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* Ana Lilia Torres cubría una conferencia sobre la violencia contra las mujeres por el Día Internacional de la Mujer

* Tiene que consumir o salirse, le dijo el gerente, y luego la acosó; no valieron intervenciones de otros comunicadores

REDACCIÓN    /

 

Foto La Plaza.

Acapulco, 07 de marzo de 2018. Cuando acababa de cubrir una conferencia por el Día Internacional de la Mujer, en la que un grupo de mujeres perredistas denunció distintas formas de violencia hacia las mujeres, la reportera Ana Lilia Torres fue acosada y prácticamente perseguida por el gerente del restaurante donde se desarrollaba la conferencia, para que se retirara porque “ocupan todo el espacio, y el establecimiento no es para conferencias”.

Los hechos ocurrieron este miércoles en el Toks Cuauhtémoc, cuando las ex precandidatas del PRD, Zulma Carbajal Salgado, Rosa María Aguilar y Perla Valdovinos denunciaron una serie de exclusiones en su contra para quitarles el derecho a acceder a las candidaturas en sus respectivos distritos, y en el caso de Salgado, por la alcaldía de Iguala.

La conferencia ya había terminado, pero la mayor parte de los reporteros aún permanecía, unos de pie, platicando, y algunos se habían sentado en algunas de las mesas alrededor, vacías. Fue el caso de la corresponsal de El Sol de Chilpancingo y del portal de noticias Acapulco News, Ana Lilia Torres, quien se sentó en una mesa. Hasta ella llegó un personaje que dijo ser el gerente y llamarse Alonso -así decía la plaquita en su camisa- pero no quiso dar sus apellidos.

Foto La Plaza.

-¿Va a hacer algún consumo? Porque están ocupando un área completa y eso no está permitido -le dijo, sin ofrecerle previamente ningún servicio.

La reportera le contestó que solo había ido a cubrir la conferencia y ya se iba a retirar. El gerente insistió y le dijo que ahí no era salón para conferencias, que no podían ocupar ese espacio para ese fin, por lo que la reportera le sugirió que lo comentara con las organizadoras, y le expresó su extrañeza de que la estuviera retirando de la mesa cuando no había nadie para ocuparla.

-Eso no es tu problema -le respondió el gerente.

El reportero Francisco Nava, quien vio el acoso, se acercó y le explicó al gerente que los comunicadores solo habían acudido a cubrir la conferencia, y le sugirió que platicara con las organizadoras.

Acto seguido, evidentemente molesto, Alonso se dirigió al grupo de mujeres que seguía rodeado de reporteros.

-¿Quién es organizadora de esta conferencia? -gritó.

Cuando las identificó, dialogó con ellas, y luego regresó con la reportera Ana Lilia Torres. Aunque había otros reporteros en otras mesas, solo se dirigió a ella.

-Ya puedes consumir, ya autorizaron una bebida, ¿qué vas a ordenar? -le dijo.

-En realidad nada, ya me estoy yendo -respondió Torres.

-Entonces tiene que desocupar -le dijo el gerente.

La reportera desalojó la mesa, pero se mantuvo esperando a sus compañeros que aún seguían en alguna plática. Al ver que no se iba, el gerente se le volvió a acercar, y le dijo que tenía que consumir o retirarse.

-Esta área no es para conferencias, no puedes estar aquí -le dijo.

La reportera se molestó. “Ya me voy, voy a irme a otro restaurante”, le dijo.

Entonces, otro reportero, Roberto Ramírez, que desde antes de la conferencia había estado consumiendo en una mesa adyacente con otro comunicador, Claudio Vargas, y sin haberse percatado de lo que ocurría, saludó a Ana Lilia Torres y le pidió que lo acompañara en su mesa, y ambos se dirigieron a ella. Hasta allá fue el gerente detrás de Ana Lilia Torres.

-Oiga, tiene que consumir -le dijo.

Ella, ya molesta, le contestó: “ya le dije que me voy a ir a otro restaurante”.

“Me parece bien; de una vez entonces”, dijo el gerente, e hizo un gesto con las manos, invitándola a salir.

Foto La Plaza.

El reportero que la acompañaba, sorprendido, preguntó al gerente qué estaba pasando, y este empezó a decir que la reportera debía salir porque ya estaba diciendo que se iba a ir a otro restaurante y no puede estar sin consumir nada.

-Espere -dijo el reportero- yo estoy en esta mesa desde antes de la conferencia, estoy consumiendo, ella en este momento es mi invitada, y no entiendo su actitud grosera.

Pero el gerente ya estaba desatado: insistió en que el Toks es una empresa que tiene gastos, que utiliza recursos para los baños, que paga papel higiénico y gasta en descomposturas de los aires acondicionados, y no puede destinar medio salón para una conferencia de prensa, dijo que de hecho el restaurante no es un lugar para conferencias. Se le explicó más de una vez que ese asunto era ajeno a los reporteros, ya que estos solo habían acudido por una invitación, y en todo caso deberían hablarlo con las organizadoras.

Pero el gerente insistía. Otros comunicadores que vieron los hechos se acercaron para explicarle lo mismo al gerente, pero este insistía en que él nunca había visto una conferencia de prensa en el año y medio que lleva a cargo del restaurante. “Yo he venido como a 200”, le dijo un reportero “en el mismo período”. Y mientras el gerente insistía en sacar a la reportera de El Sol de Chilpancingo y del portal de noticas Aca News de su establecimiento que, insistía, gasta mucho dinero en mantenimiento, se desarrollaba una segunda conferencia de prensa en unas mesas aledañas, los reporteros estaban alrededor, y nadie decía nada.

“Me sentí perseguida, humillada -dijo después la comunicadora-. A nadie le dijo nada, y a mí me persiguió: me acosó cuando me senté en una mesa, me acosó cuando estuve de pie y literalmente me corrió, y cuando me senté en esta mesa vino hasta acá a correrme y delante de ustedes. Pues yo dije, ¿de qué se trata?”, comentó Ana Lilia Torres más tarde.

Después, el gerente se retiró, pero regresó minutos más tarde. Dijo reconocer que se había equivocado, pero solo porque él nunca había vivido la experiencia de una conferencia de prensa, y no sabía cómo era el mecanismo de las mismas, e insistió en que el Toks no es un lugar adecuado para ese tipo de eventos. De nada sirvió que se le volviera a explicar que los reporteros solo acudieron al evento, a invitación de las organizadoras, pero no tenían nada que ver con el motivo de su molestia.

 

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