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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO  /

 

El viernes de la semana pasada, el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, conmemoró su cumpleaños de una forma que hace tiempo no se veía: como un acto político.

Sobre todo en tiempos preelectorales, había llegado a ser una práctica cotidiana de actores políticos que buscaban alguna candidatura, el celebrar sus cumpleaños convocando a la clase política –al menos la de su partido- como una forma de mostrar músculo ante lo que podría venir. Así se recuerdan algunos cumpleaños, sobre todo en el PRI, que dieron la pauta de por dónde podría venir el dedazo o la designación del futuro candidato.

Cuánta gente lograba reunir el agasajado, de qué nivel, con qué representatividad, era una muestra de la fuerza política que estaba exhibiendo. Uno, que quedó frustrado por el asesinato, fue el del entonces coordinador del Congreso, Armando Chavarría Barrera, en agosto de 2009, que iba a ser ocasión para dar a conocer formalmente su aspiración de convertirse en candidato para suceder a Zeferino Torreblanca, y que se esperaba iba a ser toda una demostración de poderío. Cuando ya todo estaba listo, y la clase política, no solo perredista, se aprestaba para asistir, el diputado fue asesinado.

Otro ejemplo en ese mismo contexto, fue el cumpleaños de Héctor Vicario Castrejón el 23 de marzo de 2010, en Huitzuco, cuando ya estaba por salir el candidato del PRI a la gubernatura, y él también logró también reunir no solo a la clase política estatal, sino a quienes aspiraban a contender con él en busca de la ansiada candidatura, que finalmente recayó en Manuel Añorve.

Pero como los cumpleaños no saben de calendario político, el de Evodio Velázquez ocurrió cuando ya prácticamente estaban definidas, dentro del PRD, las principales posiciones políticas, y cuando él mismo había dicho que no buscaría participar en ninguna, para terminar los ocho meses que faltan de su mandato al frente del gobierno capitalino.

Una interrogante básica sería: entonces, ¿para qué quiere demostrar músculo?

Es un hecho que Velázquez Aguirre estuvo cobijado políticamente. Personajes como Beatriz Mojica, diputados como Ernesto González, Ossiel García Trujillo, Coral Mendoza; los ex alcaldes de Zihuatanejo, Amador Campos, de Coyuca de Benítez, Merced Valdovinos, de Acapulco, Alberto López Rosas; los aspirantes a la alcaldía David Jiménez Rumbo, Ilich Lozano Herrera, Joaquín Badillo Escamilla, y Rubén Figueroa Smutny (los primeros por el PRD y este último por el Panal), los ex diputados Víctor Jorrín (postulado por Movimiento Ciudadano), Antonio Gaspar Beltrán, entre otros, se dieron cita en el convivio.

Alrededor de 5 mil personas asistieron, según algunos recuentos, al evento organizado por la presidenta del DIF, Perla Edith Martínez.

Tal vez la lectura de esta demostración pueda encontrarse en el hecho mismo de mantenerse en la alcaldía. Durante todo su gobierno, Velázquez Aguirre fue acosado por su antecesor Luis Walton Aburto y sus huestes de Movimiento Ciudadano, que hicieron una mancuerna con el gobierno del estado –con quien MC estableció una alianza de facto desde las elecciones de 2015, para ayudar al actual gobernador a ganar la gubernatura, a cambio de espacios en el gabinete, que se cumplieron con puntualidad.

Cuando definió que se quedaría a terminar su mandato, el alcalde afirmó también que defendería al gobierno municipal, en alusión precisamente a esas asechanzas. El cobijo perredista hacia el edil significa también el mensaje de que no está solo, y es un mensaje primeramente al gobierno del estado, que podría emprender una aventura similar a la de Chilpancingo, que terminó con la salida del edil, pero también debe entenderse como una lectura de que Mejía Berdeja no va a sustentar su aspiración por la candidatura, como lo ha hecho, en el golpeteo hacia la administración municipal emanada del PRD.

Al quedarse al frente del gobierno, por otra parte, Evodio Velázquez asume dos situaciones: por una parte, reitera lo que ha sido una tradición de los gobiernos perredistas, que hasta ahora ninguno, al menos en Acapulco, ha quedado inconcluso. Tanto el PRI, como Movimiento Ciudadano, que también han gobernado al puerto, incurrieron en la tentación de abandonar el barco para buscar una posición mejor.

En los últimos 20 años, solamente un alcalde priista, Rogelio de la O Almazán, ha terminado su período; el único de MC, Luis Walton, tampoco lo terminó. En cambio, todos los perredistas, Zeferino Torreblanca, Alberto López Rosas, Félix Salgado Macedonio y ahora Evodio Velázquez, lo han concluido.

Sin duda, quedarse fue lo mejor que pudo hacer el edil porteño. Habría que recordar que nadie votó por él para que dejara el cargo, sino para que lo asumiera. Quedarse es un reto, sí, pero también es una oportunidad para, como él mismo lo dijo, cerrar fuerte.

 

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