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En el último Diálogo por la Verdad, en Guerrero, los testimonios de las víctimas de la guerra sucia dejan en claro que aunque ahora algunos reclaman que en México no hay democracia, nunca podrán compararse con las víctimas de la Sierra de Guerrero; porque en los 60 en México protestar en las calles era imposible

Por Kau Sirenio / X:@kausirenio

El miércoles 28 de febrero campesinos, activistas y sobrevivientes de la guerra sucia se reunieron en Atoyac de Álvarez, Guerrero, para recordar que en este país se asesinó a campesinos y pueblos enteros por oponerse a la dictadura del Partido Revolucionario Institucional.

La persecución política comenzó a principio de los años 60, cuando el exgobernador Rubén Figueroa implementó una fórmula macabra a sus opositores: encierro, destierro o entierro.

De ese pasado hablaron en el Diálogo por la Verdad, para que los que ahora reclaman que en México no hay democracia, no se comparen nunca con las víctimas de la Sierra de Guerrero; porque en ese año, en México protestar en las calles era imposible.

Y lo cuentan los sobrevivientes y víctimas de la guerra sucia que inició en 1960, cuando militares asesinaron a estudiantes y colonos en Chilpancingo, Guerrero. Ese 30 de diciembre inició la masacre que terminaría con la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

El encuentro en Atoyac es el último tramo para terminar con la impunidad que hasta ahora cubre a los perpetradores de masacres, desapariciones, arrasamiento de pueblos enteros, asesinatos, torturas y encarcelamientos clandestinos.

Acompañados por integrantes de la Comisión de la Verdad del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, la gente de la Sierra, las costas Grande y Chica, Tierra Caliente y comunidades del municipio de Acapulco, se escuchó de viva voz, uno tras otro, a los luchadores guerrerenses.

Por segunda ocasión en Guerrero, es escucharon los testimonios de los campesinos de Tlaxcalixtlahuaca, municipio de San Luis Acatlán, una comunidad que fue azotada por el Ejército en represalia por haber dado “alojo y cobijo” en una ocasión al comandante guerrillero Genaro Vázquez Rojas: “Solo recordar duele”, dijo Victoriano Villegas.

El señor Villegas tenía 15 años cuando los soldados obligaban a los campesinos a cavar sus fosas antes de ejecutarlos; cuando dejaban a la gente colgada de los árboles durante días, cuando “nadie era libre”, bajo las botas de los militares.

En la memoria no podían quedar fuera los hermanos de Lucio Cabañas, Guillermina y Pablo; ella se unió al Partido de los Pobres y tomó las armas cuando la represión la acorraló, en ese entonces habían sido secuestrados su hermano mayor y varios sobrinos. Los militares se ensañaron contra su familia hasta que fue dispersada en su totalidad.

Pablo, maestro normalista como el líder guerrillero, nunca participó en la lucha armada pero fue detenido frente a sus alumnos de quinto de primaria en una escuela de Huatabampo, Sonora. Fue torturado por el temible Miguel Nazar Haro de la Dirección Federal de Seguridad. Después de seis años de prisión por el único delito de ser hermano del profesor Lucio Cabañas, dijo en el encuentro con la Verdad, que ojalá la justicia ya no se demore otro medio siglo. “Perdí mujer, casa, trabajo y libertad; lo único que espero es que la reparación del daño me alcance para pagar mi velorio”.

Sin familia, casa y trabajo, Pablo se dedica a cantar en bautizos y cumpleaños con nombre artístico, “el Otro Cabañas”.

El comisionado Abel Barrera, explicó que depende la subsecretaría de gobernación que los testimonios ayuden a “la reivindicación de figuras como Cabañas y Vazquez Rojas y muchos otros que se levantaron en armas. Es parte del ejercicio de verdad memoria”.

Barrera Hernández dijo que esta sesión de Diálogos por la Verdad es parte de un proceso institucional que deberá concluir con una audiencia formal. “El objetivo es poner en el centro a las víctimas a través de la escucha de los testimonios de sobrevivientes y familiares de víctimas”.

Luego dijo que después de estudiar las experiencias de audiencias públicas de varios países para conocer un poco más sobre la justicia transicional, la Comisión de la Verdad concluyó que el modelo colombiano tal vez sea el mejor ejemplo para la investigación del caso de la guerra sucia en Mexico.

De acuerdo con los comisionados, uno de los problemas que enfrenta la comisión mexicana es la falta de recursos y tiempo, por lo que se adoptó la modalidad de Diálogos. La de Chilpancingo fue la primera experiencia de este proceso, de ahí replicaron en otros estados donde hay núcleos importantes de víctimas y sobrevivientes. Todo esto forjando el camino hacia una gran audiencia nacional.

Nicomedes Fuentes, preso político en dos ocasiones, sobreviviente de tortura, originario de Tepetixtla, que trabajó en la recopilación de testimonios de la Comisión de la Verdad de Guerrero reiteró: “Esperemos que este sea el último jalón para terminar con la impunidad. Ya somos grandes y nos estamos yendo. Por eso damos nuestro testimonio. Esto tiene que quedar para la historia”.

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