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VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN  /

 

Noviembre, 23 de 2019

 

¿En dónde estás ahora, cómo te llamas? Tú, sí, tú. La que ahora se peina ante el espejo, o se enjuga las lágrimas después de la discusión con el esposo, el novio o con el compañero. Tú, la niñita flaquita que se dirige  a comprar golosinas a la tienda de la esquina. ¿Cómo te llamas? Tú, la bebé de chinitos desparramados que cuida su abuela. ¿Qué guardas en el monedero hoy?, tú, sí, tú, la que hoy, encanecida,   al verse en el espejo reflexiona sobre la rápido que pasa  el tiempo. Tú, la que en este momento se dispone a salir para el trabajo y no sabe que ese será el último beso en la frente de sus hijos.

¿De qué color es tu cabello?, ¿cómo suena tu risa?, ¿cuál es la hora de tu día, de tu tarde o tu noche?, ¿quiénes ignoran que dentro de un momento llorarán tu partida?

Tú, no sé quién eres, ¿llevarás mi nombre?

¿Quién eres tú, una de entre las nueve que este día perderán la vida?

Porque eso detalla la estadística, equívoca, incompleta: nueve mujeres mueren víctimas de la violencia en México, cada día. Una-dos-tres-cuatro-cinco-seis-siete-ocho-nueve: historias de vida mutiladas por manos feminicidas.

¿Y qué importan las causas que apenas se investigan?, ¿qué, las consecuencias impunes?, ¿qué importan digo, ante el dolor pesado de una ausencia?, ¿de una mujer más o una menos?

Dos son las violencias que sufren las mujeres en este México que no acaba de hundirse: La primera es la violencia feminicida; la que tiene su origen en el género y que se sufre, principalmente en los hogares; sí, ahí en donde se supone que debían estar seguras; en los espacios privados, en donde las relaciones de poder tienen su máxima expresión con el asesinato de una mujer por ser mujer, sólo por eso. Ahí, en donde el victimario ejerce una  violencia que tiene dolorosos matices que empiezan con los gritos o los malos modos, y que pasan por el maltrato emocional, las  injurias,  los golpes y  la violación sexual, hasta  la muerte.

Y la otra violencia, igual o más terrible si eso se puede: la violencia que azota calles y plazas, la violencia homicida; la de las extorsiones y desapariciones, la  de los cuerpos destrozados y abandonados en  los basureros.

¿Cuántas muertas van en este 2019 que se agota; cuántas  en México entero, en Guerrero, en Acapulco, en donde sea?,  ¿eso importa?, ¿fueron feminicidios o no lo fueron?, ¿recibieron castigo sus perpetradores?, ¿las contaron bien?, ¿se organizaron marchas que gritaron sus nombres?, ¿se le reclamó al presidente, al gobernador o a la alcaldesa?, ¿se pensará en ellas este 25 de noviembre?

Al final lo que cuenta es que ya no están, que se fueron, que dejaron huecos abismales en la conciencia de quienes las quisieron… y que no volverán.

¿Quién eres tú, cómo te llamas?, tú; sí, tú.

Eso es lo que verdaderamente importa.

 

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