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El presente artículo tiene propósito de describir las transformaciones que han ocurrido en las diversas configuraciones de la ciudadanía y la política en América Latina en los últimos años, mutaciones derivadas del impacto de la globalización, la pandemia, las migraciones intrarregionales y las protestas sociales a las reformas estructurales neoliberales de los últimos 48 años, procesos que incidieron en el debilitamiento del estado de derecho, el avance de la violencia social y política y la destrucción de la ciudadanía social en la región.

Así, la región en la última década ha sido testigo de movilizaciones sociales de jóvenes, mujeres, migrantes e indígenas qué históricamente fueron y han sido excluidos de una ciudadanía efectiva basada en la igualdad política y la pluralidad social. Un marco común de interés de los procesos políticos que han influido en los cambios y permanencias políticas de la región recientemente, son una serie de transformaciones políticas y sociales en América Latina, impensables hasta hace poco tiempo, cambios que se encuentran modificando la construcción de la ciudadanía en la región e impactando en la formación de nuestras democracias tanto a nivel local como nacional, además de generar modificaciones en las alianzas regionales de nuestros países, un ejemplo de ello es la decadencia del Grupo de Lima, que fue creada expresamente para deslegitimar al gobierno de Venezuela y apoyar a la oposición venezolana, que enfrenta al gobierno de Maduro.

Este proceso tuvo su punto de inicio en el 2018, cuando fue elegido en México, Andrés Manuel López Obrador, quien encabezó una coalición de partidos de izquierda, aglutinados por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), la victoria de López Obrador, terminó por sepultar al sistema de partidos vigente durante el período 2000-2018, sistema que sostuvo a los gobiernos neoliberales de Vicente Fox (2000-2006); Felipe Calderón (2006-2012); y Enrique Peña Nieto (2012-2018). El gobierno mexicano desarrolló un rol fundamental en la política de la región -como veremos más adelante-, y se va denominar como un gobierno anti neoliberal y cuyo lema central es la frase: “Primero los pobres”.

Volviendo al tema de las transformaciones políticas ocurridas en la región, el caso más radical es Chile, país modelo del neoliberalismo y exportador del mismo, Chile entró en una profunda crisis política y social, inédita por la impresionante fuerza de sus movilizaciones sociales, todas ellas iniciadas en el 2019, estás multitudinarias acciones colectivas fueron impulsadas por una sociedad civil que se planteó como objetivo la convocatoria a una nueva asamblea constituyente que pusiera fin a la constitución dictatorial y neoliberal elaborada por la dictadura del General Augusto Pinochet, en este escenario político, el estallido social impulsado por cientos de colectivos sociales logró su objetivo y en el referéndum y las elecciones convocadas para elegir la constituyente, las fuerzas políticas neo-pinochetistas fueron derrotadas contundentemente y no alcanzaron el 30% de asambleístas electos, el 70% restante fue obtenido por las fuerzas progresistas y de centro, siendo elegida como Presidenta de la Convención Constituyente Elisa Loncón, una profesora, lingüista y activista mapuche -la etnia indígena mayoritaria en Chile-. Para entender la profundidad del proceso chileno, este 21 de diciembre fue elegido el presidente de ese país andino, Gabriel Boric, joven activista de izquierda, quién impulsado por un frente de organizaciones y partidos políticos progresistas derrotó a la coalición neo-pinochetista encabezada José Antonio Kast, un candidato fascista que sigue la senda de otros políticos y dictadores de extrema derecha como Trump en los Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil. El arribo de Boric a la presidencia de Chile, es el resultado de una ciudadanía activa, que sepultó desde la acción colectiva y la participación político-electoral, el modelo neoliberal en el país austral. Además, significa un golpe neurálgico el proyecto neoliberal latinoamericano iniciado por Pinochet a sangre y fuego en 1973.

Bolivia, por su parte, logró superar el golpe de Estado que la derecha recalcitrante boliviana, le propino al presidente electo Evo Morales, la supervivencia del socialismo boliviano, se logró, fundamentalmente al apoyo del gobierno mexicano, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quién literalmente rescató al presidente derrocado, a sus colaboradores de una masacre segura, y les ofreció asilo político lo que le permitió al Movimiento al Socialismo (MAS), organizar la resistencia civil y generar un acuerdo político en dónde se llamó a elecciones presidenciales, en dónde nuevamente triunfo el MAS, y su candidato presidencial, Luis Arce Catacora, fue electo como nuevo jefe del ejecutivo boliviano.

En el caso peruano, en las elecciones del 2021, en unas reñidas elecciones, Pedro Castillo venció a Keiko Fujimori, candidata de la derecha neoliberal peruana, este hecho fue histórico pues por primera vez fue elegido cómo Presidente de la República un maestro de primaria, sindicalista y campesino del Perú profundo, con esta elección se instaló en la república andina un gobierno de izquierda, cuyo uno de sus objetivos es seguir la senda chilena y cambiar la actual constitución peruana, elaborada por la dictadura de Fujimori en la década de los noventas del siglo pasado y qué significo el rediseño neoliberal del Estado peruano. En este camino político se encuentra enfrentando a la derecha radical y fascista peruana encabezada por Keiko Fujimori y Rafael López Aliaga, admiradores de Vox, Bolsonaro y Pinochet.

Como vemos, tenemos en marcha un sólido proceso de transformaciones políticas en la región derivadas de la decadencia de la hegemonía neoliberal, proceso que se enmarca en las visionarias palabras de Salvador Allende cuando enfrentó el golpe de estado de Pinochet: “Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.”. Sin duda alguna estamos viviendo un cambio histórico, en donde la esperanza venció al miedo.

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