provincia, ubica que en este modelo cívico y de mercado hay casos adaptativos frente a la disrupción tecnológica, sobre todo medios tradicionales que han buscado en la diversificación de sus modelos de negocio una alternativa para sortear la crisis sin dejar de hacer periodismo local: medios estatales y regionales que buscan adaptarse a la nueva realidad económica y tecnológica como Vanguardia de Coahuila, El Imparcial de Sonora, Semanario Zeta en Baja California, El Diario de Yucatán y Noroeste en Sinaloa”.

El autoritario-plural (hibrido). En donde aún no se define claramente su identidad por actuar con métodos anteriores, pero aparenta pluralidad en sus opiniones como “en una borrachera de columnismo”. Allí ubican a Excélsior y El Heraldo.

Los ensayos pueden leerse en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1665-20372019000200261&lng=es&nrm=iso

A esos modelos de comportamiento en el periodismo quizá pueda sumarse un sexto tipo de conducta frente a la información de interés social:

El hervidero de comentaristas llamados blogueros, youtuberos y facebookeros que, una abstracta definición jurídica considera periodistas, aunque una gran parte trabaja sin métodos de análisis, con escaso rigor para verificar la información, que utiliza contenidos ajenos sin permiso, que desprecia los principales criterios periodísticos para excitar lo sensacional con lenguaje saturado de calificativos. En este segmento falta más ética que en los modelos profesionales.

 

Los déficit de ética.

Maira Vaca también asegura que en las transiciones políticas se registran déficit democráticos y de ética también en los medios. Es que los necesarios valores deontológicos aun no terminan de instalarse y persisten muchas pautas y malas prácticas.

En ese marco tiene razón el presidente López Obrador al reclamar falta de ética muy frecuentemente. Veamos:

En julio de 2019, contrasté comportamientos actuales en medios mexicanos con las malas prácticas que estudiaron expertos de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAinfo) y el Grupo Medios y Sociedad (GMS). Ellos identificaron los problemas éticos en medios de prensa de 13 países de América.

 “La manipulación que existe en la sala de redacción de los medios, en donde las noticias son ´hechas a medida´ de ciertos anunciantes, gobernantes, políticos, empresarios o a los intereses del dueño o director de ese medio de prensa.

“La corrupción en la sala de redacción. Pagos ilegales a los periodistas o regalos que comprometen su labor, conflictos de intereses o uso indebido de influencia.

“Comportamiento antiético en la investigación, preparación y redacción de las noticias. Atropello de la privacidad, mal manejo de las fuentes, plagio, uso de subterfugios y engaños, edición distorsionada y manipulación de fotos.

Deficiencias ostensibles en la formación profesional. Desconocimiento del lenguaje y de la ortografía o desprecio de sus normas. Esto último es ostensible en los medios digitales no profesionales.

Además, la editorialización extrema sin sustento informativo que detectaron en América Latina, se extendió como plaga en estos medios digitales de México, que también comparten varios medios de prensa convencionales.

Y el déficit era peor en los medios de estados de la República. ¿O es?

María Grisel Salazar Rebolledo, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) había estudiado antes los Mercados, audiencias y contenidos en la prensa estatal mexicana.

Ella derivó que, con poquísimas excepciones, en la mayoría de los impresos (incluidos sus sitios web) persistía un “patrón de conducta militante y clientelar con el poder político” incluidos los editados por corporativos que representan casi el 30 por ciento de los registrados.

Dice ella:

“En general, pocos diarios estatales en México ejercen las funciones de contrapeso… de un universo de 1217 titulares estudiados, (solo) 95 denuncian algún mal funcionamiento del gobierno estatal, y sólo nueve realizan algún tipo de crítica contra el gobernador.

“Esto no levantaría suspicacias si los gobiernos estatales no estuvieran marcados por abusos de poder, endeudamientos sin control, prácticas de corrupción y opacidad financiera y hasta colusión con grupos delictivos, pero los contenidos de la prensa estatal no lo reflejan así.

“Pero la crítica como hecho excepcional también habla sobre las relaciones entre prensa y medios: ejercicios de autocensura, lograda a base de amenazas e intimidaciones, o simplemente de negociaciones convenientes o vínculos históricos mantenidas durante años.”

No hay una sola prensa. No hay una sola ética. Este medio ambiente también está en transición. Sí hay muchos déficit y en demasiadas redes sociales los faltantes son oquedades.

Entonces, ¿qué propone el gobierno federal para impulsar la ética en la prensa sin estigmatizar más y poner en riesgo integridades ni disminuir la libertad ganada ante los poderes políticos, económicos y factuales?

Frente a todo esto se insiste en que se requiere un nuevo pacto para alcanzar nuevas normas en el medio ambiente mediático para mejorar el régimen democrático que beneficie a la mayoría de la población.

Quizá el camino sea hacia una nueva ley de comunicación social de carácter general, radicalmente distinta a la actual que le dé la rectoría al Estado para regular el mercado, que instaure un sistema de medios públicos con suficientes recursos y posibilidades de generar ingresos propios, una nueva ley que regule y transparente la publicidad oficial y que condicione esa subvención para que todos los medios que la soliciten (incluidos los digitales), primero se autorregulen con códigos de ética y defensores de la información.

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