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* El especialista realizó una valoración de los daños por el terremoto del 7 de septiembre, a petición de la empresa Opción Paquimé SA de CV, que construyó la unidad habitacional

* Expresa que tabiques “extremadamente lisos” fueron parte importante en las afectaciones

* Las escaleras empotradas en los inmuebles “se fracturaron o produjeron desprendimiento de soldadura de apoyo”

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 09 de octubre de 2021. La empresa Opción Paquimé SA de CV, propiedad de Roberto Malvido Arriaga y Hugo Cuesta, lo contrató para tratar de lavar su imagen ante los daños que sufrió la unidad habitacional Pedregal de Cantaluna con el sismo del 7 de septiembre.

Él, Roberto Arroyo Matus, especialista en Diseño Estuctural Sismo-Resistente, cumplió en parte. Pero, aunque omitió varios detalles del estado que guardan los 177 edificios construidos entre 2014 y 2020, no pudo evitar dejar al descubierto anomalías importantes en la construcción de los edificios que, de acuerdo con otro dictamen, de la Secretaría de Protección estatal, están en “riesgo estructural” y no garantizan la seguridad e integridad de sus ocupantes, por lo que deben ser desalojados.

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De acuerdo con testimonios de vecinos de Cantaluna, Arroyo Matus se presentó en la unidad habitacional diciendo que era un enviado de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de la vivienda (Canadevi) y que iba a ayudarlos. Nada dijo de que era enviado por Malvido y Cuesta para hacer un peritaje en su favor.

Arroyo Matus emitió su dictamen el 4 de octubre, cinco días después de que hiciera lo propio la Secretaría de Protección Civil. En su entrada hace una descripción de la técnica constructiva y la forma en que están (o deberían estar) colocadas las varillas verticales y las horizontales, y refiere los detalles del tabique con que se construyeron los muros, y precisa que estos están “rellenos con mortero”, lo que Protección Civil muestra, con fotografías y escaneo, que no es así. Los vecinos refieren que Arroyo Matus solo observó las grietas y con eso sacó sus conclusiones.

Sin embargo, poco a poco entra en materia. Explica que los daños “fueron originados principalmente debido a que las piezas tecnificadas (tabiques) de adobe presentan una superficie no rugosa, sino extremadamente lisa. La adherencia entre el mortero de junteo y las piezas de mampostería juega un papel muy importante para garantizar una buena resistencia a la fuerza cortante que se desarrolla durante un evento sísmico. Las piezas de mampostería deben tener una buena rugosidad para que el mortero penetre apropiadamente en dichas rugosidades y forme una liga mecánica resistente; sin embargo, las piezas tecnificadas de adobe que se emplearon en este conjunto habitacional, desafortunadamente presentan una textura superficial extremadamente lisa”.

Los tabiques, además, refiere, absorbieron la humedad del mortero y terminaron dejando en las juntas, una capa fina con características resbaladizas, similares a un talco.

Arroyo Matus se apresura a dejar constancia que estas fallas no fueron generadas voluntariamente “por los obreros” sino “por el acabado involuntario y extremadamente liso natural de las caras de los adobes tecnificados”.  Concluye señalando que esta serie de anomalías, además de los daños provocados, “está afectando accidentalmente al conjunto habitacional”.

Señala que dado que la unidad habitacional Pedregal de Cantaluna está construida muy cerca de un lugar donde puede producirse otro epicentro de algún sismo importante, es necesario tomar en cuenta que no basta con reparar los daños, sino se requiere “una rehabilitación integral de los edificios”.

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Reparar solamente los muros afectados sería una opción “inefectiva”, concluye. En consecuencia, afirma, “una intervención de este tipo no sería recomendada, pues en sismos futuros de magnitud mediana y grande, se podrían generar problemas similares o mayores a los que se presentaron tras el sismo del 7 de septiembre de 2021. Aun cuando dicho sismo haya afectado, con daños severos a un porcentaje pequeño del total de los edificios, los muros de cualquiera de los edificios, podrían dañarse nuevamente en las mismas partes que sean reparadas, o podrían generarse daños inclusive moderados y severos en partes nuevas que no hayan sido previamente dañadas. Lo anterior, porque las caras lisas de los adobes podrían permitir nuevamente el deslizamiento relativo entre juntas y piezas, con la consecuente pérdida de los aplanados, o el agrietamiento diagonal de los muros”.

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