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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 05 de abril de 2021.

En el PRI, parece que hay dos visiones respecto a la candidatura al gobierno del estado que encabeza Mario Moreno Arcos: una es la de las bases, que encuentran en su candidato la oportunidad de competir en un escenario que ven adverso pero que les da fuerza para creer que podría remontar, alcanzar al puntero de Morena y eventualmente, en una final muy competida, llegar a ganarle; y otra, la de las cúpulas, que ven todo perdido y que han decidido abandonar a su suerte al candidato entrarle a la rebatinga por todos los cargos menores.

Es fácil, si uno se acerca a la campaña de Mario Moreno, ver que hay una base militante dispuesta a entrar en la batalla, y no pocos líderes medianos, que tienen fuerza en una colonia, en una comunidad, en una organización, que creen, de veras, que si hacen un esfuerzo pueden cambiar el panorama.

Lo creen porque su candidato no se ha visto envuelto en escándalos y tienen la percepción de que es una buena persona; y también porque el PRI, desplazado durante 10 años del gobierno estatal, tiene la gubernatura con un gobierno que termina con un saldo, si no positivo, por lo menos no lo negativo que algunos predijeron al principio, o en mejores condiciones que sus predecesores.

En esa tesitura, ¿qué podría salirles mal? Solo un toro que se atraviese.

Pero en el otro lado, quienes tienen el poder no parecen tener la misma tesitura. Un gobierno de Héctor Astudillo que terminará sin problemas, sí, y un candidato que hasta ahora no ha enfrentado ningún escándalo por corrupción, violencia o de cualquier índole, sí, pero…

Pero el Toro se les atravesó. El candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio, con todo y la guerra sucia en su contra, con la candidatura inhabilitada por el INE, con las crisis que no terminan de superarse por la división con los pablistas, que ahora hacen campaña como un grupo aparte de Morena, con todo y las salidas de militantes que no ganaron una postulación, con todo eso y más en contra, Salgado Macedonio no baja en las encuestas, al contrario, según algunas, sigue subiendo.

Así que, en esa lógica, esos personajes de élite, entre los que destacan el senador Manuel Añorve Baños, el ex gobernador René Juárez Cisneros, el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer e inclusive el actual gobernador Héctor Astudillo, y la propia dirigencia nacional, han vislumbrado que todo parece perdido. En lugar de darle ánimos al candidato y apostarle a un triunfo verdadero en la gubernatura, se han lanzado a rescatar lo que se pueda.

Eso explica las presiones que están haciendo para imponer candidaturas no solo dentro del PRI, sino arrebatarle también cuanto espacio se pueda, a sus aliados del PRD. Es el caso de Acapulco, donde los priistas no prestaban ninguna atención y habían dejado la cancha libre al PRD casi hasta hace un mes. Por eso Víctor Aguirre Alcaide, candidato perredista a la alcaldía, se movía a sus anchas. Su ahora adversario, Ricardo Taja, ni siquiera se registró como candidato del PRI dentro del período que su partido definió para esos registros.

El caso de Acapulco ha sido paradigmático porque representa la posibilidad de ruptura entre PRI y PRD por la falta de equilibrios, ya que mientras el PRI lleva la candidatura al gobierno estatal, los perredistas han declarado que a ellos les corresponde el municipio de Acapulco. Lo curioso es que el candidato Mario Moreno pareció haberlo entendido con claridad y desde el principio impulsó la candidatura de Aguirre Alcaide, y evitó asistir al evento multitudinario con que Ricardo Taja informó su registro, donde sí estuvieron Añorve y Juárez Cisneros.

En Acapulco también está la disputa en torno a las regidurías, porque los hijos de prominentes políticos también están en la lista de candidatos y también desplazan a militantes perredistas.

Pero en la lógica que se apunta, parece que la cúpula priista no cree que llevar la candidatura al gobierno estatal sea un logro, pues asumen que la perderían, y sería el caso por el que buscan a como dé lugar la alcaldía de Acapulco, que es la segunda posición.

Por lo pronto, los jaloneos entre los dos aliados están a todo lo que dan. Mario Moreno sigue caminando, sus bases siguen confiando en él y los líderes cupulares buscan, como en la piñata, ver dónde cayeron los dulces para recogerlos.

 

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