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RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ   /

 

 

Chilpancingo, 20 de agosto de 2020.

¿Dónde ha quedado la verdad estos últimos 11 años? Armando Chavarría Barrera fue cruel y cobardemente asesinado, no fue algo fortuito, ni casual, fue algo preparado, fue algo que, sin dudarlo, contó con una complicidad muy alta en la esfera social, política, gubernamental.

Desde ese 20 de agosto de 2009 al 20 de agosto de 2020 nada hemos sabido realmente, los gobernadores que han estado dirigiendo los destinos de Guerrero, han tenido una actuación cuando menos sospechosa, ineficientemente sospechosa.

Armando Chavarría como todo ser humano tenía más defectos que virtudes, pero sabía ser amigo, era mi amigo. Tengo varios momentos que pudiera contar de nuestras vivencias, uno fue el 30 de enero del año de su asesinato en Iguala, al terminar su memorable discurso donde marcaba sus diferencias en relación con el gobierno de Zeferino Torreblanca y hablaba clara y duramente de la necesidad de una real división de poderes, al terminar y clausurarse la sesión, bajó y no sé si por coincidencia o simplemente nuestros caminos se cruzaron, me dijo a bocajarr:, “te gustó cabroncito (era una de sus palabras favoritas) hasta parece que tú hiciste el discurso”. En efecto, varias personas por separado me preguntaban si yo había tenido que ver con lo que ahí se leyó.

La otra ocasión fue en su oficina de la Presidencia de la Comisión de Gobierno, él y yo solamente, más de tres horas, una tarde, una semana antes de su artero asesinato. Platicamos de todo, poniendo énfasis en sus trabajos operativos para lograr ser el candidato a gobernador por el PRD y una amplia coalición electoral, de las organizaciones y personalidades que ya le habían manifestado en privado su apoyo, fue una gran platica de amigos. Eso tenía Armando, te generaba confianza para platicar con él como ser humano, no como senador, no como secretario general o diputado local. Ante todo, era un amigo.

Si, dolió su asesinato, pero duele más que la familia, los amigos, la sociedad en general no tengamos certeza jurídica de qué, cómo y quién asesinó y ordenó tan cruel crimen.

Saber la verdad, nos lleva a que se imparta justicia y tal vez eso traiga una relativa paz para muchos.

Armando Chavarría solo merece eso, la verdad y la justicia.

Tu amigo

Raúl Suárez Martínez

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